Capítulo 12

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«No pensé en salirme de control»

Brandon Bonardi.

Al entrar al Club, busco un lugar lejano del escenario, una esquina oscura donde Hanna no pueda verme, necesito esconder mi malestar, mi frustración de verla ahí y no poder hacer una jodida mierda.

Me enderezo cuando aparece Hanna, vestida como el ángel más hermoso que he podido ver, un ángel como ella debería ser ilícito, prohibido para la sociedad.

No he podido dejar de tener pensamientos pecaminosos desde que la vi bajar por esas escaleras, su cuerpo esbelto y trabajado, un abdomen delgado y ese trasero joder, necesito volver a nalguear ese culo duro Moreno.

La luz hace que sus ojos resalten como dos diamantes azules, todos estan embobados por la morena de ojos claro que está dando su mejor show, estoy tan concentrado que no me habia percatado cuando llego Gustavo.

- Aquí tienes para que pagues por tu diablita - dice con un tono burlón.

- ¿Quien te dijo a ti que quiero pagar por ella?

- Si no lo haces lo haré yo, y no me voy a resistir Brandon, tu prima me gusta y lo sabes, solo me he cohibido por nuestra amistad.

Volteo a mirarlo, Gustavo está hablando muy seriamente, si no lo hago no solo será Gustavo también podría ser cualquier otro malnacido que está en este lugar.

- Bien - le recibo el dinero para encaminarme hasta la oficina de Anoids.

Cuando llego, veo a cinco hombres ofreciendo más de treinta mil dólares por la diablita.

Paso llevándome a varios por el medio, agarró a uno por el cuello y lo saco como si fuera un gato callejero, cerrando la puerta en sus narices.

Me vuelvo hasta donde está Anoids con un tabaco en los labios y a su derecha una mujer totalmente desnuda, con un un collar en su cuello.

- Aquí tienes los treinta mil - le abro la maleta en el escritorio, el hombre los mira, agarra una paca y lo huele como un maniático.

- ¿Por qué crees que te lo aceptaré?

Saco mi arma y le apunto, el tipo no pestañea ni muestra miedo. No hace nada, solo esboza una sonrisa de medio lado y se recuesta en su silla giratoria de cuero marrón rojizo.

- Tienes agallas, me agrada... Es toda tuya.

- Jenna, acompaña al caballero a la habitación de Ángel.

- Si, señor - responde la mujer sin mirarle a la cara.

Me guía a una habitación mientras escucho los aplausos y los silbidos de los espectadores, Anoids se va a la tarima mientras que yo dejo de escuchar a todos para empezar a escuchar gemidos provenientes de las habitaciones que dejó atrás por qué no me interesa mirar.

Espero unos veinte minutos y veo el cuerpo que más estaba esperando ansioso, mira con curiosidad hacia adentro, se que desde donde está no puede verme con claridad, quiero castigarla, quiero hacerla sentir como ella me hizo sentir, quiero que sepa que conmigo no se juega, o eso creía.

- Toma una almohada y arrodillate.

Estarás ahí el tiempo que me dé la gana, quiero que me supliques, que llores para levantarte, quiero que te sientas frustrada y rabiosa.

El Heredero de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora