Capítulo 10

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«Desiciones incomodas»

Brandon Bonardi.

El estado de ánimo ansioso y desperado por el que me encuentro me hace sentir bastante enfurecido, quería besarla, quería tomar lo que me pertenece de una vez por toda, Hanna estaba a mi merced, o eso creía yo.

Sus labios pidiéndome que la bese y cuando cerró esos ojos, ¡Demonios! Sentí como la polla se me levantaba, estaba seguro que si la besaba no iba a parar hasta tenerla encima de mi.

Estoy loco por poseerla como lo hice, perderme en su delicioso coño y que me suplique por más, joder, escucharla gemir, escucharla suplicar por mi polla genera una necesidad que jamás pensé tener, me he costado con muchas mujeres y ninguna me ha echo sentir como la diablita lo hace, es tan jodidamente adictivo.

La forma en cómo jadea, la manera en la que se vuelve cuando le digo palabras obscenas, y la carita que pone cuando está cachonda.

Mierda, Hanna, me estás volviendo loco.

Mientras camino hacia el ascensor con un ceño fruncido, por la interrupción de aquella imbecil, el celular vuelve a sonar, y al mirar de quien se trata, contesto:

— Julieta.

La escucho llorar y un estruendo de musica al fondo, miro hacia atrás para asegurarme de que Hanna no me vea. ¿Desde cuando te escondes? Sacudo mi cabeza de un lado a otro, decepcionado de mi, no tengo porqué esconderme ni mucho menos sentir que la estoy traicionando. Debo aclarar mi mente y recordar mi posición en estos momentos, solo soy el puto niñero de Hanna, más nada.

— Brandon, muchas veces te he pedido más, más que follar y nunca has querido... pero llega esa maldita perra y le das hasta más tiempo que a mí, sales por ella, quiero que me mires como lo haces cuando ella aparece, ¿Crea que nadie se da cuenta?

—¿Estás tomada? ¿Donde estas? Iré por ti.

— Se acabó Brandon, No quiero ser más tu desahogo, quiero que alguien le importe así como a ti te importa Hanna. — llorá.

Mierda, siento carga de remordimiento escucharla de esa manera, sé que soy un hijo de puta, pero ella es una mujer y yo sé que las mujeres son complicadas. Además la conozco mejor que nadie, sé lo mucho que le cuesta acabar con esto, fueron cinco años y mentiría si dijera que no significa nada, por qué si, si lo hago, es una amistad que valoro pero siempre fui claro con ella, nunca le mentí.

— Sabes que a mí no me importa Hanna, estoy aquí porque es mi obligación, Julieta...

—¡Brandon! — un grito desgarrador suena en la otra línea pero pierde mi total atención de inmediato cuando un fuerte golpe y un quejido proviene del pasillo, obligándome a colgar,  me giro para ver ha Hanna tirada en el suelo.

— !ah! Mierda — Exclama Hanna en medio de un sollozo.

Subo las escasas escaleras que había bajado sin darme cuenta, y me apresuro en ayudarla a levantarse, pero sólo logró que me aparte con un empujón, cuando su palma golpea mi pecho me percato del corte profundo que se ha provocado. Alzo la vista y sus mejillas están humedecidas.

— Oh, Hanna.

Como puede se levanta terminando de quitarse el catéter del brazo y lanzándolo al suelo, dejando salir más sangre. Me impresiona, Hanna es una mujer testaruda y bastante orgullosa. Orgullo que he decidió romper al instante que la tomo para abrazarla pero ella como siempre portándose como un maldito gallo de pelea.

El Heredero de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora