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El tan esperado día había llegado, la boda

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El tan esperado día había llegado, la boda.

Fidds acomodaba el trajecito de su pequeño bebé castaño mientras al mismo tiempo le daba unos retoques a Ford, acomodando su pelo, poniéndole un poquito de rubor o simplemente poniendo de manera correcta el moño de corbata que llevaba. Cuando Fidds terminó de arreglar la vestimenta de su amigo de lentes se detuvo en frente de él.

Ford se veía radiante con su traje blanco con retoques celestes. Fiddleford lo miró analíticamente.

— ¿Qué piensas, Tate? — Preguntó el rubio cenizo.

El bebé rió en respuesta mirando a su tío Ford.

— Perfecto — Su amigo sonrió con aprobación pero luego miró a su bebé — Lamentablemente Tate se parece a Stanley mucho más de lo que me gustaría — Suspiró — ¿Te tuve 9 meses adentro de mí para que te parezcas tanto a tu padre? Hasta respondes igual que él.

El bebé rió de nuevo.

Ford sonrió mirando a su amigo y se ofreció a cargar a su sobrino.

— Falta muy poco y aún sigo nervioso — El castaño balanceaba al bebé en sus brazos mientras este reía.

— Entiendo como te sientes, Ford. Pero estoy seguro de que va a ser maravilloso — El chico le brindó unas palmaditas en la espalda, reconfortando a su amigo.

— Y... ¿si a Bill le dejo de gustar...?  — Ford se quedó quieto mirando a su sobrino balbucear y jugar con su Gobblewonker de peluche, cortesía de Bill por cierto.

— ¿Estás bromeando, Ford? — Su rubio amigo enarcó una ceja y luego le dio una sonrisa reconfortante — Bill te ama, yo sé lo que te digo Ford, haría cualquier cosa por ti y sacrificaría cualquier cosa con tal de tenerte a su lado, nunca dejaría de amarte y de eso estoy seguro.

El castaño de lentes asintió sonriendo.

Aquellas palabras del rubio cenizo lograron apaciguar sus nervios, él sabía totalmente que su pareja lo amaba y era recíproco, su amor era más fuerte de lo que muchos pensaran o dijeran y ese evento sería una prueba de tantas de ellas.

Luego de un rato más que se la pasaron peinando al pequeño Tate de 6 meses, que era todo un caballerito por cierto, a Ford se le fue entregado un ramo de crisantemos blancos y rojos, flores sugeridas por Fiddleford por su lindo significado. Y por fin, la ceremonia empezó.

(...)

Por su parte, Bill ya estaba en el altar, con su cuerpo temblando y manifestando que todo salga bien ese día. El rubio de parche llevaba un traje blanco también, pero este tenía detalles dorados y su típico sombrero de copa negro había sido reemplazado por uno de color blanco, cualquier mujer que lo viera seguramente quedaría enamorada de él.

Stanley le brindaba palabras de apoyo al ahora humano Bill, mientras el esperaba a que su esposo saliera al lado de su hermano gemelo.

Y sí, Fiddleford tomaría el sitio del padre de Ford en entregar al altar a Ford porque seamos honestos, Stan y Ford habían tenido el papá más ausente que pudieran imaginar, por ello no estuvo en su boda y tampoco en la de su gemelo, no lo necesitaban.

Musa || BillfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora