Capítulo 15

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«Sobrepasando los limites»

Brandon Bonardi.

Bruno lleva medio minuto observándome con sus dos iris enfadados, y aunque no recuerde quién soy ni quienes somos me da a entender que Hanna es más que una mujer que deseo, ella es alguien a quien no debo tocar y ni siquiera imaginar cosas indecente. Joder, que frustrante.

— ¿Que quieres Bruno? — ladró mientras me levanto de la cama para limpiarme de mis fluidos.

— Brandon, Hanna es nuestra prima, recuérdalo — su voz gruesa y amenazante me hace voltear de pronto y caminar hasta su dirección.

— ¿Recordar? Eso lo tendría que hacer mi polla cada vez que la ve.

Joder, es cierto, desde que desperté con ella en mis labios, no he podido sacar de mi esa sensación irracional, es como si ella fuera mi droga y yo su maldito drogadicto. Estoy bastante seguro que antes ya había pasado más entre nosotros, muero por rememorar .

Como mierda no voy a recordar.

— ¿Estas loco, crecimos juntos Brandon? — Bruno entra cerrando la puerta. Puerta que se detiene justo cuando entra Gustavo.

— No es genéticamente su prima, Bruno, relájate.

— Entonces no estoy practicando incesto. — añado con burla en mi tono de voz.

— ¿Que va a pasar con Julieta? Han sido pareja por cinco años Brandon — Bruno no deja de martirizarme con sus oportunas preguntas.

— Si, yo también quiero saber. — llegó la que faltaba, Julieta.

— Lo siento, Julieta pero no puedo recordar nada entre tú y yo — Noto la decepción ceñirse bajo su semblante y sus ojos se vuelve cristales.

— Brandon, desde hace tiempo yo sabía que entre tú y yo no iba a más, y lo acepto, esto no afectará nuestra amistad, por nada del mundo. — se da media vuelta y añade — Nos vemos.

Siento una sensación de remordimiento, de pronto me duele la cabeza y quiero recostarme, pero antes debo quitar el pegoste que esta entre mi boxer y mi polla.

— Eres un hijo de puta, Brandon... — Sale Bruno enfadado de mi habitación, mientras se me acerca Gustavo.

— Sabía yo que estabas loco por la diablita, Brandon esa actitud sobreprotector hacia Hanna no era normal — dice encendiendo un tabaco.

Me quito la sudadera en el baño, me bajo el boxer y lo tiro en la cesta de ropa sucia, mientras lavo mi miembro le digo:

— Todavía no tengo en claro lo que siento por esa morena, lo que si se es que me pone a mil.

¡Demonios, si que lo hace!

Esa mujer tiene que ser ilegal, es esa manzana dulce y tentadora que te hace encaminar en el valle del pecado, sus ojos azules y sus pobladas pestañas mirándome con lujuria y deseo.

Una diosa en todo su esplendor.

Después de un rato hablando con Gustavo mientras me tomo la medicina, me dejó vencer por el sueño.

Me despierto alterado con pequeños fragmentos del enfrentamiento de esa noche, me siento agitado y sudado, tengo calor miro hacia el ventanal que está abierta dejando entrar una fresca brisa que obviamente no había sentido antes.

Me levanto de la cama, para acercarme al espejo de mi clóset, observo mi cabeza rapada y la cicatriz bastante notoria.

Malditos infelices.

El Heredero de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora