Capítulo 15: El Miedo del Cordero/León/Empieza la Venganza

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Nos encontramos en una habitación con decoración para un bebé, en donde se podía ver a un pequeño peli negro que estaba sentado en su cuna viendo a través de los tablas, como a unos metros de él estaba su hermana quien estaba en el suelo dibujando.

Aiz estaba concentrada en su cuaderno de dibujo que cuando escucho balbuceos alzo la vista para ver cómo su hermanito la miraba con curiosidad tocando los "barrotes" que le impedían caerse de la cuna, ella por su parte dejo de dibujar para levantar el cuaderno y mostrárselo.

Aiz: Mira Izuku, está de aquí soy yo con mí futuro traje de heroína -Señala una parte del dibujo- estos son mamá y papá -Señala a los susodichos- y este eres tú. -Señala al bebé-

El pequeño se quedó viendo el dibujo mientras su hermana lo miraba maravillada, en verdad adoraba a su hermanito, sus manitas y piecitos de bebé tan pequeños, sus mejillas regordetas y como se enojaba cada que alguien le pellizcaba una. Por eso al verlo tan concentrado en su dibujo se acercó a pincharle una haciendo que se sobresalte y la vea con un puchero.

Aiz: Suave. -La pincha de nuevo-

Izuku le agarra el dedo con su regordeta mano y la lleva a la boca de él para babearla toda haciendo que una pequeña y casi imperceptible sonrisa se muestre en el rostro de la niña. Sin embargo el momento se interrumpe cuando un leve gruñido salía del estómago del niño haciendo que ambos se miren.

Aiz: Mamá no está Izuku, papá está con su amigo en el estudio y la última vez que te hice el biberón terminamos blancos.

Izuku: -Le gruñe el estómago- (⁠T⁠-T⁠)

La niña suspiro para dejar su cuaderno e ir por sus cosas para guardarlas en su pequeña mochila.

Aiz: No te preocupes Izuku, déjale todo a tu Onee-san, iré por papá.

Izuku: :D

La niña salió a paso firme de la habitación para caminar por los pasillos de su casa hasta la planta inferior en donde estaba el estudio de su padre. La verdad es que se le hacía raros los momentos donde estaba sola con su hermano que iba a cumplir dentro de poco un año, pero era tan pequeño que parecía de meses apenas, los momentos donde estaban solos eran escasos desde hace dos meses, justamente el tiempo donde su hermano....

Aiz sacudió la cabeza tratando de borrar esos recuerdos, su padre y madre le repetían que debía olvidar eso y ellos jamás se equivocaban, excepto por el brócoli, estaba segura de que esa cosa era del mal.

Cuando llego a la primera planta vio la sala de estar que estaba con muchos papeles que seguramente eran de su madre quien desde hace unos días ha estado ocupada con algo, no sabía exactamente con qué, pero había escuchado algo relacionado con que alguien atacó a muchos héroes.

Por eso la mayor parte del tiempo estaban con su padre, quien a su vez estaba en el estudio y en los últimos días era eso más frecuente sobre todo con la llegada de uno de sus amigos. Jamás le ha visto la cara, pero se escuchaba como alguien joven además de que tenía una lengua larga para las malas palabras.

La niña se acercó a la puerta que estaba casi cerrada por completo dejando nada más una pequeña abertura, por la que se asomó espiando lo que estaba pasando y la respiración se le cortó al ver una persona con las manos manchadas de un líquido rojo, además de estar al parecer succionando una bolsa llena de ella.

La niña tembló al momento que el olor metálico de la sangre inundó sus fosas nasales. Y de no ser por la voz que escucho habría salido corriendo.

Yoshio: ¿Más calmado? -Se escucho la voz del hombre al otro lado de la habitación-

Una Bestia para Cinco PrincesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora