Capítulo 18

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«Las mentiras tienen patas cortas»

Hanna Volkov.

Obligó a mis ojos en abrirse, mientras reparo el dulce rostro de Brandon, sus fracciones están totalmente relajadas, nunca lo habia visto de tal manera. Siempre carga con un ceño fruncido, su mirada aterradora y esa actitud de mierda que me saca siempre lo peor de mí.

Levanto una mano para seguir sus cejas sin se tocadas, luego su nariz perfilada, su barba recién pulidas y la boca, esa misma boca que me hizo tocar el cielo con ambas manos.

De pronto se remueve, girando su rostro al otro lado de la cama donde puedo visualizar la cicatriz bastante viva en la cabeza y recordad que casi lo perdía, hace que me duela. Agradeciéndole a los dioses por haberlo cuidado y mantenido con vida.

Estiro mi cuerpo y emito un fuerte bostezo para luego levantarme de la cama e ir directo al baño. Procedo en asearme y aplicarme mis cremas matutinas, después de casi un hora vuelvo a salir. Brandon se ha dado la vuelta, y mierda, me da una visión bastante sexi. La sábana solo tapa su abultado trasero, dejando libres las piernas, su espalda bien marcadas mostrándome un tatuaje bastante grande que cubre en su totalidad. La muerte con una máscara de sufrimiento, la verdad transmite un escalofrío mensaje.

Me coloco un conjunto de shorts y camisa de tiritas bastante hogareño de color rosado pastel, y una coleta alta. hoy es sábado y pasaré todo el día en casa, o bueno eso creía.

Cuando bajó un olor a pancakes deleita mis fosas nasales, y al entrar a la cocina me encuentro con mi tía Mei y mi tía Annette, una está picando trozos de frutas en un bol y la otra esparce la masa de pancakes en un sartén cubierto de mantequilla.

— Buenos días — saludo abrazando a ambas mujeres con la diferencia que a mí tía Annette le doy un beso en su creciente abdomen.

— Buenos días, diablita, ¿Como dormiste?

— De maravilla.

Ambas se miran entre sí y ríen a carcajadas, algo que me deja totalmente desconcierta. Hay una complicidad entre ellas que me dejan con un interrogatorio en mi trastornada cabeza.

Arrastro la silla al lado de mi tía Mei, tomo asiento y como siempre le robo un trozo de fresas rebanada.

— ¿Por qué rieron de esa manera? ¿Que les causó tanta risa? — pregunto con interés, bastante de echo, no es algo normal que ellas se miren como lo hicieron, como si supieran algo que yo no, y eso me hace sentir nerviosa.

— Hanna, anoche te vimos... Tu sabes con Brandon — titubea mi tía Annette sin tanta confianza.

¿Que carajo? Empiezo a sentirme inquieta, mi ritmo cardíaco se aceleró y mis manos entró en una sudoración extrema. Tratando de tragar lo poco que me queda de fresa en la boca para no ahogarme mientras que mi rostro cargado de sorpresas le gritan: Si, me folle a Brandon, me encanta como me llena, su manipulación me derrite y que yo sea su puta exclusiva de él me mata.

— Yo...— bajo mi mirada a la mesa sin poder articular palabra. Que lo sepa Bruno estaba bien, pero que lo supiera estas dos mujeres realmente es un peligro y no por que crea que van a ir a vociferar a lo cuatro vientos que Brandon y yo follamos, si no que, así como ellas nos vieron fácilmente pudieron ser el tío Gabrielle, Alessandro o el más importante mi tío-papá Maximiliano.

Dios, no sé cómo se sentirían ellos al enterarse, ¿Se sentirán decepcionados? Si, por supuesto que lo harán, estoy en una jodida mierda.

— Hanna, debes contarlo antes de que todo esto explote... será peor para ustedes.

El Heredero de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora