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𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: ninguna
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Te encontrabas en la acogedora cocina de tu hogar, el aroma del café recién hecho llenando el aire. La luz de la mañana se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, a pesar de la calma que te rodeaba, había una agitación en tu pecho que no podías ignorar. Hoy era un día importante.
Habías estado esperando este momento durante meses. La idea de ser madre había comenzado como una conversación casual, cuando Kit y tú hablaron sobre el futuro, los sueños y las posibilidades. Sin embargo, en aquel momento, ambos coincidieron en que aún no estaban listos.
— Aún tenemos tiempo, ¿verdad? —dijo Kit, acariciando tu mano con ternura mientras se acomodaban en el sofá.
— Sí, tenemos tiempo — habías respondido, aunque en el fondo, sentías que el deseo de formar una familia se estaba arraigando en ti.
Desde entonces, cada vez que te miraba, había un aire de sospecha en su mirada. Las pequeñas señales que habías dado, como el cambio en tus hábitos alimenticios y la fatiga que empezabas a sentir, no habían pasado desapercibidas. Kit te observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad, lo que solo aumentaba tus dudas.
¿Deberías decírselo? La indecisión te consumía. No querías que se sintiera presionado ni que pensara que habías cambiado de opinión abruptamente. Recordabas lo que habían hablado: querían seguir disfrutando de su relación, viajar y vivir nuevas experiencias. Tenías miedo de arruinar esos planes, pero el deseo de ser madre se había vuelto cada vez más fuerte.
Cuando escuchaste la puerta abrirse, diste un respingo. Kit apareció en el umbral, sus ojos brillando con alegría. Llevaba puesta una camiseta de su banda favorita y unos pantalones cómodos. Sus labios se curvaron en una sonrisa al verte.
— ¡Hola, babe! — dijo, dejando su mochila a un lado y acercándose a ti— ¿Cómo has estado? —
— Hola, Kit — respondiste, intentando que tu voz sonara tranquila, aunque sabías que la emoción te estaba consumiendo.
