13. Red y Chloe

272 24 9
                                    

—¿Estás bien? —preguntó Chloe preocupada. La escena en el calabozo le había dejado un mal sabor de boca. Se arrepentía por completo de haber dejado a la pelirroja a su suerte, aunque Red había insistido en que separarse era la mejor opción para cubrir más terreno.

—Créeme, estoy mejor que nunca —aseguró Red, todavía emocionada. Las palabras de su madre le habían dado una nueva esperanza. Su madre no la odiaba. Dios, su madre la quería. Sonrió ante esa idea. Sabía que era un amor enfermizo, alimentado por el miedo y la desesperación, pero estaba decidida a cambiar todo eso.

—Bien... ¿Sabes dónde estamos? Esto ni siquiera parece la academia de Merlín —se quejó Chloe, quien tenía razón. El lugar en el que se encontraban era uno que Red conocía demasiado bien.

—¿Cómo no vas a saberlo? Estamos en... ¿el Palacio de Corazones? —mencionó Red, con algo de duda. No entendía por qué el reloj las había llevado allí. Tal vez las había transportado al pasado, justo antes de que fuera a la academia. De repente, escuchó pasos que se acercaban rápidamente. Temiendo que fueran los guardias de su madre, decidió tomar medidas.

—¡Escóndete! Alguien viene —susurró Red, abriendo la puerta de lo que era su antiguo cuarto para que ambas pudieran ocultarse.

—Cariño, ¿no crees que deberíamos hablar con nuestra hija sobre... el pan que se está cocinando en su horno? —dijo una voz desconocida que provenía del pasillo.

—¡Shh! Baja la voz o alguno de los dos podría oírte —respondió otra voz. Red frunció el ceño. Eran pocas las personas que tenían acceso al castillo, y esas voces no le resultaban familiares—. Ya conoces el plan. Hablaremos con ambos mañana por la noche y sugeriremos adelantar su compromiso, pero siempre de manera discreta, sin avergonzarlos con lo del bebé. Después de todo, no es algo malo.

—¿Malo? Quizás no en estos tiempos, pero si esto hubiera pasado en los nuestros, ese chico estaría colgado patas arriba en un altar, aceptando el matrimonio.

—Ni se te ocurra amenazarlo. Fuimos nosotros quienes permitimos el dormitorio conjunto.

—Deja de ser tan devota de ese muchacho. Al final, me pondré celoso.

—¿De qué muchacho estás hablando, papá? —preguntó una voz familiar, que Red identificó al instante: era su madre, Bridget. Maldición, eso significaba que no estaban en el presente, sino días antes de la muerte de los abuelos de Red. Estaban a una puerta de distancia.

Red se separó de la puerta y miró a su alrededor. Evidentemente, no reconocía el cuarto en el que se encontraban. Todo le resultaba un poco extraño, y más aún sabiendo lo que estaba por ocurrir.

—Oh, Bridget, no te habíamos escuchado, cariño. Estábamos hablando con tu madre sobre las libertades de los jóvenes, y surgió el nombre de tu enamorado —respondió el rey, con un quejido. Sin duda, la reina lo había golpeado por hablar demasiado.

—Mamá... —se quejó Bridget—. Deja en paz a James. Se pondrá rojo si hablas de él todo el tiempo.

—Es imposible, hija. Fue mi mejor alumno. Por cierto, recuerda que este fin de semana tenemos la cena el viernes y el sábado será nuestro gran baile real.

—Dejen de hostigarla, ya tiene bastante con su próximo compromiso —intervino otra voz.

—¿No te han dicho que es de mala educación meterse en conversaciones ajenas y regañar a tus padres? —inquirió el rey, algo ofendido.

—Le aseguro, mi rey, que mis padres me enseñaron a pelear por lo que quiero —respondió quien suponían que debía ser Mirina, con un tono travieso que sacó una risita a su hermana.

¿Comó se rompe un corazón?- Bridget×HookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora