Capitulo 34final

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-¿Sabes algo de Sam? –mi hermana pregunto mientras tomaba de su jugo.

Aquella tarde había venido a acompañarme pues todos habían salido de compras por San Valentín que sería mañana. Como corre rápido el tiempo, ¿no? En dos semanas tendría a mi bebé en mis brazos, y todo sería perfecto.

Con la doctora por fin habíamos acordado que sería mejor una cesaría para evitar cualquier tipo de complicación o riesgo que pudiera ocurrir si seguíamos con la idea de un parto natural. Al principio me aterre pero a final de cuentas es lo mejor, sobre todo para mi bebé.

-No –muerdo mi emparedado sin dejar de observarla.

-Eso es raro, ¿No crees? Digo… ni siquiera te ha hablado para saber tu respuesta a lo que te propuso –Si, solamente a ella le había contado lo que en realidad paso la vez que él y yo hablamos.

-Es lo mejor Q, así Santiago no sufre y Santana no se mete en problemas –seguía comiendo.

-¿Y ya tienes su regalo? –levanto las cejas de manera sugerente.

-¡Niña! –grite nerviosa provocando que soltara una carcajada.

-¿Qué? –Rio más fuerte –Es tu novia y mi cuñada, es normal que pregunte por su regalo –se encogió de hombros haciéndome sonrojar –no es mi culpa que tú seas una malpensada –me saco la lengua.

Al menos en eso tenía razón, ella no tenía por qué pensar lo mismo que a mí me había cruzado por la mente al escuchar esa pregunta. Tenía algo preparado para esta noche, algo íntimo, solo para ella y yo. Y realmente esperaba que fuera perfecto.

-¡Britt! –Q me saco de mis pensamientos.

-¿Qué? ¿Qué pasa? –me enfoque en ella.

-Tu teléfono sonó –comenzó a levantar los platos.

Tome mi teléfono y sentí que el sándwich amenazaba con querer salir de mi organismo. Rápidamente corrí hasta el baño para sacar todo lo que había comido en el día. Sofí llego a mi lado para sostener mi cabello por más que le pedí que se fuera.

-¿Estas bien? –hablo nerviosa mientras pasaba su pequeña mano por mi espalda.

Simplemente asentí mientras alejaba la cabeza del retrete, limpiando mi boca con el dorso de mi brazo. Tome un par de respiraciones profundas antes de pararme y lavar mis dientes para quitarme el sabor agrio.

-¿Segura? –volvió a insistir.

-Si… yo solo… -me quede callada –tuve un mareo.

Quinn asintió sin decir más, pero estoy segura de que no me creyó del todo. ¿Y cómo iba a hacerlo, si hace más de dos meses que los mareos y vómitos habían cesado? ¿Pero qué podía decirle? ¿Lo qué me llego al teléfono? No, eso nunca… ella era aún menor y no tenía por qué ver ese tipo de cosas.

Sé quién envió esa imagen, sé por qué lo hizo, sé que no debo creer lo que dice… pero, es inevitable no tener esa pequeña duda creciendo dentro de mí después de haber visto eso.

Quinn ya se había ido, y todavía faltaban algunas horas para que Santana llegara así que aún tenía tiempo para arreglar la casa y alistarme para esta noche, o al menos eso era lo que creía.

-Vaya… vaya… vaya… -brinque del susto antes de dar la vuelta –mira a quien tenemos sola aquí –mierda -¿Por qué tan solita? –levanto una ceja mientras se sentaba en el sillón como si fuera su casa.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora