Salimos de la habitación tomadas de la mano, necesitaba su contacto para poder con todo esto. ¿Por qué la vida se había vuelto tan dura? ¿Había hecho algo tan malo como para merecer esto? Porque no encontraba una razón por la cual ocurriera todo esto.
La chica a la que amo y quiero como segunda madre de mi bebé, es media hermana del padre biológico. ¿Cuán de bizarro es eso?
Ahora… ¿Qué va a pensar Santiago? Peor aún… ¿¡Qué va a pensar Maribel!? No quiero su desaprobación, no soportaría su rechazo. Durante todo este tiempo me he acercado a ella y no logro verla como una madre, pero es lo más cercano que tengo de una.
-¿Estas mejor Brittany? –Maribel me pregunto en cuanto entramos a la sala.
-Sí, solo… necesitaba procesar todo –me senté en el mismo lugar que antes, pero ahora Santana estaba de pie a mis espaldas.
-Quiero hacerme cargo de mi bebé –me tensé, no era suyo.
-Me parece muy bien eso… -Santiago contesto.
-No es tu bebé –Santana contesto furiosa.
-¡Claro que lo es! ¡Yo la embarace! –grito mientras se ponía de pie.
-¡Y luego la dejaste! –me puse de pie también quedando justo en medio de los dos, poniendo ambas manos separándoles.
-¡Tenía miedo! ¿Qué querías que hiciera? –esperen… ¿Qué?
Rápidamente lo mire y fue como si un balde de agua fría me cayera en todo el cuerpo. No, él no estaba arrepentido, él no se había ido por miedo… ¡Todo esto era una broma o algo por el estilo!
-No mientas –dije mirándolo con todo el dolor del mundo –Te fuiste porque quisiste, no por miedo… -sentía las lágrimas acumularse en mis ojos nuevamente, pero luche para mantenerlas a margen.
-Eso… eso no es cierto –bien, titubeo –sabes que te amo Brittany, por favor… -sujeto mis manos y las acerco a su pecho.
-No –me solté rápidamente.
-¿Por qué no la buscaste antes? –pregunto Maribel calmada.
Todos volteamos a verla, se veía tranquila después de todo. Sentada al borde del sillón con su pierna derecha cruzada sobre la izquierda, sus manos de igual manera sobre su pecho y la espalda recta mientras nos observaba directamente.
Me hizo tragar seco.
Sí, yo respetaba por completo a Maribel.
-Bien… espero una respuesta –volvió a decir.
-No eres mi madre –Sam contesto antes de prácticamente huir de la sala.
Por fin pude respirar de manera profunda, me deje caer sobre el sillón y oculte mi rostro con mis manos sollozando sin control.
-Hey Britt, todo estará bien… -susurro Maribel sentándose a mi lado.
-No… no va a estarlo –hable como pude.
-Claro que si… confía en mi –me guiño un ojo antes de ponerse de pie –Santiago, habla con él y pregúntale que piensa hacer –y sin más salio de la sala.
-Jamás pensé que esto podría ocurrir –fue el turno de Santiago, se veía bastante asombrado.
-Lo siento tanto –ya no sollozaba, ahora las lágrimas corrían sin control alguno por mi rostro.