Cap #9

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Un día antes

Clínica Central CDMX

El moreno empujó la puerta del consultorio y vio a su médico.

—Doctor... —entró apresurado— una disculpa por mi retraso.

—¿Y usted es..?

—Esteban Lombardo. —cerró la puerta y se acercó al médico—. Usted debía atenderme a las cuatro.

—Lo ha dicho muy bien, debía hacerlo a las cuatro, son las cinco de la tarde, Esteban.

Él hizo una mueca avergonzado y asintió con un ademán. —Es cierto. Una disculpa nuevamente por haber sido tan impuntual. Sé que no es una excusa, pero salí de mi empresa con el tiempo justo para llegar acá y para mi mala suerte, cuando venía en camino mi coche dejó de funcionar y ya sabe cómo son este tipo de situaciones.

El médico notó la sinceridad en sus palabras y le contestó. —No se preocupe, puedo hacer una excepción con usted. Sobre todo porque no nos conviene aplazar esta cita.

—¡Gracias, doctor! —expresó uniendo sus manos en forma de súplica—.

—Pero tendrá que esperar hasta las seis que por fin estoy libre. Ahora no, aún me quedan algunos pacientes por tratar.

—Listo, lo haré con gusto. —asintió y salió del cuarto—.

[...]

Un hora después

—Bien, Esteban. —agregó el médico chequeando su computadora—. ¿Cómo se ha sentido últimamente?

—Más o menos. —tomó asiento—. Creo que igual e incluso peor.

—¿Por qué?

—Porque siento que mis malestares van aumentando poco a poco.

—Aparte de los mareos y la falta de oxigeno, ¿ha presentado otros síntomas?

El moreno hizo un ademán afirmativo. —Estos últimos tres días me he sentido con un gran malestar estomacal, es una terrible sensación de querer vomitar pero lo más extraño es que nunca puedo hacerlo. Realmente es desesperante, tanto que a veces he intentado forzarme para que se me quite y nada. 

—¿Antes de su primera cita conmigo ya tenía este síntoma?

—No. Como le acabo de decir, vengo padeciendo este malestar desde hace aproximadamente tres días. Por eso sólo le comenté de mis recurrentes mareos y mi falta de oxigeno.

—Esteban, ayer me llegaron todos los resultados de los exámenes de laboratorio que le asigné y... —el médico inhaló y exhaló con un semblante compasivo y afirmó lo siguiente—. No le tengo buenas noticas.

<<No le tengo buenas noticias>>

Aquella frase lo pasmó. ¿Qué diablos significaba no tener buenas noticias?

Oír la respuesta de su médico lo congeló y al mismo tiempo le aceleró sus pulsaciones. 

—Sea más explícito, por favor... —le pidió ansioso—.

—Esteban, le hemos detectado Insuficiencia Renal Crónica.

<<Le hemos detectado Insuficiencia Renal Crónica>>.

Otra respuesta que volvió a pasmarlo. No conocía ese término con exactitud. Sin embargo, según su lógica, debía ser algo asociado con los riñones.

Por su expresión facial el médico se percató de su evidente confusión y prosiguió. —Le voy a simplificar el asunto... —le entregó los resultados en físico—. Sus riñones desde hace algún tiempo dejaron de funcionar con normalidad, eh, no están para nada sanos...

Atreverse a atreverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora