⚜𝐗

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—¿Estás seguro de esto? —pronunció Daelina, su voz entrecortada por el deseo y la anticipación que latía en su interior. Su respiración era rápida, y sus ojos se encontraban con los de Lucerys, buscando en ellos una confirmación de lo que ambos sabían estaba a punto de suceder.

Lucerys, con una sonrisa apenas visible en sus labios, acercó su rostro al cuello de la joven, dejando que su aliento cálido acariciara su piel. —Será rápido —susurró con una voz baja y seductora, sus palabras deslizándose por su cuello, haciendo que cada pequeño vello se erizara al instante. Su mano se aferraba a la cintura de Daelina, mientras su otra mano se apoyaba contra la pared, creando una prisión de deseo alrededor de ella.

Ambos estaban en el salón del consejo. Faltaban tan solo quince minutos para que comenzara la reunión, una cita que no podían perderse. Pero en ese momento, la urgencia del deseo había tomado el control. Ambos habían llegado al mismo tiempo al pasillo, y la tensión que existía entre ellos se había intensificado de inmediato, llevándolos a esta situación comprometedora.

Daelina se encontraba literalmente atrapada entre Lucerys y la pared de piedra fría del salón, su espalda contra la superficie dura, mientras que el cuerpo de Lucerys presionaba el suyo con firmeza. Su corazón latía con fuerza, no solo por la cercanía, sino también por la adrenalina de saber que estaban a punto de hacer algo arriesgado. La posibilidad de ser descubiertos solo añadía más intensidad al momento.

—Lucerys... —intentó protestar débilmente, pero su voz se apagó cuando sintió los labios de él rozar su cuello, plantando besos suaves y ardientes que la hicieron arquearse contra él. Cualquier pensamiento de negarse se desvaneció al instante, sustituido por una oleada de deseo que la invadió por completo.

Cada segundo que pasaba los acercaba más al inicio de la reunión, pero en ese momento, el mundo exterior parecía haberse detenido para ambos. Lucerys deslizó una mano por el muslo de Daelina, levantando ligeramente el borde de su vestido, mientras sus labios continuaban su camino por su cuello. La habitación, la reunión, el riesgo... todo se desvaneció, dejando solo el calor de sus cuerpos y la urgencia de saciar lo que sentían el uno por el otro.

—Date la vuelta —ordenó Lucerys, su voz baja y cargada de deseo mientras sus manos firmes se posaban en la cintura de Daelina. Sin decir palabra, ella obedeció, girando lentamente hasta quedar de espaldas contra él, sus cuerpos encajando como si fueran dos piezas de un rompecabezas. La sensación del miembro de Lucerys presionando contra sus caderas la hacía sentir atrapada en un torbellino de emociones, donde el peligro y la pasión se mezclaban.

Con una mano, Lucerys levantó aún más la falda de Daelina, sus dedos rozando la piel desnuda de sus glúteos, introduciendo su miembro en ella, provocando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, tratando de mantenerse en silencio. La otra mano la mantuvo firme, sujetándola contra él, mientras sus labios comenzaron a trazar un camino de besos ardientes por la curva de su cuello, bajando lentamente hacia su espalda. La respiración de Daelina se volvió más rápida y entrecortada, mezclándose con los suspiros que escapaban de sus labios.

El tiempo corría en su contra, haciendo que la situación fuera aún más arriesgada. Sabían que cualquier momento alguien podría pasar por el pasillo o que el consejo podría entrar a la sala. Pero esa misma urgencia, ese peligro inminente, no hacía más que alimentar el fuego entre ellos. Cada segundo que pasaba los acercaba más al borde del abismo, donde el control se desvanecía y solo quedaba el deseo.

Lucerys bajó sus besos por la espalda de Daelina, deteniéndose en los lugares que sabía la hacían estremecer, dando estocadas lentas pero firmes. Con cada beso, con cada embestida, el ambiente se volvía más denso, más cargado de una tensión que amenazaba con desbordarse. Daelina, con las manos apoyadas contra la pared para mantener el equilibrio, cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones, sintiendo cómo la urgencia de Lucerys la envolvía por completo mientras su miembro estiraba su interior.

𝐑𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 - Lucerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora