⚜𝐗𝐈

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Habían pasado alrededor de cinco lunas desde que los encuentros clandestinos entre Daelina y Lucerys habían comenzado, llenando los días de la joven princesa de emociones intensas y secretos peligrosos. Lo que había empezado como un consuelo en medio del caos y las presiones de sus respectivas familias, ahora se había convertido en algo mucho más complicado, algo que amenazaba con salirse de control.

El nuevo día apenas comenzaba, pero Daelina ya sentía el peso de su situación aplastando su pecho. Se despertó con un malestar que se había vuelto familiar, un presagio que no podía ignorar. Con el corazón acelerado, salió despavorida de su lecho, apenas logrando llegar a la ventana más cercana antes de que su cuerpo traicionara su desesperación, devolviendo la comida de la noche anterior.

Este ritual, tan desagradable como preocupante, se había convertido en una rutina diaria durante el último mes. Lo que al principio había sido un malestar ocasional, ahora era un recordatorio constante de lo que Daelina temía admitir, incluso a sí misma. La joven princesa se aferró al borde de la ventana, su respiración agitada y su mente inundada de pensamientos oscuros y temores.

Una de sus doncellas, siempre atenta, acudió rápidamente a su lado, sosteniendo un pañuelo húmedo en sus manos temblorosas. Sabía que algo no estaba bien, pero también comprendía que no debía hacer preguntas. En su lugar, extendió el pañuelo con cuidado, permitiendo que Daelina se limpiara la boca y el sudor frío que perlaba su frente.

—¿Se encuentra bien, mi princesa? —preguntó la doncella con suavidad, su voz cargada de preocupación, mientras observaba cómo Daelina se dejaba caer al suelo, exhausta y desorientada.

Daelina no respondió de inmediato. Sus manos temblorosas se posaron sobre su rostro, cubriéndolo en un gesto de desesperación. Todo a su alrededor parecía desmoronarse, y la realidad de su situación se hacía cada vez más innegable. Su mente corría, buscando una solución, un plan, pero todo lo que encontraba era incertidumbre y miedo.

—No sé qué voy a hacer —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro, cargada de angustia. Las palabras escaparon de sus labios como una confesión dolorosa, una admisión de la realidad que había tratado de ignorar durante semanas.

La doncella la miró con empatía, pero también con una creciente preocupación. Era consciente de lo que significaban los síntomas, y aunque ninguna de las dos lo había dicho en voz alta, ambas sabían que la posibilidad se cernía sobre ellas como una sombra amenazante. La dura y cruel verdad era que la princesa, junto con sus doncellas, fieles como un sabueso, habían estado ocultando este secreto, protegiéndolo del escrutinio de la corte y de la ira de los poderosos, sabiendo que en cualquier momento podría explotar, con consecuencias devastadoras para todos.

El silencio que siguió a las palabras de Daelina fue denso, lleno de la realidad que ninguna de ellas se atrevía a decir en voz alta. Cada día que pasaba, el secreto se volvía más difícil de mantener, y el riesgo de ser descubiertas aumentaba. Los síntomas se volvían más obvios, y el tiempo para tomar una decisión se acortaba rápidamente.

Daelina, aún sentada en el suelo, intentó recuperar la compostura. Pero el miedo a lo que podría suceder si su condición se descubría no la dejaba en paz. No solo temía por sí misma, sino también por Lucerys, el único que conocía todos sus pensamientos más profundos. Sabía que, si su relación salía a la luz, las repercusiones serían catastróficas, no solo para ella, sino también para la alianza frágil entre sus familias.

La princesa estaba atrapada en una red de secretos y mentiras, y la realidad de su situación era algo que ninguna de ellas podía ignorar por mucho más tiempo. Pero por ahora, continuarían con la farsa, esperando que el destino no fuera tan cruel con ellos, mientras el reloj seguía su curso inexorable.

𝐑𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 - Lucerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora