FC. cap 10 !

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Una de las cosas que más me gustaban de Franco, y que resaltaba mucho era lo bueno que era con los nenes chiquitos, y su instinto paternal.

—¡Uno! Uno tío.

El más chiquito de los nenes miro con una sonrisa confiada a su tío, mostrandole su carta con superioridad.

Ambos estaban sentados en el piso, frente a frente de ambos lados de la mesa ratona, donde yacía el juego de Uno que estábamos jugando anteriormente, donde ahora solo jugaban Franco y el chiquito.

La sonrisa confiada del menor era muy adorable, se movía inquieto esperando finalizar y ganas el juego.

Franco, por su parte, mantenía una mirada seria, como si fuera un mafioso, con ambos brazos apoyados sobre la mesa, dio un sorbo al mate sin quitarle la mirada a su sobrino, manteniendo su acto.

—Vos sabes el aprecio que te tengo, estimado chimuelo— empezó y yo ya me estaba intentando aguantar la risa junto a mi cuñada.

—Te veo como un hermano, como un hijo incluso, como si fueras familia.

Franco debería dedicarse a actor en su tiempo libre, hasta yo me lo estoy creyendo.

—Pero ya es tiempo de que te vuelvas hombre—concluyó y acto seguido comenzó a tirar sus cartas —Más dos, más dos, te bloqueo, más cuatro, comete otras cuatro yyyy.

—Uno.

La sonrisa del mayor era demasiado para mi, confiado y se cruzo de brazos mirando a su sobrino. El chimuelo lo miro enojado y tiro la carta para salir de la sala.

—Te falta mucho para ganarle al tío Franco chimuelo.

Bueno, "paternidad" lo que yo llamaría "paternidad", sigue siendo. Pero Franco es Franco.

Su ego e instinto competitivo le puede y mucho.

—Franco es un nene— se quejo su hermana negando con la cabeza.

—¿Querías que lo deje ganar?— pregunto y recibió un asentimiento —Ni a palo, que crezca.

La terquedad de Franco a veces impresiona, seguimos con la ronda de mates mientras la sobrina de Franco ponía unos videos en YouTube.

Se sento a mi lado en el sillón, mientras Franco jugaba a un juego de mesa junto a su hermana y sobrino mayor, ella me mostraba las cosas que le habíamos traído con Franco.

Se ponía la gorra de Williams y una remera firmada por Max Verstappen y Lewis.

La menor la utilizaba sin tener idea del valor que tenía aquella prenda, pero bueno, es una favorecida por recibir ese tipo de regalos del mundo automovilístico.

No le importaba las firmas, ni quienes fueran Verstappen y Lewis, le gustaba el echo de que sus tíos le traigan regalitos de sus viajes.

Con la hermana de Franco salimos al patio, fuimos solas, ya que mi novio se quedó con sus sobrinos jugando a la play y boludeando.

—¿Y? Como va tu nueva vida en la fórmula uno— pregunto la mujer y yo me encogí de hombros.

—Es, casi lo mismo que lo que vengo haciendo hasta ahora— admiti.

—Aunque falto más a la facu y obviamente hay figuras mucho más conocidas de las que estoy acostumbrada.

Ella asintio, entendiendo el punto al que quería llegar.

No era mentira tampoco, lo cierto es que, ahora que Franco está en la división más alta del mundo automovilístico, mucho era nuevo para el, y quería que yo formará parte de cada momento, cada carrera.

¿Que iba a decirle? No le podía negar algo que para el era tan importante, así que retrase y cambie un par de horarios de la facultad.

Estoy pensando en directamente hacer la facu virtual, creo que sería lo mejor, pero no lo hable todavía con Franco. Lo conocía y sabía que podía llegar a sentirse culpable de este cambio.

—¿Pensaste en cual va a ser el siguiente paso?

—¿Con que?

—Con vos y mi hermano.

La mire y ella me devolvió la mirada, nuevamente me encogí de hombros.

—¿A que te referis?

—Hijos, ¿tocaron ese tema ya?— negué —o no se, casarse, dar otro paso.

Si era verdaderamente honesta, el pensamiento de un futuro con Franco, casada y con hijos, estaba en mi mente desde el primer día que nos conocimos.

No me pueden culpar, tengo mucha imaginación.

Con Franco ya habíamos tocado ese tema, en nuestras noches de insomnio, noches antes de las carreras más importantes. Siempre nos imaginamos un futuro juntos, en una casa grande, con un patio inmenso, pileta, juegos, mucho espacio para nuestro futuros hijos.

—Lo hablamos, varias veces— conclui y ella me miro esperando que siga —pero ahora no, con todo este tema de la fórmula uno, Franco está muy centrado con esto, muy contento y quiere seguir mejorando.

—Esta bien, es válido que esperen, aun son jóvenes, y además, se nota que lo suyo ya es para siempre.

Inconscientemente sonreí ante sus palabras, si bien ya lo sabía, que alguien lo diga con tanta seguridad, me subía bastante la ilucion.

—Cuando Franco era más chico, ponele doce— comenzó a decirme —cuando hablaba de vos, parecía que hablaba de una diosa o algo así, la ilusión con la que hablaba, como definía cada detalle.

—Yo me preguntaba como seria aquella chica de la que estaba enamorado mi hermano, será perfecta— me miro y sonrió —y tantos años después puedo confirmar que mi hermano no mintió en todo lo que decía de vos.

—Ay, me vas a hacer llorar— dije divertida abanicando las lágrimas falsas, ambas reímos.

Seguimos hablando durante un rato más, sobre diversos temas, le preguntaba como iban los nenes en el cole, que hacían y en que andaban. Luego yo le comentaba como era la vida desde el Paddock.

Aunque ni estoy ahí, yo paso más tiempo en el garaje de Williams, con los mecánicos y mirando a Franco desde la pantalla.

—Ya vinieron a molestar.

Mire divertida a mi cuñada, su hijo más chiquito, junto al más grande se encimaron por su espalda, abrazándola y poniéndose re cargosos.

—Ese es tu precio por tener hijos— me burle.

Pero mi burla no duró mucho ya que sentí unos brazos, más grandes abrazarme desde la espalda, alce la mirada y Franco me miraba con una sonrisa divertida.

—Ese es tu precio por tener a Franco de novio.

Rode los ojos ante la burla de mi cuñada. Franco sonrió y agarro mi rostro con su mano y me dio un beso en los labios.

Tampoco me quejaba, tenerlo a Franco de novio, más que un pesar, es una bendición.

Y vaya bendición que me tocó.

la mujer de mi vida | Franco Colapinto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora