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𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: ninguna
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— ¡Kit , te dije que vigilaras la pasta!— dije mientras volvía a la cocina. Kit se giró para con una amplia sonrisa pintada en sus labios.
— ¡Lo estoy intentando! — dijo a la defensiva, sonriendo ampliamente.
— Claramente no muy bien — reí, señalando la olla en la estufa. Kit lo miró antes de entrar en pánico.
—¡Mierda!— gritó, saltando desde el mostrador de la cocina.
Me reí de su reacción. El agua estaba hirviendo demasiado, bajando por los costados de la olla y hacia la estufa, dejando un olor a quemado.
— ¡Kit , está caliente! — me apresuré a decir, pero él ya había agarrado el sartén. Rápidamente, retiró sus manos de él nuevamente.
— No me digas —, murmuró, chupándose un poco el pulgar.
Sacudí la cabeza ligeramente hacia él, tratando de contener la risa. Agarraste un paño de cocina antes de levantar la olla y ponerla en el fregadero.
— Bueno, ahí va nuestra comida — me reí, tirándola al basurero después de verter el agua hirviendo en el fregadero.
— ¿Mencioné que no cocino mucho? — Kit se echó a reír y se frotó la nuca. Rodeé los ojos hacia él, antes de enviarle una sonrisa burlona.
— Y es por esto que tu madre no nos deja entrar en la cocina — murmure
— No te burles de mí —, me advirtió, levantando una ceja.
— ¡Yo nunca! —
— Entonces, ¿por qué estás riendote? —
— No lo estoy, lo prometo —, dije, pero la risa tenía demasiado poder y en poco tiempo se escapo.
Kit se acercó a mi, antes de dejar que sus grandes manos se deslizaran alrededor de mi cintura, empujándome hacia su pecho. Nuestras caras estaban a centímetros de distancia y lo sentiste exhalar contra tus labios.
— ¿Te quemaste?— pregunte
La mitad era para burlarme de él, y la otra mitad era realmente preocupante. Kit lentamente se lamió los labios, sin apartar la mirada de mi.
—Será mejor que pida algo—
Kit asintió como respuesta, antes de dejar que su pulgar se deslizara sobre mis temblorosos labios, separándolos lentamente. Levantando mi barbilla, atrapo mis labios con los suyos.
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