Querido Ax 2.0:
El lunes llegó y con él, la inevitable resaca de felicidad de la cita con Alexander. Aunque la noche había sido fantástica, desperté con la sensación de que mi vida estaba a punto de convertirse en un nuevo nivel de caos. Y no me equivoqué. Mi día en la oficina comenzó con una serie de desastres que hicieron que el sábado por la noche pareciera una brisa en comparación.
Me desperté tarde, como siempre, con una alarma que decidió tomar el día libre justo cuando más la necesitaba. Cuando finalmente logré arrastrarme fuera de la cama, Max, el travieso de mi perro, decidió que era el momento perfecto para jugar a "busca el calcetín perdido", que no ayudó a mi prisa. Después de una serie de carreras frenéticas por la casa, logré encontrar un par de calcetines que no combinaban del todo, pero al menos eran funcionales.
De alguna manera, logré vestirme y salir de casa. Como era de esperar, mi intento de arreglarme rápido llevó a un desastre total: mi blusa estaba al revés y mi cabello parecía haber sido atacado por una tormenta. No obstante, decidí que lo mejor era mantenerme optimista y enfrentar el día.
Llegué a la oficina justo a tiempo para ver a Alexander entrando en el edificio. Lo primero que noté fue su sonrisa, la cual no podía dejar de recordar desde nuestra cita. Pero antes de poder saludarlo, algo en mi bolso se movió y un espantoso ruido de vidrio roto me hizo darme cuenta de que, en medio de mi caos matutino, había olvidado sacar una botella de salsa de tomate que se había estrellado. La salsa, que se había derramado en mi bolso, comenzó a gotear por el suelo, creando un pequeño charco rojo.
—¡Mika! —exclamó Alexander al verme. —¿Qué te ha pasado?
—No, no te preocupes —dije con una risa nerviosa mientras trataba de limpiar el desastre con las servilletas que tenía a mano. —Solo es un pequeño incidente de la mañana. No es nada que no pueda manejar.
Después de limpiar lo mejor que pude, traté de concentrarme en mi trabajo, pero parecía que el caos no tenía intención de darme un respiro. A media mañana, mientras intentaba organizar unos papeles importantes, me encontré con una gran cantidad de documentos que estaban completamente desordenados. Cuando traté de reordenarlos, me di cuenta de que me había equivocado de pila y terminé con un montón de papeles que no tenían sentido para mí.
Mientras tanto, el jefe del departamento de IT, Tomás, estaba al borde de un ataque de nervios. Había solicitado una reunión para solucionar un problema técnico urgente, y yo, siendo la asistente en apuros, me ofrecí para llevarle el café. Por supuesto, en mi torpeza, derramé parte del café en su escritorio justo cuando Tomás estaba en medio de una explicación crucial. La cara de frustración de Tomás fue un espectáculo digno de una comedia.
—Lo siento, Tomás, lo siento mucho —dije mientras trataba de limpiar el café con una servilleta, sintiendo que el suelo se abría bajo mis pies.
Finalmente, la mañana transcurrió sin mayores incidentes, aunque con una serie de desafíos que se sentían interminables. A la hora del almuerzo, Alexander y yo decidimos comer juntos en la cafetería de la oficina. Pensé que podría ser un buen momento para relajarnos y charlar un poco. Pero, como era de esperar, el destino tenía otros planes.
Mientras hablábamos, Max, mi perro, logró escaparse de mi apartamento. No estoy muy segura de cómo sucedió, pero pronto estaba corriendo por el pasillo de la oficina, ladrando y causando un verdadero alboroto. La llegada de Max hizo que la conversación se desbordara en un caos absoluto. El perro, emocionado, empezó a correr por la oficina, deslizándose sobre papeles y causando una serie de distracciones que provocaron que varias personas se levantaran de sus escritorios para intentar atraparlo.
Finalmente, logré atrapar a Max en mis brazos, sintiendo que las miradas de mis compañeros de trabajo se posaban sobre mí. Alexander se rió mientras yo trataba de controlar a Max, que estaba enloquecido por el entusiasmo.
—Parece que tu vida nunca es aburrida, Mika —dijo Alexander con una sonrisa. —No sé si eso es bueno o malo.
—Lo sé, ¿verdad? —respondí, riendo. —Es como si estuviera en una película de comedia que nunca termina.
A pesar de todos los desastres y problemas que ocurrieron durante el día, la tarde transcurrió con una tranquilidad inesperada. Alexander y yo seguimos charlando y riendo, y me di cuenta de que, a pesar de todo el caos, realmente disfrutaba de su compañía. El desastre era parte de mi vida, pero con Alexander a mi lado, parecía que todo se hacía más llevadero.
Finalmente, al final del día, me sentí exhausta pero satisfecha. No había sido el mejor día en términos de eficiencia y profesionalismo, pero había sido un día lleno de risas y momentos memorables. Mientras me dirigía a casa, me sentía aliviada y contenta, y me di cuenta de que, a pesar de todos los contratiempos, estaba empezando a disfrutar de la nueva dinámica de mi vida.
Siempre tuya, Mika
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Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras
Humor"Las Crónicas de Mika: Torpeza y Travesuras" sigue a Mika, una joven de 20 años que parece tener un imán para el caos. Junto a su travieso perro Max, Mika enfrenta una serie de desastres hilarantes, desde mañanas desastrosas hasta entrevistas de tra...