“Es un sueño que se repite en mí, cada vez más real,” dijo Rhaenyra, cerrando los ojos mientras trenzaba su cabello y respiraba con calma.
“Princesa,” dijo Harwin, su omega, tomando su mano con ternura y acariciándola suavemente. “Es solo un sueño.”
Rhaenyra negó con la cabeza, frustrada por la falta de comprensión de Harwin, a pesar de haberle contado su sueño demasiadas veces en sus diez años de matrimonio.
“Ver a esos príncipes y princesas Targaryen me hace sentir algo inexplicable. Siento que soy la madre de todos ellos… Es un sueño que comencé a tener desde el nacimiento de Jacaerys, y se volvió más intenso con el nacimiento de Lucerys, y luego más con el de Joffrey…” Rhaenyra apretó la mano de su omega, acercando su rostro al de él. “Siento que ese sueño es profético. Quizás mi destino es tener más hijos.”
Harwin le regaló una sonrisa reconfortante y besó sus labios. “¿Cuatro hijos no son suficientes? No creo que Laenor y yo podamos darle tantos hijos.”
Rhaenyra esbozó una sonrisa, pero sus pensamientos seguían atormentándola. “Es solo que en mi sueño no estás tú, Harwin, y tampoco Laenor. Hay otro omega en mi sueño; él es joven, y yo ya soy mayor, mucho mayor. No me gusta ese sueño porque no estás tú.”
“Pero si ese es el futuro, y será uno bueno para usted, que así sea,” dijo Harwin con calma, aunque en su voz se podía percibir una leve melancolía.
Rhaenyra se acercó a él y lo abrazó con fuerza. Diez años de matrimonio, tres hijos juntos, y Harwin todavía le hablaba con esa formalidad y respeto que la hacían sonreír con ternura. A pesar de todo, él seguía llamándola “Princesa Rhaenyra”, como lo había hecho desde el primer día.
“¿Tú nunca vas a cambiar, o sí?” murmuró Rhaenyra, acariciando su mejilla. “Te vas a quedar a mi lado, y tú serás el que me dé esos príncipes.”
Harwin no tuvo tiempo de responder antes de que Rhaenyra lo atrajera hacia ella, capturando sus labios en un beso tierno y suave. Sus dedos largos y finos comenzaron a deslizarse por el cuerpo de Harwin, encontrando su camino hacia sus pezones. Con un toque suave, Rhaenyra los acarició, aplicando la presión justa que hizo que Harwin dejara escapar un gemido suave, su cuerpo arqueándose bajo su toque.
Rhaenyra, sintiendo la respuesta de Harwin, dejó que sus labios se separaran de los suyos solo para descender lentamente por su pecho. Su boca encontró uno de los pezones de Harwin, y lo atrapó entre sus labios, saboreándolo con cuidado. Al mismo tiempo, sus dedos no dejaron de estimular el otro, alternando entre suaves caricias y pellizcos que enviaban oleadas de placer a través del cuerpo de Harwin.
Con los ojos cerrados, Harwin se entregó a las sensaciones, su respiración volviéndose más pesada mientras Rhaenyra continuaba explorando su cuerpo con una maestría adquirida a lo largo de los años. Ya no era la joven alfa inexperta de antaño; ahora, Rhaenyra sabía exactamente cómo complacer a su omega, cómo llevarlo al borde del éxtasis con cada toque y cada beso.
"Harwin," susurró Rhaenyra,mientras liberaba sus feromonas. Con un movimiento lento y deliberado, se desató la bata, revelando su pecho, ahora más maduro y prominente que antes. Harwin abrió los ojos, su mirada encontrándose con la de Rhaenyra, sintiendo la conexión entre ellos intensificarse.
Sin apartar la vista de su alfa, Harwin alargó las manos, dejando que sus dedos recorrieran con suavidad el pecho de Rhaenyra. Mientras lo hacía, Rhaenyra dejó escapar un suspiro de satisfacción, sus cuerpos acercándose aún más, como si el simple toque fuera capaz de unirlos en una danza silenciosa de placer.
Rhaenyra y Harwin estaban inmersos en sus besos, el aire cargado con las feromonas de ambos, cuando un golpe en la puerta interrumpió el momento. Rhaenyra, con los labios aún hinchados por el beso, se apartó un poco y, con un tono de ligera molestia, preguntó: "¿Quién es?"
ESTÁS LEYENDO
Los omegas de Rhaenyra [Daemyra + Rhaenicent + Rhaegon]
RandomCuando tenía quince años, aún no había manifestado mi género, y en un mundo donde solo un alfa podía ser el heredero al Trono de Hierro, esto planteaba un desafío. Sin embargo, mi padre, Viserys Targaryen, un alfa dominante, rompió años de tradición...