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𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈𝐈 𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: ninguna
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Habían pasado todo un fin de semana desde que el chico del tren, Kit, te escribió su número de teléfono y lo escondió entre las páginas de tu libro.
Aún no sabías si enviar mensaje pues no querías ponerte demasiado nerviosa y enviar algo que quizás te avergonzaría o el simple hecho de pensar que no contestaría te asustaba.
El lunes hiciste tu rutina antes de ir a trabajar y por primera vez en el tren Kit no estaba, te preocupaste aunque pensaste que era una tontería pues quizá no había pasado nada malo.
Aún así continuaste con tu día tratando de no pensar en todas las posibilidades por las cuales hoy el chico no había tomado el tren.
Pensaste en enviarle algún mensaje preguntándole si se encontraba bien después de terminar tu turno trabajando.
Mientras tratabas de pensar en el mensaje que podrías escribir...
"Hola, ¿me recuerdas?" - si no me dices quien eres obviamente no- pensaste mientras borrabas el mensaje
"Hola, ¿por qué no te vi hoy en el tren" - de ninguna manera, demasiado intenso
Eliminaste varios mensajes y rindiendote guardaste tu teléfono mientras te dirigias a tomar el tren de regreso a tu departamento.
Cuando subiste al tren sin ninguna esperanza, no notaste que te habías sentado junto a él pues venias concentrada en tu nueva lectura hasta que te tocó el hombro.
Giraste en su dirección y trataste de reprimir una sonrisa, lo cual no funciono y sólo rogaste por no parecer una tonta que al mismo tiempo se sonrojaba.
— Hola — retiraste tus audífonos mientras lo saludabas
— Hola — observó el libro que sostenías y una sonrisa se formó en sus labios
Sin saber que decir te quedaste callada y después de unos pocos segundos habló
—No enviste mensaje, lo estuve esperando — te sorprendiste por lo anteriormente dicho
—Ah... yo—
— Lo hubiera enviado yo pero no tuve tiempo de preguntarte tu número — te interrumpió — Además no quería incomodarte —
— Lo haré hoy — trataste de sonar segura y no como si te estuvieras derritiendo por sus palabras
—¿Lo prometes? —
— Si, Kit — respondiste
— Y si no tienes idea de qué enviar, puedes hablarme de tus libros — se levantó de sus asiento para bajarse del tren dejandote completamente ilusionada.
Miraste tu libro y sonreiste abriéndolo para retomar tu lectura.
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