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Con mucho esfuerzo alargue la mano hacía la puerta. Mis dedos acababan de rozar la madera cuando la puerta se abrió de golpe. Dejando ver a un joven moreno de ojos grises, de estatura alta y cuerpo fornido.

Soltó un suspiro de alivio.

- Aenna, por fin has vuelto- Su cara paso del alivio a la preocupación- ¿Por qué has tardado tanto? Nos tenías preocupados. Estaba a punto de salir a buscarte.

Lo único que pude decir era un patético:

- Sacame a este de encima- mi voz sonó ahogada por el esfuerzo de recorrer medio reino llevando en brazos al extraño.

Talay parecía que se había acabado de dar cuenta de que llevaba un enorme cuerpo. Me ayudo a arrastrarlo hasta dentro.

- Has tardado.

Esa voz pertenecía a Andres. Un hombre de unos 56 años de edad. No era bajito pero tampoco alto. No era atractivo pero tampoco desagradable a la vista. Su piel de un color café claro hacía que sus ojos azul turquesa parecieran penetrantes, le daban un toque extraño, difíciles de olvidar. Su cabellera negra le llegaba hasta los hombros, lo mantenía con un estilo desordenado. Su boca estaba decorada por una cicatriz que empezaba en el labio superior y acababa por debajo del labio inferior.

- Bueno he tenido unos problemas- dije. No quería que él supiera porqué en realidad había tardado tanto. Sabía que estaba en baja forma, lo notaba, pero si le decía que había sido por esa razón no me dejaría ser parte de la misión.

- Espero que sea por buenas razones- dijo acompañando sus palabras con sus ojos penetrantes, recorriendo mi cuerpo con la mirada, buscaba alguna herida pero no encontró nada.- Veo que estas de una pieza así que seguro que ha sido fácil- no era una pregunta, era una afirmación.

- La verdad es que sí- respondí igualmente.

- Tráelo- era una orden, pero no era dirigida hacía mi sino hacía Talay. Él se había encargado de llevar al desconocido arriba, atarlo y vigilar por si se despertaba.

En un instante Talay empezó a bajar, llevando el musculoso cuerpo del individuo con él. Lo arrastraba sin piedad, no le importaba con cuantas esquinas se chocase. En el ultimo tramo se canso y lo soltó, el hombre cayo rodando hasta llegar al suelo. "Cuando se despierte el pobre le dolerá todo el cuerpo" pensé.

- Te he dicho que lo traigas no que lo mates- le riño Andres.- Aenna, despierta al chico- está vez si que iba dirigido a mi.

Con un andar cansado me acerque y le quite la capa. Con la oscuridad de la noche y la poca luz que había por esas pequeñas calles no había tenido la oportunidad de ver su rostro. Era joven, tenía que admitir que era atractivo. Mandíbula fuerte cubierta por el rastro de una barba, apenas había empezado a crecer. No podía describir el color de sus ojos ya que los tenía cerrados, pero si podía describir su color de pelo, era castaño. Estaba bronceado y tenía un cuerpo trabajado, musculoso.

No me había dado cuenta de que me había quedado mirando ese cuerpo atractivo, y ese musculoso pecho hasta que la voz de Andres sonó.

- Me parece haberte dicho que lo despiertes no que lo desnudes- su voz me hizo dar un salto hacía atrás. Noté como se me calentaba la cara.- Los jóvenes y sus hormonas- se dijo a si mismo en voz baja. Se levantó de la silla con el vaso de cerveza a la mitad, que pronto se vacío sobre el cuerpo del chico tirado en el suelo.

- ¿Por qué no se despierta?- pregunto Talay- ¿Aenna que le has hecho al pobre chico?- me pregunto con tono acusatorio.

- ¿Yo?- respondí cabreada- pero si el que lo ha tirado por las escaleras has sido tú.

- Es que pesa mucho- se quejo el muy imbécil.

-Tanto musculo y no sirve para nad....

-¡Oye pedazo de mal educad.....

- Parar de discutir como dos niños- nos riño Andres, de pronto cansado. Normalmente nuestras peleas le hacían gracia pero al parecer hoy no.- Tenemos que hacerlo hablar antes de que lo empiecen a buscar.

Me agache y le pegue una bofetada en la cara, fuerte. Como no se despertaba le pegue una aún más fuerte.

- Vaya manera de despertar a la realeza – se burló Andres.

- Tirarle cerveza encima no es que sea mejor- le respondí y él se echo a reír, era un sonido ronco que le salía del fondo de la garganta.

Al parecer ese sonido hizo despertar al príncipe y su delicado oído. Unos preciosos ojos dorados se abrieron de golpe. Su mirada viajaba de un lado a otro estudiando el entorno. Al verme entrecerró los ojos y con un tono acusatorio me dijo:

- Tú. Pequeña rata callejera...

- Basta – la voz de Talay intervino.- Ahora estas bajo nuestro mando y...

- No me lo puedo creer. Tu también – la voz del príncipe estaba teñida de traición.

Talay era hijo de un noble. Él y el heredero al trono habían sido amigos desde que eran pequeños pero al encontrar a una niña vestida de trapos rotos y sucios, en mitad del invierno, a punto de robar se había dado cuenta de lo injusta que era la vida en Kelia para los de fuera de la muralla.

O al menos eso dijo después de encontrarme ese día. Me invito a un chocolate caliente, nunca pregunto como entre al lado rico del reino sin que nadie me viera, y me llevo hasta Andres encontrando un lugar en el que podía vivir. Andres también era noble. Se había quedado viudo. Su mujer y él nunca pudieron tener un hijo por eso me acepto como su hija de inmediato, desde ese día he tenido a un padre maravilloso.

- Veras, no tenemos tiempo para esto -dije firme reclamando su atención. Tres pares de ojos posados en mi. - Tenemos que irnos- esas palabras estaban dirigidas a Andres.

Delante nuestro apareció un gran portal.

Buscando al herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora