Del Sueño al Desastre

7 2 0
                                    



Querido Ax 2.0:

Hoy fue uno de esos días en los que todo lo que podía salir mal, salió mal, y si había alguna manera de hacer que el universo se riera a carcajadas, puedes estar seguro de que lo hice. El destino, en su infinita sabiduría y sentido del humor, decidió que hoy debía ser el día en que mis intentos de ser "atractiva" y "sexy" se convirtieran en el mayor desastroso espectáculo de la oficina. Así que, prepara tus palomitas, porque este es un episodio de pura comedia.

Todo comenzó con mi nueva misión personal: conquistar al nuevo vecino, Matt. Desde que se mudó al edificio, no he podido dejar de pensar en él. Y claro, como cualquier chica en mis circunstancias, decidí que lo mejor era intentar ser más atrevida y sexy para impresionar a mi guapo vecino. Mi plan era simple: arreglarme, ponerme algo provocativo y pasar por el edificio como si fuera una pasarela de moda.

El lunes por la mañana, me desperté con una explosión de entusiasmo. Había pasado toda la noche pensando en cómo llamar la atención de Matt. Pero, como es habitual en mi vida, las cosas no salieron según el plan. Aparentemente, mi alarma decidió tomarse un día libre, así que me desperté tarde, con la sensación de que algo iba terriblemente mal. La alarma no sonaba, el sol estaba brillando y yo me encontraba en un estado de confusión total.

En lugar de mi habitual atuendo casual, me levanté y comencé a prepararme con la esperanza de tener aún tiempo para hacerme una pequeña transformación. Así que me vestí con el conjunto más atrevido que encontré en mi armario: un vestido de lentejuelas que claramente no estaba diseñado para actividades cotidianas, y tacones que podrían haber sido diseñados por un sádico. Como si eso no fuera suficiente, me puse un maquillaje que podría haber sido la envidia de cualquier estrella de cine. Mi cabello estaba perfectamente peinado, y yo me sentía como una diosa.

Sin embargo, en lugar de salir de casa con una sonrisa y una actitud segura, me encontré con que no había tiempo para prepararme un café, para alistar mi bolsa o para siquiera pensar en las consecuencias de mi elección de vestimenta. Salí corriendo de casa y tomé un taxi a toda prisa, sin darme cuenta de que el taxi estaba tan lleno de tráfico que llegué tarde al trabajo.

Cuando finalmente llegué a la oficina, mi primer signo de alarma fue el silencio absoluto que se apoderó del lugar. ¿Dónde estaban las risas, el bullicio? El segundo signo fue el rostro de mis compañeros de trabajo, que estaban mirando con una mezcla de incredulidad y horror. Y ahí estaba yo, en el centro de la oficina, vestida como si estuviera lista para una fiesta en lugar de para una reunión de trabajo.

Como si la situación no pudiera empeorar, el jefe, Alexander Hartley, estaba en una reunión importante con un grupo de clientes importantes. Mi llegada inesperada y completamente inapropiada hizo que se distrajera tanto que terminó tropezando con una de las sillas de la sala de conferencias y derramando café sobre su traje. ¡Sí, el café volvió a ser el villano, esta vez con un toque de elegancia!

Mientras me dirigía rápidamente a mi escritorio, intenté explicar la situación, pero el daño ya estaba hecho. La reunión se había vuelto un caos total, con Alexander tratando de limpiar su traje mientras los clientes miraban confundidos y preguntaban si estaba siendo forzado a usar ropa tan "peculiar". En un esfuerzo por calmar la situación, Alexander decidió que lo mejor era dar una breve pausa, mientras intentaba recomponerse de la sorpresa.

No obstante, las cosas se complicaron aún más cuando el departamento de recursos humanos decidió intervenir, aparentemente habiendo recibido quejas sobre la "indumentaria inapropiada" de las empleadas. ¿Qué? ¿En serio? ¡Todo esto había empezado por mi error! La oficina estaba al borde del caos, con las miradas de incredulidad dirigidas hacia mí mientras intentaba disculparme.

—Mika, ¿qué demonios llevas puesto? —preguntó Alexander, tratando de ocultar su frustración mientras se secaba con un trapo.

Intenté aclarar la situación con la mejor de mis intenciones. —Lo siento, Alexander. Me quedé dormida y me vestí para impresionar al nuevo vecino. No me di cuenta de que este atuendo no era apropiado para el trabajo.

—¿Impresionar al nuevo vecino? —dijo Alexander con una mezcla de incredulidad y exasperación. —¿Te das cuenta de que te has convertido en el centro de atención de la oficina por todas las razones equivocadas?

Mientras intentaba explicar mi descuido, el departamento de recursos humanos entró en la oficina para hacer una revisión de la vestimenta de las empleadas. El jefe, que estaba aún empapado en café, parecía estar al borde del colapso. Las miradas de reproche y sorpresa de mis compañeros no hacían más que intensificar la situación. Finalmente, el jefe fue llamado a la oficina de recursos humanos para aclarar el malentendido.

Al final del día, Alexander tuvo que dar una disculpa formal a los clientes por el incidente y explicar que no había sido una política de la empresa obligar a las empleadas a usar ropa inapropiada. Los recursos humanos aclararon que la vestimenta no era parte de una política oficial, sino que era una confusión que había llevado a un caos total. Mientras tanto, yo estaba atrapada en mi escritorio, tratando de no hacer contacto visual con nadie y esperando que el suelo se abriera bajo mis pies.

Mi lección del día: ser atrevida y sexy puede tener resultados desastrosos cuando el universo decide que el caos es la mejor forma de diversión. Quizás la próxima vez debería optar por un atuendo más convencional, o al menos asegurarme de que mi alarma funcione. Mientras tanto, seguiré adelante con la esperanza de que mañana será un día menos dramático y más acorde a la normalidad.

Siempre tuya, incluso cuando las cosas se ponen incómodas,

Mika

Las Crónicas de Mika: Torpeza y TravesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora