FC. cap 7 !

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Nuestras mini vacaciones en Grecia finalmente habían concluido, sólo fueron un par de días y nuestro día a día se basaba en turistear un rato y volver al hotel para pasar el resto de la tarde-noche juntos, quizás salir a cenar a veces.

Ya estábamos de vuelta en Argentina, en nuestra casa y nuestra vida había vuelto a la cotidianidad, hasta el próximo GP, tendremos un par de semanas para descansar con Franco.

—Sam, ¿no quedaron más galletitas de las que me gustan a mi?

Mi novio se asomo por el marco de la sala, yo me encontraba acostada en el sillón con mi celu, mirando unos videos.

—En la alacena Fran.

—No están, ya las busque.

Suspire, ya sabía a donde iba esto.

—Están Franco, te traje el otro día que fui a comprar la mercadería— insisti.

—Sam no están, las busque hasta en el tacho de basura.

—Si yo voy, y están, ¿que me das?— me sente en el sillón y lo mire, esperando una respuesta.

—No estan— siguió diciendo.

—¿Que me das si yo voy y están?

—Mira, si llegan a estas esas galletitas, te juro por lo que más quieras, que esta misma noche te llevo a cenar a donde se te cante, te lo juro.

Acepte, deje mi celu en la mesita ratona y me levante, me acerque hasta el chico y pasé por su lado, chocando con su hombro a propósito.

Escuche una risita por parte de mi novio, girandose hacia mi, se apoyo en la isla de la cocina y se cruzo de brazos, esperando.

Cuando abrí la puerta de alacena, revolvi un poco lo de adentro, la yerba y el azúcar y atrás de la azucarera, estaba aquel paquete. Lo agarre para luego darme la vuelta, lo alce en dirección a mi novio, me apoye en la mesada y me cruze de brazos.

La cara de Franco fue un poema, no podía creer que las tenia en manos, solte una risa y le tire el paquete, el la atrapo en el acto.

—Sos una bruja.

—Ni mi mamá se animo a tanto.

—Ey— me reí —hoy cena, quiero pizza y vinito.

Inclino la cabeza rendido, abrió su paquete de galletitas y asintio sin decir nada más.

Pase por su lado y el seguía con la cabeza agachada mientras comía sus galletitas, acaricie su pelo y deje un beso en su cachete, era un nene prácticamente.

Y que nene.

Volvi a la sala para seguir con mi rutina, esta vez encendí la tele y reproduci algo de música mientras me pintaba las uñas.

Franco nuevamente hizo acto de presencia en la sala, se acercó a mis espaldas y una vez estuvo detrás mío, apoyo sus manos en el sillón y agacho la cabeza, a un lado de mi cabeza. Seguí con mi tarea.

—Son las seis.

—Si, ¿y?

—Vamos a salir a eso de las ocho, nueve— alce la mirada para verlo, frunci el ceño —¿Que?

—¿Si vamos a salir?

—Te dije que si estaban te llevaba a cenar— recordó —yo cumplo con mi palabra, prepárate y cuando estés vamos.

Se inclino y dejo un beso en mi cachete. Yo termine de pintarme las uñas, y cuando por fin se secaron me entre a bañar. Cuando salí, me puse una bata y una toalla en el pelo, Franco toco la puerta y le dije que pase.

Ya se encontraba vestido, lo único que hizo fue cepillarse los dientes y se puso algo de desodorante y perfume, mientras yo estaba sentada en el borde de la bañera, pasándome un exfoliante en mis piernas y luego la crema corporal.

Franco se sento en el inodoro y comenzó a contarme entre risas algo que habían dicho en su grupo de amigos de WhatsApp.

—¿Que es eso?

Se paro a mi lado, cuando estaba frente al espejo haciendo mi rutina de skincare.

—Agua de rosas, para la piel— dije mostrandole en envase de nívea.

El lo agarro y lo inspeccionó, con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Puedo usarlo?

—Si, ¿te ayudo?

—Porfa.

Me extendió la botellita rosa y se apoyo contra la pileta, cruzándose de brazos, cerró los ojos y espero a que yo proceda.

Sonreí divertida al verlo tan regalado y dejándome hacer lo que quiera. Me acerque a él y puse una mano sobre sus ojos, para luego tirar el agua sobre su cara, tire un poco sobre mi mano y la pase por su frente para terminar de esparcir la fragancia.

—Listo.

Agitó ligeramente la cabeza y me tiro una sonrisa, agarro mi rostro con una mano para plantar un beso en mis labios.

—Gracias hermosa, te dejo así te terminar de preparar, avisa cuando estar y nos vamos.

—Bueno dale, me falta poquito igual.

—Tomate tu tiempo, nadie te apura.

Salió del baño dejándome sola, finalice mi skincare, busque en mi armario algo lindo y casual que ponerme, conociendo a Franco me llevaria a alguna pizzeria o bar para pasar el rato tranquilos, así que no me esmere mucho.

—Estoyyy.

—En la salaaa.

Entre a la sala y Franco ya se encontraba parado al lado de la puerta, con su vista baja en el celular, mandando un mensaje seguramente.

Alzó su vista al notar mi presencia y me miro de arriba abajo, guardo su teléfono acercandome a mi con una sonrisa coqueta.

—Ah nooo, ¿pero este bombón me estoy comiendo yo?

—A ver, una vuelta— agarro mi mano y me hizo dar una vuelta en mi lugar —diosss, lo que sos.

—Te queres vestir sencilla y casual, y terminas enamorandome más, no se como haces.

—Es mi encanto natural.

Me encogí de hombros con una sonrisa, Franco aún sostenía mi mano, me devolvió la sonrisa y aún mirándome a los ojos, llevo mi mano a sus labios, dejando un beso en el dorso.

—Sos hermosa, ¿sabes?

—Siempre me lo decis.

—Decírtelo una vez más no me va a matar, nunca, mereces que te lo repita todos los días.

Deje un beso en su cachete y agarre su mano para salir de la casa, al llegar al coche el me abrió la puerta del copiloto.

—No hace falta ser tan caballeroso Fran.

—No me va a matar abrirte la puerta del auto— se encogió de hombros y encendió el auto.

la mujer de mi vida | Franco Colapinto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora