Veintisiete

13 4 0
                                    

Taehyung

 

El sábado era el día favorito de Bea, porque me ayudaba en el garaje.

Para Navidad, Ruby le había comprado un mono a juego con el mío. Yo no trabajaba en el taller principal. No era tan estúpido como para tener a mi hija de cuatro años cerca de cosas peligrosas.

Es el día en que hago todo el papeleo, y Bea se sienta a mi lado con su libro de colorear y sus lápices, fingiendo copiarme, con el pelo recogido en coletas, algo en lo que ya me había convertido en un profesional.

Andrew asoma la cabeza por la puerta. —El tipo del BMW está aquí.

¿Lo hago esperar?

Jungkook, estaba hablando de Jungkook. Antes de que pudiera responder, entró por la puerta con una caja blanca en la mano.

—Un pajarito me ha dicho que a alguien le gustan las magdalenas de chocolate, y necesito ayuda para comérmelas.

Sus palabras me hacen preguntarme de qué demonios está hablando mientras un grito excitado viene de mi lado.

—A mí, a mí. Yo —Bea salta en su asiento antes de correr alrededor del escritorio y ponerse delante de Jungkook—. ¡Yo, yo! —grita, levantando la mano. Me pongo de pie mientras Jungkook se agacha y levanta la tapa mostrando una caja llena de magdalenas de chocolate.

Por mucho que quiera gritarle a mi hija que no agarre una, sus lágrimas son mi kriptonita, y sé que arrebatarle una magdalena es una forma segura de que se derrita por completo.

Me rechinan los dientes al ver sonreír a Jungkook. No es la sonrisa falsa, sino una sonrisa natural que muestra sus dientes mientras los ojos de Bea se abren de par en par, una sonrisa en su cara mientras mete la mano en la caja.

—Gracias —Bea sonríe y se lleva el pastelito a la boca, esparciendo chocolate por su cara y haciendo reír a Jungkook como solía hacerlo yo.

El sonido me agarra las tripas y las retuerce.

—De nada, pequeña. Siento lo de ayer. No había cenado y eso me pone de mal humor.

Suelta una risita. —Papá también se pone gruñón cuando tiene hambre.

—Ya lo creo —asiente Jungkook con un guiño mientras se levanta y le tiende la caja a Andrew, que sonríe y toma una antes de metérsela en la boca y desaparecer de nuevo por delante.

Jungkook me mira por primera vez y sostiene la caja. Aprieto la mandíbula para evitar que todo lo que anhelo decir salga a la luz delante de mi hija. Una versión de mí mismo que no quiero que vea nunca.

—No —Sigue saliendo con un mordisco.

—También son tus favoritas —La vocecita se acerca a mí. Jungkook se recupera rápidamente y cierra la tapa de la caja.

—Está bien, tu papi puede comer algunos más tarde —Deja la caja sobre mi escritorio.

Me levantó y arrancó las llaves del gancho, lanzándoselas con una fuerza que sé que duele al tomarlas.

—El coche está listo.

Saca una tarjeta del bolsillo y me la entrega. La paso por la máquina con tanta fuerza que tengo que volver a hacerlo. Arranco el recibo y se lo devuelvo.

—Que tengas un buen viaje de vuelta —le digo, haciendo que sus ojos se abran de par en par.

Me mira y se encoge de hombros. —Estaré aquí un tiempo —dice como si quisiera que yo supiera esa información. O, tal vez, para burlarse de mí porque estaría por aquí un tiempo.

Love Hate •KookV• •Taekook•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora