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𝟎𝟏𝟒. alianzas peligrosas ─────────────
Lia
Me quedé toda la noche en la cama de Caroline. Apenas había conseguido que se calmara un poco, pero, en cuanto se durmió, todo se volvió demasiado silencioso para mi gusto.
Miré el despertador y vi que eran las 5 de la mañana. Aún se veía la noche recaer sobretodo Mystic Falls y estaba bastante oscuro. Me levanté de la cama sin poder conciliar el sueño y cuando pasé por delante de la puerta una roca dio suavemente con la puerta.
No sentía nada salvo curiosidad, me acerqué a la puerta y por el ventanal, con rapidez, una sombra se posó delante de este, cuando reconocí la cara me sonrió. Elijah.
Abrí la puerta con cuidado.
—Bueno...— murmuró sin perder la sonrisa. —Creo que tenemos que ponernos al día— me hizo saber. —¿Cómo es que ahora vives aquí?
—Supongo que lo podríamos llamar problemas familiares, estoy segura de que tú sabes de esos temas— murmuré. El sonrió nuevamente.
—Has cambiado— me informó.
—¿Quien no?— definí. —¿Cómo es que Klaus te ha dejado salir?— quise saber.
—Puede que los Salvatore hayan decidido ayudar en el proceso. He visto a Stefan— explicó y un escalofrío recorrió mi cuerpo. —Puede que ya sepa cuál es el problema— me informo al adivinar mi expresión.
—He visto a Esther— mencioné, sorprendiéndole.
—¿Qué sabes?— preguntó, curioso.
—No sé nada— me limité a responder. —Puedes creerme o no, pero, esa voz solo ha querido que abriera el ataúd. Que por cierto, no sé ni cómo lo hice— mencioné. —Dijo que quería hablar conmigo. Luego se fue.
—Eso es intrigante— decretó. —Mi madre apenas quiere hablar con gente, ¿por qué se interesaría en alguien muchísimo más joven que ella? Sobretodo... bueno, ¿podría decir que eres humana?
—Creo que no— definí sin seguridad. —¿Debería hablar con ella?
—¿Deberías?— me preguntó, devolviéndome la pregunta. Sabía a lo que se refería, quería saber si mi voz me había dicho algo sobre el tema.
—No lo sé.
—¿Por qué estás despierta?— preguntó.
—Estaba ayudando a Caroline, no ha sido un día especialmente bonito— me limité a responder. —¿Podemos hablar en otro momento?— cuestioné, esperando un sí. Cosa que ocurrió.
—Buenas noches, Lia— murmuró el original antes de marcharse. Entré de nuevo en casa solo que esta vez me limité a echarme en la cama de mi cuarto.
