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Stanford dio vuelta a la cama, despertando lentamente

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Stanford dio vuelta a la cama, despertando lentamente.

El otro lado de su cama estaba vacío y frío. Gruñó y se obligó a levantarse, frotando sus ojos y buscando sus lentes. Se puso una ropa más cómoda y escuchó voces en la planta baja, supuso que era Bill hablando solo como esquizofrénico. Se metió al baño a empezar su rutina matutina.

Luego de haberse lavado la cara, los dientes y las manos, bajó a ver a su pareja cuando oyó unos murmullos.

— Ya está todo listo para esta noche —  Reconocía la voz de su hermano.

— Sí, seguro le encantará Bill — Fiddleford habló esta vez.

¿Qué hacían Fiddle y Stan en la cabaña? Hace meses se habían mudado juntos, desde que Tate había llegado a sus vidas.

— ¿Seguros que todo está perfecto? Necesito que a Ford le guste... — El rubio de parche musitó.

— ¿Gustarme qué? — El castaño de lentes no aguantaba más la incertidumbre, necesitaba saber qué era aquello que le ocultaban.

— ¡Ford! — Su gemelo y su amigo rubio de lentes dijeron al unísono.

— ¡Chío Fod! — El pequeño Tate de algunos meses alzó sus bracitos inquietos hacia el de lentes.

El mencionado sonrió y cargó a su pequeño sobrino castaño, igual que su gemelo. El bebé lo abrazó y balbuceaba de felicidad estando en los brazos de su tío.

— ¿De qué estaban hablando? 

— De nada... — Fiddleford se apresuró a hablar, sabía bien que si dejaba hablar a su esposo o a su "cuñado" seguramente terminarían arruinando la sorpresa perfectamente elaborada por los tres — En fin, vinimos a visitarlos, ¡trajimos comida para cuando estemos jugando calabozos, calabozos y más calabozos!

Ford asintió aún sin estar convencido del todo pero de igual manera un beso de su novio lo logró disuadir de sus dudas.

— No es cierto, mi propia pareja está ganando en el juego que me gusta desde pequeño — El de lentes suspiró frustado.

Bill rió.

— ¡Y sólo estoy adivinando que hacer! 

— Se dice que para imbécil no se estudia — Murmuró Stan cargando a su pequeño mientras decidía que ruta debía tomar su personaje.

— Que irónico, amor — Susurró Fidds.

— ¡Oye! — Se quejó el gemelo de pelo largo.

— Era bromita, cariño — Fiddleford rió.

Su bebé comenzó a reír y aplaudir mientras miraba a sus padres sonriéndose mutuamente.

(...)

La pequeña familia de su gemelo ya se había marchado y ahora Ford se encontraba guardando todas las piezas de aquel juego que había finalizado hace algunos minutos. Bill estaba en el sofá, pensativo y aquello no le daba buena espina, su rubio novio nunca estuvo tan callado y pensativo como ahora.

Musa || BillfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora