Cuarenta y ocho días, 10 horas y treinta y seis minutos era el tiempo que había pasado desde que Santana se había ido a Londres. Cinco horas con diecinueve minutos desde que había hablado con ella por última vez, aun sin ser consciente del cambio de horario que había con Londres y Ohio.
¿Qué si contaba los minutos desde su partida? Si. Era lo menos que podía hacer en su ausencia.
Lo único que me importaba era escuchar su voz un momento, aunque fuera solo para preguntar cómo me había ido con la doctora, preguntando como estaba nuestro bebé y con la misma cortando diciendo que ya era bastante tarde y que debía ir a dormir.
Así había sido nuestra comunicación en todo este tiempo en el que ella estaba en su viaje de negocios. No hablábamos más que lo justo y necesario. Y a decir verdad, todo se centraba en cómo estaba el desarrollo de nuestro bebé. Si, pasara lo que pasara a su regreso, este sería NUESTRO BEBÉ.
Hoy había sido un día bastante agotador. Después de la cita con la ginecóloga y su pequeño interrogatorio de porque era la segunda vez que iba sin Santana a la cita, salí para avisarle el estado en cómo nos encontrábamos. Una pequeña llamada de no más de cinco minutos y un adiós bastante cortante.
¿Me acostumbraba a su trato así? ¡Por supuesto que no! Me dolía, pero no podía evitarlo. De cierto modo, yo había provocado todo esto y estaba pagando las consecuencias de mis actos. Pero… realmente no pueden culparme. ¿O sí?
La primera vez que un chico me hablo, prometió llevarme al cielo o bajarme la luna y las estrellas, prometió un futuro falso a mi lado y bueno, ya saben en qué termino. Luego conocí a una chica que prácticamente cambio mi vida, me apoyo incondicionalmente y realmente no sabía si me estaba enamorando de ella o simplemente estaba profundamente agradecida y estaba confundiendo todo.
Hasta que lo conocí a él… y bueno. Ahora solo espero a que Santana regrese.
Llegue a la casa y todo estaba en completo silencio. Q ha de estar con Bree como cada tarde, simplemente viene en las noches a hacerme compañía para cenar y luego ambas nos vamos a dormir para comenzar un día nuevo.
Ella también había cambiado un poco conmigo, estaba un tanto molesta por las veces que salía con Artie. Él… él simplemente es un buen chico. Me hace reir y se preocupa por como estoy, pero simplemente no es Santana.
¿Intentamos algo? Ni se lo imaginan… pero simplemente no pude.
Les cuento, en la primer cita fuimos a un restaurante muy fino y caro, donde simplemente me sentía extraña y demasiado cohibida. Existen dos tipos de lujos, aquellos donde simplemente es lo mejor de lo mejor, o aquel lujo que es realmente exagera que abruma e incómoda. Bueno, allí, en ese… estábamos nosotros. No hace falta que les mencione que fue un desastre total.
Para la segunda cita le pedí algo más simple, más sencillo a lo que él acepto sin dudarlo. Error. Me invito a cenar a su casa aquella noche, bueno para no hacerlo tan largo… intento besarme y como reacción, termine estrellando mi mano en su mejilla.
Él es un chico bueno, lo juro… pero es demasiado entusiasta.
La tercera vez que nos vimos le pedí que fuéramos a caminar cerca de la casa de los Lopez. Pocas cuadras más abajo había un parque con un lago al centro. Si, este fraccionamiento era bastante caro. Allí fue donde pudimos tener un momento tranquilo y conocí al chico que verdaderamente es.
Arte simplemente quería sorprenderme para que yo me sintiera atraída por él, aunque no necesito de todos esos lujos. Él era muy guapo, su sonrisa era hermosa y esos ojos que tiene pueden deslumbrar a cualquier chica y ¿por qué no? También a uno que otro chico. La cuestión conmigo es que yo simplemente prefería mil veces un mirar canela a su azul cielo.
Después de eso, cada encuentro fue mucho mejor.
Flash back.
-¿Y Santana? –pregunto mientras salíamos del cine.
Rápidamente me tense al escuchar su nombre salir de sus labios. Era un tema que en ningún momento habíamos tocado. Podíamos hablar de mi bebé, de Quinn, de Santiago, Maribel, inclusive de Ally y Dinah, pero a Santana jamás la nombrábamos… hasta hoy.
-Está de viaje, por negocios de su padre –logre hablar.
Él simplemente asintió mientras nos adentrábamos al auto. El trayecto de regreso a casa fue en silencio, bastante fuera de lo normal. Pues cada que salíamos nos costaba hablar de algo sin dejar de reir. Al llegar ambos nos quedamos en silencio un rato dentro del auto frente a la residencia de los Lopez. Cada que la veía, me sacaba el aire.
-¿Puedo… puedo intentar algo? –pregunto temeroso y yo simplemente pude asentir con el nervio recorriendo mi cuerpo.
Arte soltó su cinturón de seguridad y lentamente se fue acercando a mí. Acaricio mi mejilla de manera delicada o bueno, al menos lo intento pues sus manos eran grandes y un tanto ásperas, sin duda alguna era un hombre hecho y derecho.
Pude sentir como de manera temerosa se acercó a mí, podía sentir su aliento prácticamente rozar mis labios y simplemente sucedió. Sus labios intentaban ser suaves, delicados, pero la verdad es que se sentían como si realmente se estuviera conteniendo.
No, un beso no podía ser así.
Tome sus rostro entre mis manos sintiendo como aquella barba que lo hacía ver tan masculino amenazaba con crecer nuevamente. Era una sensación un tanto rara para mí después de tanto tiempo. Simplemente deje que fueran mis labios los que demostraran mi punto.
Junte su boca con la mía con desesperación, deseando poder descubrir que era lo que sentía por él de una vez por todas. Una de sus manos sujeto mi rodilla mientras que la otra se anclo en mi cintura, si es que aún tenía una, intentando atraerme más a él.
No sé sentía bien. No se sentía como realmente se tiene que sentir un beso con aquella persona que te gusta. Simplemente… Artie no era mi Santana.
Lentamente nos alejamos, con cierto sonrojo en nuestros rostros por lo que acababa de pasar. Nuestras miradas confusas se cruzaron y ambos simplemente negamos.
-No –susurre.
-No… -estuvo de acuerdo conmigo.
-Tu… hmm… -no sabía cómo preguntar.
-Nada… vaya… -contesto sabiendo mi pregunta mientras regresa a sentarse de nuevo en su asiento –Es una lástima –sonrió de lado haciendo que me sonrojara.
-Lo siento –agache la mirada mientras jugaba con mis manos.
-No lo sientas, llegue tarde a tu vida… o llegue en el momento preciso para ser simplemente tu amigo –se encogió de hombros mientras tomaba mi mano.
Levante el rostro y note que me observaba con una sonrisa en sus labios. Él sin duda alguna era maravilloso.
-Pero ahora si… quiero saber todo de Santana –sonrió mientras se acomodaba en el asiento.
Otra vez sentí como me ponía tensa al escuchar su nombre salir de sus labios. Cuando lo conocí rápidamente le aclare que ella no era mi novia, porque… en realidad no lo era. Habíamos hecho el amor, ella me amaba y yo también la amaba aunque no sabía si de la misma manera, pero nunca pudimos ponerle una etiqueta a nuestra relación y todo por mi culpa.
Sin darme cuenta las lágrimas resbalaban por mis mejillas.
¡Maldición! Extrañaba tanto a esa chica de ojos canela y sonrisa burlona, ex-adicta al sexo. Extrañaba tanto a aquella chica que era sobreprotectora en lo que a mí respecta, a aquella chica que tenía que controlar su carácter porque con el más mínimo enojo explotaba.
Artie me abrazo, yo simplemente deje que lo hiciera…
-Shhh… todo estará bien –hablo quedo mientras acariciaba mi espalda –todo estará bien.
Y con esas simples palabras, comencé a hablarle de lo que Santana López realmente para mi.