Querido Ax 2.0:
Hoy ha sido un día lleno de sorpresas, y, como de costumbre, no fueron las típicas. Si creías que mis desventuras estaban en un punto alto, agárrate porque esto se va a poner aún más interesante.
La mañana empezó relativamente tranquila. Max y yo tuvimos una conversación filosófica acerca de las habilidades de los perros para esconder sus juguetes (es una larga historia), y luego me preparé para un día normal en la oficina. Eso fue, por supuesto, hasta que mi torpeza se encargó de añadir un giro inesperado.
Cuando llegué a la oficina, recibí una tarea relativamente simple: llevar unos informes a la sala de conferencias. No parecía haber nada fuera de lo común. Agarré los documentos y me dirigí hacia el lugar. Pero, oh, la ironía, ¿verdad? Al abrir la puerta para entrar, lo último que esperé encontrar fue a Alexander Hartley, el jefe guapo y con cara de que siempre está en control, en una pose que no era exactamente la más profesional.
Alexander estaba en medio de cambiarse de camisa. La puerta se había abierto más de lo esperado y la escena que se presentó ante mis ojos fue completamente inesperada. Allí estaba él, con el torso desnudo y la mirada fija en su armario, intentando decidir cuál camisa ponerse. La vista era como una de esas fantasías locas que la gente suele tener, pero en lugar de ser una fantasía glamorosa, era una escena incrustada en el mundo real con una Mika petrificada en la entrada.
Mi reflejo natural fue cerrar la puerta de golpe, pero mis movimientos torpes hicieron que la puerta chocara con el marco, produciendo un sonido que pareció resonar por toda la oficina. Alexander levantó la vista, sorprendiendo completamente. Nuestros ojos se encontraron, y, por un breve momento, todo quedó en silencio, solo roto por el sonido de mi respiración agitada y el brillo en sus ojos.
—Mika... ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó, con una mezcla de asombro y una sonrisa que parecía a punto de estallar en risa.
—Uh, sólo... entregando estos informes —dije, tratando de sonar lo más profesional posible mientras mi rostro se ponía rojo como un tomate.
Alexander rápidamente se puso la camisa, claramente tratando de esconder su diversión. —Parece que tienes un talento especial para las sorpresas.
—Sí, y normalmente no son tan... privadas —respondí, sintiendo que mis palabras eran todo menos elegantes.
Con una sonrisa que se parecía más a una risa contenida, Alexander se acercó a la puerta y me entregó los informes. —Gracias por la entrega, Mika. Creo que tendré que empezar a mantener la puerta cerrada.
—No te preocupes, estoy segura de que la próxima vez seré más discreta —dije, tratando de escapar antes de que la situación se volviera aún más incómoda.
Me apresuré a salir de la sala, sintiendo que cada paso me acercaba a un abismo de vergüenza. Aunque intenté mantener la compostura, sabía que la imagen de Alexander cambiándose de camisa sería una de esas cosas que se quedarían grabadas en mi memoria para siempre.
Siempre tuya, una Mika que debe ir a rezar
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Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras
Humor"Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras" sigue a Mika, una joven de 20 años que parece tener un imán para el caos. Junto a su travieso perro Max, Mika enfrenta una serie de desastres hilarantes, desde mañanas desastrosas hasta entrevistas de tra...