MVP

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Era la jugada decisiva para ganar el set y partido. Me tocaba el saque y podía sentir todos los ojos sobre mí. Hice mi especialidad, un lanzamiento potente e imparable justo a la esquina de la cancha del equipo contrario.

¡Ganamos el partido! Todos gritaban eufóricos y mis compañeras me alzaban en hombros. No era para menos, era mi primer torneo con el equipo de preparatoria y habíamos logrado el campeonato estatal de voleibol en nuestra casa y yo había conseguido el punto de la victoria.

—¡Esa es mi hermana! –gritaba Pau desde las gradas. Alejandra sonreía y mis padres me veían orgullosos. En especial mi papá. Siempre me decía que yo era su orgullo porque de joven, él también fue una estrella del voleibol.

Después de la premiación y los festejos, poco a poco se iba retirando la gente. Estaba aliviada, había cumplido con lo que se esperaba de mi.

—Excelente partido Villarreal –me extendió la mano Carla, la capitana del equipo contrario– ha sido un honor competir contra ti.

—Lo mismo digo. Fue un partido muy reñido –sonreí sin soltar su mano, hasta que Paulina se abalanzó sobre mi.

—Nos vemos pronto Villarreal –se despidió con una sonrisa que me hizo sonrojar.

—Bien jugado hermanita. El equipo de la secundaria te extraña pero nos da gusto que ahora seas la estrella aquí ¡y en tu primer año de prepa!

—Si mantienes este nivel, tienes asegurada una beca deportiva y hasta podrían reclutarte en alguna universidad extranjera –me abrazó orgulloso papá.

—Ya tendrá tiempo para pensar en eso, déjala celebrar este momento –dijo mi madre dándome un beso. Siempre salvando la situación.

—Por ahora, lo único que quiero es comer una mega hamburguesa, ¡muero de hambre! –exclamé haciendo pucheros–. Me daré una ducha rápida y les alcanzo en el auto.

Salí corriendo en dirección a los vestidores. Se hacía tarde. Sentí una mano tirar de mi brazo y no pude evitar sonreír.

—Pensé que no vendrías –Me dijo tiernamente Carla antes de abrazarme. Apenas nos cruzamos en un partido a inicio de la temporada y el flechazo fue inmediato.

Tenía 17 y yo iba a cumplir 16. Era la primera vez que me gustaba una chica. Nadie lo sabía a excepción de mis hermanas. Paulina nos descubrió y Alejandra lo vió en una de sus famosas lecturas de cartas.

Llevábamos tres meses de relación disfrazada de amistad. Si bien éramos rivales en la cancha, nadie vió raro que nos hiciéramos amigas teniendo el mismo deporte en común.

—Lo siento, mi familia me entretuvo –suspiré después de besarla– pero nunca faltaría a nuestros encuentros.

Salíamos con amigas en común y cuando queríamos estar solas, acordábamos citas y hacíamos como si nos encontráramos casualmente en algún sitio. Paulina me cubría para que nadie sospechara.

Cuando alguna de las dos jugaba, nos veíamos de manera furtiva después de los partidos. Aunque solo fueran unos minutos de besos robados a escondidas, para mi era suficiente.

—¿Puedo acompañarte a la ducha? –Dijo con una sonrisa pícara.

—¡Qué atrevida! –mordí su labio inferior­– si te portas bien, tal vez un día de estos. Pero definitivamente no será aquí.

—Eres difícil Villarreal, me gusta –volvió a besarme.

—Debo ir a ducharme ya linda, mi familia me espera para festejar –me separé de ella muy a mi pesar.

—Está bien campeona y MVP del partido. Disfruta tu noche, lo mereces –me robó un último beso antes de irse.

Estaba en mi restaurante favorito con mi familia. Todo era perefecto, lo sería aún más si mi chica estuviera aquí, pero sabía que mi padre jamás lo permitiría.

La cena trascurría de lo más normal hasta que se acercó a la mesa Ander, el capitán del equipo masculino del colegio, quienes disputarían la final la próxima semana.

—Buenas noches a todos. Señor Villarreal, señora –saludó educadamente–. Disculpe la interrupción pero no podía irme sin felicitar a nuestra campeona.

—Muchas gracias Ander –le contestó mi padre– ¿Quieres acompañarnos?

—Me encantaría, pero no me es posible –se disculpó–, mis amigos están esperando en el estacionamiento. En otra ocasión con mucho gusto.

—No hay problema, gracias por pasar a saludar –le respondió mi mamá.

—Felicidades Dany –se dirigió a mí– merecida victoria, sin duda fuiste la mejor. Todos los del equipo estuvimos ahí apoyándolas.

—¡Muchas gracias Ander! Estoy segura que la próxima semana ustedes también conseguirán el campeonato –le respondí feliz.

—Me gustaría verte en las gradas apoyándome, digo, a todo el equipo femenil y claro, también a tu familia –volteó a ver a mis padres.

—Ahí estaremos muchacho, este año los linces rojos lo van a ganar todo –contestó emocionado mi padre.

Ander y yo fuimos novios hace un año, no éramos precisamente amigos pero estábamos en buenos términos. Mi papá parecía el más fascinado con volver a vernos juntos.

—Pero que bien parecido es, lo veo más alto y fuerte desde la última vez que fue a la casa, ¿verdad Dany?

—Uy, parece que papá es fan de alguien –se burló Paulina.

—Es un excelente jugador, me recuerda mucho a mí como lider del equipo. Además es educado, de buena familia. No me molestaría en lo más mínimo si tu hermana lo vuelve a llevar a la casa.

—No lo creo, hace mucho que apenas y hablamos y no tenemos casi nada en común, ni los mismos amigos –dije tajante.

—Bueno, sólo decía. Nunca es tarde para retomar una buena amistad.

Miré a Paulina con cara de fastidio y sólo se rió. Me pregunto si Carla algún día tendría tanta aceptación de mi padre como la tiene el chico con el que salí tiempo atrás.

Ya en casa, estaba recostada viendo al techo, a punto de llamar a la causante de mis suspiros. En verdad me habría encantado compartir con ella la velada junto a mi familia.

—¿Estás bien? –me preguntó Pau aventándose a mi cama– noté que te incomodó saber que mi papá casi te pide volver con Anuar.

—Ander.

—Me da igual su nombre, soy team Carla.

La miré con mis ojos nublados por las lágrimas. No sé porqué escucharla decir eso me provocó unas inmensas ganas de llorar.

—Yo también soy team Carla –rompí en llanto.

—Ey, no llores Dany, hoy se supone que es uno de los mejores días de tu vida. Tienes el campeonato y el corazón de esa chica –me abrazó.

—Quisiera tener que dejar de esconder lo nuestro. Presentarla con mis padres como lo he hecho con mis novios, tener un noviazgo normal. No entiendo porqué debe ser diferente con ella.

—¿Tal vez porque les daría un infarto? Ten paciencia, ya encontraremos la manera de hacerles saber que tendrán que darle la bienvenida también a chicas en esta casa –comenzó a reir–, falta ver con Ale.

—¿Te imaginas? –comencé a reir también.

—¿Excluyéndome como siempre? –se asomó Ale.

—¡Alita, entra! Hazle una lectura a Dany así rapidito para calmar sus dudas del corazón.

—Ustedes sólo me utilizan –entrecerró los ojos– pero está bien, siempre es bueno practicar. Ya vuelvo.

No sé que sería de mi vida sin mis hermanas. Con ellas todo era más fácil de sobrellevar. Nos habíamos unido más desde que Ale se unió al grupo hace casi dos años.

Ella era la más joven y a su vez la más avanzada del grupo en sus habilidades. Nos dejaba en vergüenza a Pau y a mí y nos hacía sentir orgullosas a la vez.

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⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

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Entre melodías y hechizos (The Warning)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora