Angel [The Sound Of Magic]

❀ CAPÍTULO 11 ❀

Mientras caminábamos hacia clase, le comentaba a Ah-yi mi frustración por no saber qué incluir en mi carta de presentación.

–Es que no sé qué decir en la carta para que realmente tenga relevancia –le expliqué–. Siento que mi vida no tiene nada especial que ofrecer, y me preocupa que eso se note.

–Estoy segura de que encontrarás algo bueno para decir –me animó Ah-yi–. A veces solo necesitas un poco de perspectiva.

Cuando entramos al aula, notamos que el profesor y la mayoría de los estudiantes aún no habían llegado. Il-deung, Ha-na y su amiga eran los únicos que ya estaban ahí. Il-deung, tras dejar sus cosas en su mesa, estaba a punto de salir. Ah-yi se dirigió a su lugar habitual y yo me senté frente a ella, buscando un poco de consuelo en la familiaridad de su presencia.

Ha-na me miraba con curiosidad, su expresión parecía interrogativa. Traté de evitar su mirada, sin muchas ganas de interactuar con ella. Sin embargo, no pude evitar levantar la vista cuando ella habló.

–Eun-yeong, ve al parque de diversiones –dijo con una sonrisa que no me gustó nada–. El mago dice que está deseando que vayas a verlo.

Traté de mantener mi compostura mientras la conversación continuaba, pero la idea de ir al parque de diversiones y encontrarme con Ri-eul me estaba poniendo cada vez más nerviosa.

Cuando acabaron las clases, le pedí a Ah-yi que me acompañara al parque de diversiones. Aceptó sin dudarlo, así que nos dirigimos juntas hacia la Casa del Mago. Al entrar, me sorprendió verlo de una manera tan diferente. Estaba sentado frente al escritorio con una camisa ligeramente abierta, sin la capa ni el sombrero que normalmente llevaba. La imagen inesperada me desestabilizó un poco, y me costó no quedarme mirando. Intenté mantener mi compostura mientras me acercaba a él.

–No puedes decirle ciertas cosas a Ha-na –hablé con determinación, acercándome a él, con Ah-yi detrás–. Puede hablar de más y propagar rumores que no son verdad.

Ri-eul me miró con su sonrisa encantadora, reclinado en su silla de una manera que lo hacía aún más atractivo.

–¿Qué cosas no son verdad? –preguntó, su tono ligero pero con una chispa de curiosidad en sus ojos.

–Que somos algo... novios, amantes, o no sé qué –respondí, sintiendo que mi rostro se calentaba–. Me preocupa que eso no sea lo que realmente piensas o lo que quieres.

Él mantenía su actitud imperturbable, como si lo que pensara el resto del mundo le importara poco. –¿Y qué piensas tú? –su tono era divertido, como si no le afectara en absoluto.

Suspiré, frustrada por no poder leer sus intenciones claramente.

–Lo que pienso no importa mucho si no entiendo para qué me esperabas. ¿Hay algo que querías decirme?

Ri-eul me miró directamente. –Que me gustas –dijo con una leve sonrisa, casi como si fuera la mayor tontería del mundo.

Ah-yi, que había estado observando la escena con curiosidad, dio unos pasos hacia él.

–¿Qué le has dicho? –preguntó con intriga.

Ri-eul no desvió su mirada de la mía y repitió sin inmutarse. –Que me gustas.

Mi sonrisa se ensanchó de manera involuntaria, y Ah-yi, notando la reacción en mi rostro, me dijo con un tono comprensivo que me esperaría fuera. Asentí, agradecida por su comprensión, y esperé a que se fuera antes de volver a fijar mi atención en Ri-eul. El silencio entre nosotros parecía cargado de una nueva tensión, pero esta vez, era una tensión diferente, una que estaba dispuesta a explorar.