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Bella

Aún recuerdo la primera vez que vi a Finn, fue en mi primer día de instituto, Sarah estaba enferma y no había ido ese día a clase y Alex estaba con otros amigos, así que estuve sola en el recreo, dibujé en el cuaderno que siempre llevaba encima hasta que un chico de pelo castaño y profundos ojos negros se sentó a mi lado.

¿Por qué estás tan sola?

Tragué saliva, un chico guapísimo se sienta a hablarme y yo solo me quedo mirándolo como tonta, incapaz de recordar mi propio nombre siquiera, espabilaaa, di algo, lo que sea.

Mi mejor amiga no pudo venir hoy y el resto de mis amigos están con otros amigos con los que no me apetece estar, así que no me queda otra que estar sola. Genial, le he contado mi situación de la forma más triste posible, simplemente genial.

Él me mira con pena, odio esa mirada.

Yo soy Finn, mis amigos son idiotas y me he peleado con ellos, ¿te importa si me quedo contigo? Me mira con ojos de cachorrito, ¿cómo puedo negarme a eso?—. Tampoco quiero estar solo.

Soy Bella, puedes quedarte siempre y cuando no te rías de mis dibujos.

Nunca haría eso.

¿Lo prometes? pregunto ofreciéndole el meñique.

Lo prometocontesta y cruzamos nuestros meñiques, haciendo el Pinky promise, la promesa más sagrada.

De eso hacen ya casi 5 años, nos volvimos inseparables durante unas semanas, pero luego él volvió con sus amigos y me olvidó.
O eso pensaba yo, hasta que la semana pasada me atreví a hablarle, tengo su número desde hace mucho tiempo pero nunca le había hablado, pensé que ni siquiera me recordaría, pero lo hizo, hemos estado hablando y ha ido mejor de lo que creía.

Hemos quedado en vernos en apenas una hora en una cafetería del centro, tengo una mezcla de emociones, estoy feliz, confundida y nerviosa al mismo tiempo.

Decido empezar a prepararme porque si no, no me va a dar tiempo. Pongo a Britney Spears de fondo y entro en mi gran armario para buscar el outfit perfecto. Varios intentos más tarde, lo consigo, consiste en unos pantalones de cuero con un top rojo que tiene la espalda descubierta, me pongo rimel para descartar mis ojos azules y pintalabios rojo a juego con el top, voy justa de tiempo así que me hago una coleta despeinada y cojo mi bolso para salir de mi casa.

—Voy a salir. —Anuncio cuando paso por el salón, donde se encuentran Ethan y Noah jugando a videojuegos.

—¡Espera! – Grita el último y se acerca a mi—. Bella quiero acabar con este mal rollo que hay entre nosotros, sabes que...

—Ahora no, Noah— lo corto al hablar—. Tengo prisa, ya lo hablaremos en otro momento.

Trato de abrir la puerta para salir, pero la cierra de un portazo a lo que le lanzo una mirada asesina

—Pero esto es importante para mí, eres mi prima, te quiero y también quiero que nos llevemos bien, además tanto tú como yo nos preocupamos por Sarah, sabes que no le voy a hacer daño, vamos, perdóname y termina con esta guerra fría en la que estamos.

—Como ya te he dicho, Noah, ahora tengo prisa, hablamos en otro momento.

—Bueno, al menos piénsatelo, ¿vale?

—Lo haré—al oír las palabras sonríe y me abraza, le devuelvo el abrazo durante un par de segundos—. Ahora me tengo que ir.

Y dicho esto, salgo finalmente de mi casa, camino un par de minutos hasta que llego a la cafetería donde he quedado con Finn, me paro un segundo fuera, estoy muy nerviosa. Respiro un par de veces, me mentalizo y entro.

The summer of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora