Capitulo 22

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Camino tranquilamente hacia el pequeño supermercado que hay cerca de la casa. Quinn llegara en aproximadamente dos horas junto con Santana, así que eso es suficiente tiempo para que prepare la pasta favorita de Quinny.

Mientras recorro las calles siento como los rayos del sol chocan en mi piel y es una sensación asombrosa. Cierro los ojos un momento y flashes de la noche anterior regresan a mí. Dios, necesito que Santana regrese ya, pero Quinn estará… bueno, tendremos que esperar hasta en la noche. Puedo hacerlo, si… puedo esperar.

Sonrió tontamente mientras entro al lugar, sintiendo como el aire acondicionado me golpea. El día es hermoso, ¿O será que solo yo lo veo así por lo que paso anoche? Bueno, realmente no sé, pero no voy a preocuparme de eso ahora.

Tomo un carrito y comienzo a caminar por los pasillos buscando todo lo que necesito para la comida. Paso por donde se encuentran los helados, sonrió tristemente. Recuerdo la foto que me tome con Tina y Mercedes hace menos de un año, cuando me metieron a uno de ellos. Las extraño, pero supongo que es mejor así.

Reviso lo que llevo dentro. Creo que tengo todo.

Llego hasta la caja para pagar y tomo una de las revistas, realmente no sé lo que estoy leyendo. Fuera de Demi Lovato, Ed Sheeran, Taylor Swift y One Direction, no me enfoco mucho en el mundo artístico.

Miro el reloj en mi muñeca, ¿Solo una hora? ¡Demonios! Debo darme prisa o no lograre preparar nada. Comienzo a colocar todo en la banda para que la señorita lo cobre y pueda irme.

¡Ay dios! Algo no está bien.

Me sujeto un momento del carrito y respiro profundamente. Es solo un mareo, yo creo. Tuve una noche muy agotante, ¡Dios! No puedo dejar de sonreír ante el recuerdo… Bueno, no dormí mucho que digamos, además de que solo tome una manzana de la casa cuando venía de camino para acá.

-¿Se encuentra bien señorita? –escucho que alguien dice.

-Sí, solo es un mareo –no levanto la vista.

-¿Segura? ¿Necesita sentarse? –insiste.

-Sí, estoy bi…

-¿Qu-qué paso? –pregunto mientras lentamente abro los ojos.

-¿Se encuentra bien señorita? –una señora mayor está sentada a mi lado.

-¿Dónde estoy? ¿Qué paso? –Pregunto mientras intento ubicarme sin mucho resultado -¡Dios mío! ¿Qué hora es? –miro mi reloj. Mierda.

-Se desmayó, ¿Cómo se siente? –escucho la voz de un joven.

-Bien, solo tengo un poco de hambre –acaricio mi estómago.

-Entonces, eso debió provocar el desmayo –observo al dueño de esa voz –Lo bueno fue que logre sujetarla antes de que se cayera –me sonríe cálidamente. Vaya.

-S-sí, eso d-debió ser –no puedo dejar de verle.

-¿Necesitas que te lleve corazón? –Escucho a la señora decir, pero realmente no puedo contestarle -¿Cariño?

-Lo siento –aclaro mi garganta –puedo caminar, no hace falta –miro las bolsas con todo lo que había comprado.

Un momento, no recuerdo haber pagado. Pero todo está en las bolsas ya… Dios, mi cabeza comienza a doler, y siento como mi estómago ruge quedamente, necesito llegar a casa ya. ¡Joder! Santana y Quinn ya han de estar allá.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora