⚜𝐈𝐗

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Daelina caminaba por los jardines de la Fortaleza Roja, sus pensamientos profundamente sumergidos en el libro que sostenía entre sus manos. Era su refugio, un escudo que la mantenía aislada de las tensiones que la rodeaban. 

El sol brillaba suavemente sobre los jardines, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de adoquines. Las flores, en plena floración, desprendían un aroma dulce que flotaba en el aire. Daelina, ajena a todo esto, continuaba caminando, perdida en las palabras, hasta que chocó repentinamente con alguien. Al levantar la vista, su corazón dio un vuelco al reconocer a su hermano mayor.

—Daeron —murmuró casi automáticamente, el nombre escapando de sus labios antes de que pudiera procesar del todo la situación.

Desde que los encuentros con Lucerys se habían vuelto más frecuentes y clandestinos, Daelina había comenzado a olvidar la cercanía que alguna vez tuvo con su hermano. Daeron, a pesar de su naturaleza alegre, siempre había sido protector con ella. Pero hoy, la chispa habitual en sus ojos fue reemplazada por una sombra oscura cuando notó algo inusual en el cuello de su hermana.

Sus ojos se estrecharon al ver una marca en la piel de Daelina, casi oculta por su cabello. Cualquier otra persona la habría pasado por alto, pero no Daeron. Sus pensamientos comenzaron a correr salvajemente, primero imaginando que Aemond, su otro hermano, podría ser el responsable, pero rápidamente descartó esa idea cuando una posibilidad más preocupante se instaló en su mente. La rabia empezó a arder en su interior, y sin mediar palabra, dio media vuelta, caminando con paso rápido y decidido.

—Ese bastardo —escupió con furia contenida.

Daelina sintió el terror apoderarse de ella. Corrió detrás de su hermano, alcanzándolo y tomando su brazo en un intento desesperado de detenerlo.

—¡Daeron! —imploró, pero su súplica cayó en oídos sordos.

Daeron ni siquiera se molestó en responderle. Con un simple movimiento de su brazo, se liberó del agarre de su hermana y continuó su camino. La furia que sentía era tal que apenas reconocía a la joven que lo seguía, intentaba alcanzarlo.

Daelina, decidida a no dejar que su hermano cometiera un error impulsivo, se adelantó y se plantó frente a él, su respiración entrecortada.

—Daeron, no es lo que parece —dijo, con voz temblorosa pero firme.

Pero sus palabras no parecían penetrar la furia que envolvía a Daeron. Con un gesto brusco, la empujó de nuevo, esta vez con tanta fuerza que Daelina perdió el equilibrio y cayó al suelo. El golpe fue inesperado, dejándola aturdida por un momento. Las doncellas y sirvientes que estaban cerca se apresuraron a ayudarla, levantándola con cuidado.

Daelina, aún sorprendida por la reacción violenta de su hermano, sintió cómo la conmoción inicial se transformaba en una profunda tristeza. No reconocía a Daeron en ese estado, y el hecho de que la hubiera tratado con tanta dureza solo reforzaba la gravedad de la situación. Mientras los sirvientes la sostenían, pudo ver la figura de su hermano desaparecer entre los árboles, dejándola con un dolor físico y emocional que no había anticipado.

Lucerys se encontraba en la cocina de la Fortaleza Roja, disfrutando de una conversación ligera con su hermano mayor, Jacaerys. El ambiente en la cocina estaba lleno de aromas cálidos y reconfortantes, y las cocineras trabajaban con diligencia, acostumbradas a la presencia de los jóvenes príncipes que, de vez en cuando, se escapaban a este rincón de la fortaleza para relajarse lejos de las obligaciones cortesanas.

Mientras Jacaerys bromeaba sobre algún incidente reciente, la tranquilidad se vio abruptamente interrumpida cuando unas manos fuertes y decididas arrancaron a Lucerys de su lugar. Sin previo aviso, un golpe brutal se estrelló contra su rostro, haciéndolo caer al suelo. El dolor fue inmediato, y la sensación cálida de la sangre brotando de su nariz lo sacudió, pero no tanto como el rostro de su atacante: Daeron. Las cocineras gritaron alarmadas, corriendo a buscar a los guardias mientras la tensión en la cocina se intensificaba.

𝐑𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 - Lucerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora