Capitulo 28

27 5 0
                                    

Más de una semana y no habíamos sabido nada de Sam, era como si otra vez se lo hubiera tragado la tierra. Santiago simplemente nos había dicho que estaba decepcionado de él y no nada más por el simple hecho de haberme dejado sola, sino también por la actitud que había tomado en cuanto se fue.

"No permitiré que Santana se haga cargo de mi hijo" eso fue lo que le gritó antes de irse en su moto.

Tengo miedo, y no por mí. Tengo miedo por Santana, sé que Sam no es tan malo o al menos eso quiero creer. Pero algo me dice que no me confíe, algo dentro de mí me mantiene alerta.

Hace dos días Santana nos acompañó a Quinn y a mí a donde vivíamos antes, con la fantasmal esperanza de que todo lo que había dicho Sam fuera mentira, pero no.

La casa estaba vacía por completo y el frente había un letrero de "Se vende". No pude contener las lágrimas mientras me acercaba hacia la ventana y observaba el interior.

Nada.

Estaba completamente vacía, a excepción de un par de cajas que se encontraban en medio de la pequeña sala.

-¿Crees que aún tengan la llave en la maceta? -mire dudosa a Quinn quien sólo se encogió de hombros igual con lágrimas en los ojos.

Me acerqué hasta la puerta principal observando las macetas que mamá tenía por toda la entrada. Estaban marchitas ya, un sollozo salió de mi interior al darme cuenta que esto era totalmente cierto.

Con lágrimas en los ojos busque la llave que siempre mantenían aquí por alguna emergencia, rezando porque aún estuviera aquí.

Bingo, sonreí al encontrarla.

Sacudí la tierra que había quedado en mis manos, y abrí la puerta. Una sensación de vacío me golpeó en cuanto entre al lugar.

Ya no estaban aquí, y jamás regresaría. Mis padres se habían marchado sin decirnos nada y no volveríamos a verlos. Eso rompía mi corazón.

Santana acarició mi espalda mientras observaba el interior, miro las cajas y luego a mí. Asentí con la cabeza.

Caminamos hasta ellas y pude notar como cada una tenía nuestros nombres escritos. Fruncí el ceño ante la idea pero aún así me agache y abrí la que tenía mi nombre.

Eran mis cosas, algunos de mis libros y discos. ¿Dónde estaba lo demás? Quinn me miro curiosa e hizo lo mismo, abrió su caja y de igual manera estaban sus pertenencias.

Regrese la vista al interior se la caja y algo captó mi atención. Un sobre.

"Brittany y Quinn"

Trague seco, era la caligrafía de mi mamá. Sentí la mirada de mi pequeña hermana sobre mí.

-Aquí no es lugar para leerla -me sorprendió su respuesta, pero la respete.

Volví a dejarla en su lugar.

-Revise los cuartos de arriba y también hay cajas con sus nombres, ¿Quieres que meta todo en la camioneta? -mire a Q quien sólo asintió.

-Te ayudó -regrese mi atención a la caja, preparada para levantarla.

-Ni se te ocurra -me amenazó con voz un tanto divertida.

-Puedo hacerlo, no pesa -me defendí.

-Prefiero que no lo hagas… -me sonrió de lado y no pude decirle que no.

Al llegar a casa Quinny y yo no sabíamos si estábamos listas para leer lo que fuera que estuviera escrito dentro de ese sobre.

-¿Quieres que lo lea? -le pregunté.

-No… no sé Britt -sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

-Q, no… no llores -la abrace fuerte -La leeremos cuando estemos listas, ¿Okay?

Simplemente asintió.

-¿Y dónde se supone que esta ese desgraciado ahora? -la voz de Ally sonaba realmente enojada.

Durante el almuerzo habíamos decidido comer en la oficina pues teníamos que terminar de organizar una propuesta para uno de los clientes más importantes de los Lopez.

Fue entonces cuando le conté sobre Sam, era obvio que ya sabía pues Maribel le debió de haber contado, pero yo aún estaba muy aturdida por los acontecimientos y apenas hoy pude contarle mi versión de lo que pasó.

-La verdad no sé y poco me importa -jugué con lo que quedaba de mi comida un poco.

-¿Pero está todo bien con Santana? -pregunto un poco más calmada.

-Si, al principio pensé que me iba a dejar… pero nuestra relación está más fuerte que nunca -sonreí como tonta.

-Me alegro entonces cariño -sonrió mientras daba un ligero apretón en mi mano.

-Buenas tardes, busco a la señorita Santana Lopez -voltee el rostro y una hermosa chica nos miraba desde la puerta de la oficina de Ally.

-Ella se encuentra en la otra sucursal, ¿Para que la buscaba? -Hablo mi pequeña amiga de manera profesional, yo seguía aturdida.

-Trabajamos juntas en Londres y necesito verla… -sonrió.

¡Oh dios!

-Si quieres puedes esperarle, probablemente venga antes de que el almuerzo termine -Ally seguía siendo profesional, pero a mi comenzaba a faltarme el aire.

-Está bien, ¿No les importa si espero con ustedes, cierto? -sus ojos se fijaron en mí y trague seco.

-Claro, toma asiento. ¿Gustas pedir algo de comer? -¿Por qué Ally tenía que ser tan amable? ¿O por qué yo me comportaba así?

-No gracias, ya comí -comenzaba a ponerme más nerviosa.

-Okay… yo soy Ally, y ella es…

- Brittany, lo sé -abrí los ojos sorprendida.

-¿Como… como sabes eso? -logre decir.

-Santana me ha hablado de ti -sonrió de lado.

Mierda.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora