FC. cap 2 !

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Monza.

Recorriamos el circuito italiano en el cual debutaria finalmente Franco dentro de poco.

Yo admiraba nuevamente la pista desde el asfalto.

No era la primera vez que me encontraba acá, tampoco la primera vez de Franco corriendo. Pero ciertamente sería la primera vez corriendo para Williams en la fórmula uno, y eso es lo que me tiene tan emocionada.

—A ver, una sonrisa para tus fans— llame la atención de mi novio parandome frente a el apuntándole con la cámara de mi teléfono.

Franco sonrió divertido y le tome un par de fotos desprevenido.

—Dale boluda, tengo que tirar facha, a ver, ahora— dijo haciéndose mientras pasaba burlonamente la mano por su pelo.

—¿Que te haces el lindo vos?— me burle después de sacarle la foto y guardando mi celu en mi bolsillo.

Me acerque a él cruzandome de brazos, mirandolo con una ceja alzada —¿para quien te queres hacer el lindo?

El corredor de Williams soltó una risita y puso sus manos sobre mi cintura atrayendome hacia el, yo no me inmute.

—Para nadie, es pura genética— bromeo y yo rode los ojos —¿Por qué? ¿No soy lindo?

Yo solte una risa burlona y lo mire de arriba abajo, Franco esperando mi respuesta.

—¿Lindo vos? Noo— negué yo, el puso su mano sobre el pecho, fingiendo estar ofendido, me reí nuevamente y rodee su cuello con mis brazos —que te haces, si sos un divino.

La sonrisa de satisfacción de Colapinto me dio a entender que era lo que esperaba escuchar.

—Sos un bombón— dijo por lo bajo, acercandome a el.

Sentí una de sus manos bajando por mi espalda baja, mientras dejaba unos cuantos besitos en mi cachete y mandíbula. Yo lo abrace atrayendolo aún más, no era nada del otro mundo, pero cuando escuchamos a los chicos de Williams llamar nuestra atención, como si fuéramos unos adolescentes nos separamos.

Mire a Franco y el me devolvió la mirada, los dos soltamos una risa, nos habían agarrado justo.

Mientras escuchaba a mi pareja ser "cagado a pedo" por el equipo de Williams, este solo tenia una sonrisa de pillo y sus manos juntas detrás de su cuerpo, parecía un nene chiquito travieso. Tenía esa sonrisa y miraba divertido a los chicos, después me miro de reojo y modulo en silencio unas palabras hacia mi, yo solte una risa.

Franco siempre era así, sobrador, se hacía el nene travieso, hacía burlas y caras, esa actitud me encantaba de él. Aunque no fuera así en realidad, sólo era una joda y parte de su raro humor, nunca te aburrias con el.

—¿Nos estas escuchando Franco?— pregunto uno de los chicos. Franco lo miro rápidamente, apartando su mirada de mi, sonrio inocente y asintio.

—Obvio, me porto bien.

Las risas del equipo fueron acompañadas por la mía, como dije, Franco es un personaje.

Siguieron su recorrido por el circuito, cuando Franco pasó por atrás mio paso su mano por mi cintura y camino a mi lado el resto de la pista. Mientras ambos escuchábamos a los hombres de Williams, bueno, Franco lo hacía, yo me concentraba más en sacarle fotos a todo.

La mano de mi novio que yacía en mi cintura y la acariciaba con cariño, de vez en cuando atrayendome un poco más a el.

—¿Pasta o hamburguesas?— pregunto en mi oido en un momento.

—Pasta.

—¿Salimos o en el hotel?

—En el hotel.

El chico asintió, me dio un beso en la frente y se fue con el equipo hacia el Garaje. Yo camine detrás de ellos mirando mi teléfono, me había llegado un mensaje y lo estaba respondiendo.

Le estaba contando a mi madre como estábamos acá con Franco, ya que estaba preguntando. Le comenté lo que nos decían los técnicos en base a los últimos resultados del mencionado, también comenté que hoy íbamos a cenar en el hotel.

¿Era importante decirle? La verdad que no, pero bueno, a veces tengo mamitis aguda.

A Franco no le costaba nada realizar nuestras citas o planes, eso era algo que admiraba de él, también el hecho de que con tan poca información pueda hacer tanto y siempre terminar superando mis expectativas.

A veces me preguntaba que quería comer, si en casa nosotros solos o si quería salir, del resto se encargaba el.

Cuando tenia ganas de sorprenderme, hacía todo lo contrario a lo que yo respondía, a veces exactamente eso, por eso era una incertidumbre saber que iba a hacer mi novio.

Era una caja de sorpresas.

—No voy a pedir un autógrafo a Leclerc— dije a través de un audio a mi amiga, respondiendo a su mensaje, pidiéndome una mensaje al Ferrari.

—Además una vergüenza, ni lo conozco, si me pedías de Arthur bueno, hable un par de veces con el— segui hablando, mientras cambiaba —hasta le propuse enseñarle a jugar al truco, pero como el es old money, no sabe ni lo que son las cartas españolas— rode los ojos.

—¿Sabes a quien le puedo preguntar? A Sainz, capaz se copa.

Franco, quien estaba al frente mío, me miro con el ceño fruncido e hizo un ademán con la cabeza, yo solte una risa.

—Ojo pendeja— me advirtió y volvió con su equipo.

Una vez en el garaje de Williams, y de cagarme bien de risa de mi novio por un largo rato, por ponerle mal su apellido en el cartel.

—Acá, con mi novio, Franco Colopinto.

El susodicho me miro mal y siguió con sus cosas.

Hacerle bullying a mi novio es tan, pero tan fácil.

—Colopinto, ¿hoy pasta en el hotel posta? O es tu tapadera.

Pregunte acercandome a el, quien estaba anotando una cosas, apoyando sus antebrazos en el monoplaza, me miro y me atrajo con un brazo, pasando su brazo izquierdo por mi cintura y siguió escribiendo en una libreta con la otra.

—Quería llevarte a un lugar lindo, pero posta estoy muy cansado hoy— se disculpo y me miro, acariciando mi cintura tiernamente.

Algo que me encantaba de Franco y ciertamente aún me ponía nerviosa, era como le encantaba estar en contacto físico conmigo.

Por más mínimo que sea, parecía que al argentino le costaba mantener sus manos lejos de mi, no de una forma sexual o algo por el estilo.

Bueno, a veces si.

Pero casi siempre eran caricias tiernas, mientras el estaba ocupado haciendo otras cosas, yo me acercaba y liberaba una mano para mantenerme cerca.

La forma dulce e inocente de su toque, era algo que ciertamente me enamoraba de él, los besitos, las caricias, hasta sus miradas, todo era simplemente como una novela de romance adolescente.

Me acercó un poco más a él, dejando un espacio entre el monoplaza y el, quedando en medio, bajo sus manos por mis antebrazos, tomo mis manos juntandolas, las llevo a sus labios y dejo un beso en el dorso de cada una.

—Te debo una cita romántica todavía, perdóname.

la mujer de mi vida | Franco Colapinto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora