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¿Cuándo se había comenzado a distorsionar la realidad? ¿En qué momento se volvió normal que un atentado de esas características ocurriera? Eran dos preguntas que Vincent se hacía, una y otra vez, pues él no sentía nada extraño en aquel incidente. El conductor del noticiero que retransmitía el desastre tampoco parecía sorprendido, de hecho, incluso podría decirse que era obvio. Las desapariciones de alumnos se extendieron por semanas en los alrededores de la universidad, era evidente que, en algún momento, algo sucedería en su interior.

No obstante, había un abismo de diferencias entre secuestros y agresiones y aquello que Vincent había escuchado por parte de otros estudiantes, incluyendo a Jane. Todos mencionaron una pelea, una charla casual entre dos estudiantes que terminó en tragedia. Unos pocos mencionaron, con intención de generar curiosidad y morbo, que el atacante mordió a su víctima y que, luego de derribarlo, lo descuartizó a base de golpes, mordiscos y fuerza bruta. Propio de un relato fantasioso, pero había una prueba de lo que ellos atestiguaban: el cadáver frente al edificio. Aquellos restos habían perdido la apariencia humana hace mucho y, de hecho, era imposible determinar lo que le había ocurrido.

¿Qué clase de monstruo podría ser responsable de tal salvajismo? Vincent, quien era creyente de supuestas conspiraciones alrededor de la peste gris, deseaba adjudicar ese incidente como una victoria para los teóricos; no obstante, el horror que sus ojos habían visto iba más allá de cualquier "inclinación violenta" descrita con anterioridad. 

El recuerdo del cadáver acudió a su mente. Asqueado, decidió cerrar los ojos y respirar profundo. Debía pensar en otra cosa, no podía permitirse caer presa del pánico. Abrió sus ojos y dirigió su vista al exterior de la universidad. Las luces del exterior se colaban hacia la avenida de la ciudad universitaria, como un recordatorio de que pronto los vendrían a buscar, ¿sería pronto? Él esperaba que sí.

Mientras Vincent observaba el resplandor de las sirenas policiales, un ruido conocido se hizo presente. Se trataba del panel del ascensor, el cual se había encendido. Las luces se apagaron por un breve instante y, luego de un momento de oscuridad, la luz regresó con su tonalidad habitual. Los refugiados del salón guardaron silencio mientras el inconfundible sonido del elevador se abría paso a través del comedor. Él se asomó hacia el pasillo y comprobó lo que sus oídos le habían anticipado: el ascensor estaba subiendo con dirección al segundo piso.

No todos tomaron esta señal como algo bueno.

―¡Alguien detenga el ascensor! ―gritó un estudiante.

―¡Deben ser ellos! ¡Ahora vienen por nosotros!

―¡¿Y si son otros sobrevivientes?! ―preguntó otro―¡No podemos dejarlos ahí!

Por un momento, Vincent no comprendió la paranoia de sus compañeros, sin embargo, una extraña sensación se apoderó de él y, al mismo tiempo, un pensamiento se apoderó de su mente. ¿Y si el asesino estaba subiendo hacia ellos?

Matt, que no era ajeno a la preocupación de los presentes, no medió palabra con los alumnos refugiados, sino que se apresuró para bloquear la gran puerta de cristal que separaba el pasillo del comedor. Utilizó las cadenas de seguridad que yacían tendidas a un costado del camino y pidió que acercaran un par de mesas en caso de ser necesario. Él decidió que no detendría el ascensor, pero sí bloquearía el acceso al recinto. Vincent retrocedió, lo dejó trabajar en soledad mientras debatía con sus propios pensamientos acerca de lo que ocurría.

―¡¿Qué está pasando?! ―exclamó Olivia―¡¿Por qué están...?

―No sabemos quién sube―le interrumpió Vincent―, ven, hay que alejarse.

Ellos marcharon en dirección opuesta, lejos de la entrada y cerca de una vieja salida de emergencia. ¿Y si era la policía? Sería un milagro. Quizá, el plan de Matt contemplaba poder ver, a través del cristal del portón, a quien subía por el ascensor. Si era un desconocido, lo charlarían; si se trataba del asesino, allí se quedaría; si era la policía, saldrían de ese infierno de una vez por todas. Sonrió, estaba muy bien pensado.

Código ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora