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Sarah

Abro los ojos y me siento desconcertada al no escuchar cruel summer sonar de despertador como todas las mañanas, en su lugar está sonando dancing queen de ABBA, ¿qué está pasando?

Entonces miro la fecha en el calendario y me doy cuenta de que ¡es mi cumpleaños!, bueno mío y del andrajoso de mi hermano mellizo pero eso no importa.

Lo importante es que al fin tengo diecisiete años, la edad que mencionan en la canción y ahora sí que puedo cantarla a todo pulmón refiriéndome a mí.

Y eso hago, la canto como si fuera una diva de Hollywood, bailo y monto todo un show. Como era de esperar despierto a toda la casa, mis padres ya están acostumbrados a mis locuras así que simplemente deciden dejarlo pasar. Mi hermano por el contrario decide unirse a mi y me río al escucharlo cantar, se le da fatal.

Terminamos los dos riéndonos en mi cama, me siento muy feliz, esto me recuerda a cuando éramos pequeños y siempre andábamos haciendo tonterías.

—Hacía mucho que no lo pasábamos tan bien juntos— digo tratando de recuperar la respiración por el esfuerzo, es agotador esto de cantar y bailar al mismo tiempo, no se cómo lo hacen los cantantes—. Deberíamos hacerlo más a menudo.

—Eso está hecho hermanita— responde y chocamos puños— ¿Te parece si vamos a coger olas ahora?

—¡Claro que si!

—Pues agarra tu tabla favorita y nos vemos en el jardín en 10 minutos.

Cojo mi tabla preferida: rosa, como no y mi neopreno (que obviamente también es rosa), lo meto en mi mochila junto a una toalla fina, una botella de agua y algo de comida. Y en exactamente 10 minutos ya estoy en el jardín, sentada en nuestro columpio de cuerdas, esperando a mi hermano.

Tarda otros 10 minutos más, pero finalmente sale con su tabla bajo el brazo.

—Ya era hora, no dudo en qué te hayas tomado tú tiempo.

—La belleza siempre se toma su tiempo— responde con una sonrisa engreída a lo que yo pongo los ojos en blanco—. Aunque claro, con esas pintas, no espero que lo entiendas.

—Serás…— digo con una no tan fingida indignación y me lanzo a hacerle cosquillas.

—Para, para, para— murmura como puede entre risas.

—¿Estás diciendo algo?— hago como la que no se da cuenta—. No entiendo que dices.

Sigo haciéndole cosquillas y Alex trata de hacerme gestos para que pare, aunque no le hago caso.

—Si quieres que pare, tienes que admitir que soy la hermana más encantadora, lista y guapa del mundo.

—Eso nunca— dice en cuanto puede.

Como respuesta me pongo a hacerle más cosquillas, hasta que prácticamente está llorando de la risa.

—Vale, vale, me rindo.

—Bien, pues dilo y entonces pararé.

—Admito que eres encantadora y muy lista.

—Y…

—Una chica guapísima, guapísima en serio, te aseguro que a cualquier chico solo con mirarte se le pondría como la torre de pisa y le darían unas ganas tremendas de f…

—¡Alex!— grito con las mejillas sonrojadas, por la incomodidad.

—¿Qué? Es la verdad— contesta y se queda tan tranquilo—. Bueno ¿vamos a coger olas o qué?

The summer of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora