La capital del reino había vuelto a cobrar vida después de tantos años. Mi abuelo se había asegurado de traerlo de vuelta y romper la maldición que acechaba a nuestro reino por aquel entonces. Ahora, después de setenta y tres años, cada año se celebraba una fiesta en su honor.
El reino de Kelia, ahora se encontraba llena de luces de distintos colores que atravesaban el cielo y se esparcían en polvos coloridos, sin llegar a tocar el suelo.
Los músicos tocaban sus instrumentos, mientras que la gente bailaba eufórica al rededor de un gran fuego. Sus ropas manchadas por el polvo que caía del cielo.
Escondido bajo mi capa, me abrí camino para poder regresar al palacio sin que mi madre se diera cuenta de que había salido solo, sin guardias. Había cierta posibilidad de que ya se hubiera dado cuenta, aún que siempre intentaba creer que ella no se daría cuenta, porqué sino las probabilidades de que saliera del castillo se volverían nulas.
Ya estaba cerca del palacio, cuando mis oídos empezaron a pitar y mi vista empezó a oscurecerse hasta volverse negro.
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Buscando al heredero
FantasíaAenna escondía un secreto mortal que, si salía a la luz, le costaría la vida; al mismo tiempo, Hael, el joven príncipe que despreciaba el peso de la corona, se encontraba encrucijada entre sus propias aspiraciones y el destino que no podía evitar tr...