Ethan
Son las cuatro de la madrugada, no he conseguido conciliar el sueño por los pensamientos intrusivos que se cuelan en mi mente. Estoy llorando y siento una gran presión en el pecho que apenas me deja respirar, trato de inspirar y espirar pero cada vez me cuesta más y me siento casi como si me estuviera muriendo.
Entonces, en medio del caos recuerdo cuando antes, en la fiesta, Sarah notó que me pasaba algo y no paro de darle vueltas al “si te pasa cualquier cosa, quiero que sepas que siempre estaré aquí para escucharte” que me dijo antes de que apareciera mi primo. Pienso en llamarla pero no estoy seguro.
Paso así varios minutos más, indeciso, pero siento que solo voy a peor y que necesito desesperadamente hablar con alguien. Cojo mi móvil, me cuesta un par de intentos desbloquearlo porque me están temblando las manos, pero lo consigo, busco el contacto de Sarah y rezo a todos los dioses que conozco para que lo coja. Pienso por un momento que no lo va a coger, pero al sexto tono escucho su voz adormilada al otro lado de la línea.
—¿Ethan? ¿Estás bien? ¿Pasa algo?
—Y- yo— balbuceo entre hipidos— necesito a alguien co- con quien hablar.
Al ver la forma- lamentable supongo- en la que le he contestado nota que me pasa algo serio.
—Tranquilo Ethan, ahora me tienes a mi— responde con voz calmada— necesito que me cuentes qué te pasa para poder ayudarte.
—Siento una gran pre- presión en el pecho y me cue- cuesta respirar— explico cómo puedo— no sé qu- que me pasa, ten- tengo mucho mi- miedo.
—Ethan, necesito que te concentres en mi voz, estoy aquí contigo al otro lado de la línea.
—S-si.
—Vale, ahora necesito que me digas cuánto es dos más dos.
Eso me descoloca por un momento ¿qué se supone que quiere hacer? Pero aún así respondo.
—Cu- cuatro.
—¿Y cuatro más cuatro?
—Ocho.
—Bien, ¿ocho más ocho?
—Son die- dieciséis.
—Muy bien, sigue así, ahora dime cuánto es dieciséis más dieciséis.
Vamos por mil veinticuatro cuando finalmente logro calmarme y responder sin titubear, la presión del mi pecho ha desaparecido y he parado de sudar.
—Creo que ya es suficiente, gracias Sarah, de verdad.
—De nada Ethie.
—Oye, una pregunta ¿cómo has sabido que me pasaba y cómo calmarme?
—Ethan, lo que has tenido ha sido un ataque de ansiedad, lo sé, porque me ha pasado muchas veces en los últimos años.
—¿Te ha pasado?— Pregunto con confusión, Sarah es ese tipo de persona que siempre está feliz y no se te ocurre que pueda llegar a pasarlo mal.
—Si, sé que puede ser difícil de creer porque siempre estoy tan optimista y intento mirar el lado bueno de la vida, lo que la mayoría de la gente no sabe es que siempre trato de estar tan feliz porque conozco bien el otro lado, también he vivido las noches sin dormir por llorar y el estar con ansiedad constante.
—Vaya, nunca lo hubiera imaginado. Tuvo que ser muy duro vivirlo sola.
—Imagino que igual tú que hasta este momento no se lo habías dicho a nadie.
—Si—admito—. Pero oye ¿por qué me hiciste hacer lo de las sumas?
—Ahh, eso tiene fácil explicación. Como ya te he dicho, he vivido muchos ataques de ansiedad, es… horrible, no se me ocurre otra forma de describirlo, te cuesta respirar y sientes como si te fueras a morir— me siento muy identificado con la forma en la que lo cuenta y me duele cada vez más pensar que ella pasó por lo mismo y ninguno nos dimos cuenta—. En fin, con el tiempo, investigué sobre el tema y busqué formas para lidiar con ellos, en una revista encontré este método: al centrarse en sumas, se activa la parte racional del cerebro y por decirlo de alguna manera, se bloquea la parte que maneja las emociones y ,al final, te acabas calmando.
—Se nota que has investigado mucho sobre el tema.
—¿Qué otra cosa podía hacer?— Hay tanto dolor en su voz que me siento idiota por no haberme dado cuenta de lo que le pasaba.
—Lo siento.
Durante unos segundos se escucha silencio al otro lado de la línea, casi puedo ver su ceño fruncido.
—¿Por qué?
—Por no haber notado lo que te pasaba en su momento.
—Bueno eso ya es el pasado, se me daba muy bien ocultarlo así que no te culpes por eso— lo intento, pero no soy capaz, haber pasado por algo así y que no lo supiera nadie tuvo que ser horrible—. Y cambiando de tema, ahora que me has contado lo que te pasa, te puedo ayudar.
—Muchas gracias Sarah, te lo agradezco.
—De nada Ethie, sabes que eres como un hermano pequeño y haría lo que fuera por ti.
Dicho esto, cuelga. Me siento más aliviado ahora que le he contado a alguien lo que me pasa, siento que me he quitado un peso de encima y después logro dormir profundamente.
Cortito porque con la vuelta a clase no he tenido tiempo.

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The summer of love
Teen FictionSarah aún no lo sabía, pero ese verano sería diferente a todos los anteriores. En este, ella y sus amigos además de ir a la playa, pasar horas entre las olas y coger sol, descubrirán lo que es enamorarse y también el dolor de un corazón roto por un...