Querido Ax 2.0:
El sábado llegó y con él, una mezcla de emoción y pánico que me hizo cuestionar mis decisiones. Aunque me había preparado para mi cita con Alexander, había algo en la perspectiva de vestirme para una salida formal que me hacía sentir como si estuviera a punto de saltar de un avión sin paracaídas. Pero, al menos, no estaba sola en esta travesía; Max estaba a mi lado, observando con una mezcla de curiosidad y desinterés canino.
Me levanté temprano, decidida a aprovechar al máximo el día. Elegí un vestido azul oscuro que, aunque era elegante, también permitía que me moviera con la gracia de un pato en el agua (gracias a mis torpezas, claro). Me aseguré de que Max estuviera bien atendido antes de salir, dejándolo en manos de mi vecino y amigo, Dave, quien aceptó gustosamente cuidar de él mientras yo estaba fuera.
El tiempo pasó más rápido de lo esperado, y antes de darme cuenta, ya estaba frente al restaurante italiano que Alexander había elegido. El lugar era acogedor, con luces tenues y una decoración elegante que hacía que el ambiente fuera romántico sin ser demasiado cursi. Me sentí aliviada al ver a Alexander esperándome en la entrada. Llevaba un traje sencillo pero sofisticado que se le ajustaba perfectamente, y me di cuenta de lo guapo que podía ser sin esfuerzo.
—¡Hola, Mika! —dijo Alexander con una sonrisa cálida, extendiendo su mano para saludarme. —Estás increíble.
—Gracias —respondí, tratando de no sonrojarme demasiado. —Tú también te ves genial.
Entramos al restaurante y nos dirigimos a nuestra mesa. La conversación comenzó con nerviosismo, pero pronto se convirtió en una charla relajada y divertida. Hablamos de todo, desde anécdotas graciosas del trabajo hasta nuestras películas y libros favoritos. Fue refrescante poder hablar sin la presión del trabajo, y me sorprendió lo fácil que fue conectar con Alexander en un nivel más personal.
Mientras esperábamos nuestra comida, el camarero se acercó con una botella de vino.
—Este vino es de la casa —dijo con una sonrisa. —Se ofrece a los invitados de Alexander.
—¡Vaya! —exclamé, mirando a Alexander con sorpresa. —No sabías que el vino era parte del plan de la cita, ¿verdad?
—No, pero parece que tenemos suerte esta noche —respondió Alexander con una sonrisa cómplice. —Siempre es bueno tener un poco de ayuda cuando se trata de hacer que una cita sea memorable.
Nuestra cena fue excelente; la comida estaba deliciosa y el ambiente seguía siendo perfecto. La conversación fluía y reímos a carcajadas en más de una ocasión. Me sentí cómoda y relajada, y empecé a olvidar que estaba en una cita con mi jefe.
Después de la cena, decidimos dar un paseo por el parque cercano. Las luces del parque parpadeaban suavemente, y el aire fresco era un cambio agradable después de la comida. Mientras caminábamos, Alexander y yo compartimos historias de nuestra infancia, y me sorprendió descubrir que teníamos muchas cosas en común.
Fue durante este paseo que me di cuenta de lo mucho que disfrutaba pasar tiempo con él. Era un tipo increíblemente comprensivo y divertido, y el caos de la oficina parecía un recuerdo lejano. Alexander era alguien con quien podía hablar de cualquier cosa, y eso era una sensación maravillosa.
De repente, mientras cruzábamos un puente en el parque, Alexander se detuvo y miró hacia el horizonte. Me quedé allí, esperando a que él dijera algo.
—Mika, tengo que decirte algo —dijo finalmente, girándose para mirarme. —Este ha sido un gran día. Me alegra mucho que hayas aceptado salir conmigo.
—Yo también me alegro —dije, con una sonrisa genuina. —Ha sido increíble.
Entonces, antes de que pudiera reaccionar, Alexander se inclinó y me besó suavemente. El beso fue breve pero lleno de una ternura inesperada, y me dejó con una sensación de calidez que no había experimentado en mucho tiempo.
Cuando nos separamos, ambos estábamos sonriendo, y pude ver en sus ojos que también había sentido una conexión especial.
—Wow, no esperaba que el final de la cita fuera así —dije, riendo nerviosamente. —Pero no me quejo.
—Yo tampoco —respondió Alexander con una sonrisa. —Parece que el caos y la locura pueden llevar a algo bueno después de todo.
Con la cita concluida, volvimos a casa, sintiéndonos contentos y satisfechos. Max estaba esperándome con su cola moviéndose alegremente cuando llegué, y no podía evitar pensar que había sido un gran día.
A pesar de todos los problemas y malentendidos que habían ocurrido, este día había sido diferente. Había disfrutado cada momento y me sentía esperanzada por lo que el futuro podría traer. Mientras me preparaba para ir a dormir, con Max acurrucado a mi lado, me di cuenta de que, a veces, el caos y la torpeza pueden llevar a algo realmente especial.
Siempre tuya, Mika
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Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras
Mizah"Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras" sigue a Mika, una joven de 20 años que parece tener un imán para el caos. Junto a su travieso perro Max, Mika enfrenta una serie de desastres hilarantes, desde mañanas desastrosas hasta entrevistas de tra...