Capítulo 31

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Mark Harringtons.

Cruzo miradas con Clint antes de salir de la habitación con Franco.

Debe cuidarla de esas personas.

Aprieto los labios enojado por la gente de ahí adentro, ninguna le preguntó como estaba o si necesitaba algo. Solo la quieren humillar.

— Yo no lo hice.— Escucho el susurro del tipo apenas se cierran las puertas del ascensor.

Observo al tipo de pies a cabezas, traje caro junto al parecer su personalidad narcisista le da el toque para ver que el tipo de aquí se cree dios.

Ya veo de donde sacó el ego Vega, al parecer viene de familia.

Se me incha el pecho de orgullo al recordar la seguridad de ella junto con Clint al hablar de lo que pasaba en la empresa.

— Yo no lo hice.— Levanto la mirada al volver a escuchar el susurro desgarrado del hombre al frente de mi.

Ya no queda ninguna gota de la seguridad que tenía en la sala, su palides y la forma que sus ojos están perdidos me dicen que él está diciendo la verdad pero las pruebas que dieron, dicen lo contrario.

— Las pruebas estaban en la mesa.— Me limito a decir, este se tensa y voltea un poco el rostro, parpadea como si acabara de darse cuenta que estoy ahí.

— Lo vi.— Asiente y llega la planta baja, salimos del asensor agarrando su brazo y captando todas las miradas de las personas al rededor.

Escucho los susurros de la gente, las miradas juzgadoras y puedo entender el porque a Vega no le debe gustar venir aquí.

Nos dirijo hasta mi auto y saco las esposas que tengo en la guantera, las abro y las coloco en las muñecas de Franco, deja que lo haga como si un muñeco se tratara, parece otro hombre apenas las palabras salieron de la boca de Clint y al ver los papeles en mesa.

Frunzo un poco mi ceño pensativo.

— ¡No lo toques!— El chillido me hace despertar de mis pensamientos, giro el rostro encontrandome a la que me imagino que es la madre de Franco. Su apariencia pulcra quedó atrás al saber en lo que su hijo está metido, sus ojos llenos de rabia me miran y veo las claras señales de querer asesinarme. Se detiene frunce su ceño y volteo el rostro hacía su hijo.— ¿Por qué? ¿Enserio lo hiciste?— Chilla hacía él y este la mira inexpresivo.— ¡¡Respondeme!!— Franco parpadea sin decir nada, la mujer da un paso adelante apretando los puños llenos de rabia.

— No se acerque señora.— Su pecho sube y baja volviendo la vista a mi de golpe.

— No me hables bestia.—  Dice entre dientes.

— Me gusta bestia, seguramente le diga así cuando follemos.— Su cara se disfigura al escuchar la voz de Vega. Me lamo los labios, cuando la imagen de ella gimiendo en mi oido diciéndome esa palabra me pasa por la mente.

Al cruzar miradas con ellas sus ojos brillan divertidos como si supiera lo que estoy pensando.

— Tú.— Se acerca a ella roja de rabia, gruño molesto. Se paraliza y Vega sonríe.— ¿Qué quieres? Franco no hizo esto, no puedes permitir que salga en la prensa.— La cara de la señora cambia y parece que en cualquier momento va a vomitar.

— Eso sería bueno ¿Qué crees que pongan? Hijo de la familia perfecta, es un ladron y roba a su familia.— Vega se rie por lo bajo, la rubia resopla.

— ¿Qué quieres? Haré lo que sea.— Suplica, mira hacía los lados cuando se da cuenta que la gente observa y se empiezan a amontonar cerca de nosotros.

Bebida, Lagrimas y Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora