Angel [The Sound Of Magic]

❀ EPÍLOGO ❀

Hacía unos días había cumplido 22 años. Mi vida había mejorado de maneras que nunca imaginé. Tras años de esfuerzo y dedicación, había terminado la carrera de veterinaria en tan solo 3 años y comenzado a trabajar en una clínica del centro. Cada día, rodeada de animales y dueños preocupados, sentía que había encontrado mi lugar en el mundo. Mi corazón se llenaba de alegría cada vez que lograba ayudar a una mascota a recuperarse, aliviando la angustia de sus dueños.

Ah-yi había encontrado su propio camino en el mundo del entretenimiento. Comenzó a trabajar en un restaurante, realizando trucos de magia para celebrar cumpleaños y alegrar a los clientes que buscaban diversión. A pesar de haber pasado tantos años desde que comenzó a explorar esta pasión, seguía mostrando una dulce timidez cuando le preguntaba sobre su trabajo. A veces, la veía iluminarse con una mezcla de orgullo y nerviosismo mientras hablaba de sus actuaciones, como si cada nuevo truco fuera un pequeño logro personal.

Aunque no había hablado con Il-deung desde que todo se resolvió, Ah-yi me contaba que estaban comenzando a verse más a menudo. Disfrutaban de cenas en restaurantes y paseos por la playa, compartiendo momentos que parecían sacados de una película romántica. Ella, incluso después de tantos años, seguía siendo bastante tímida cuando le preguntaba al respecto, sonrojándose y sonriendo como una adolescente enamorada.

Mientras tanto, la ausencia de Ri-eul seguía pesando en el aire. De vez en cuando, Ah-yi y yo visitábamos el parque de diversiones, pero nada había cambiado desde la última vez que estuvimos allí. El lugar seguía abandonado, lleno de recuerdos de risas y magia, pero sin rastro de su presencia. Había una extraña tristeza en el aire, una sensación de que una parte de nuestra historia aún estaba inconclusa. La falta de noticias sobre él era un eco persistente que se instalaba en mi corazón, recordándome que a pesar de los avances en nuestras vidas, todavía había un vacío que no se podía llenar.

A pesar de todo, intentaba no perder la esperanza. Tal vez, un día, Ri-eul regresaría, y quizás encontraría la manera de sanar las viejas heridas que todos llevábamos. Mientras tanto, me enfocaba en el presente, celebrando los logros y momentos de felicidad que la vida me ofrecía. La magia seguía viva en mi corazón, y estaba decidida a encontrarla en cada rincón de mi nueva realidad.

Un canto llamó mi atención, rompiendo la calma de la jornada en la clínica veterinaria. El día había comenzado con bastante tranquilidad; los pacientes llegaban puntuales, y todo parecía seguir su curso habitual. Sin embargo, a la hora de comer, al escuchar el melodioso "cumpleaños feliz", una sonrisa se dibujó en mi rostro. Me giré hacia mis compañeros de trabajo, que cuchicheaban entre ellos con una complicidad que me intrigaba.

Cuando vi la escena, mi risa se hizo eco en el aire. Allí estaban, trayendo un pequeño pastel en forma de loro, con velas parpadeando alegremente en la cima. Todos sabían del cariño que tenía por Bella, la ave que había cuidado durante años, convirtiéndose en una parte esencial de mi vida. Ella, aunque ya mayor, seguía teniendo ese espíritu juguetón que la hacía única, y era imposible no sonreír al pensar en ella.

Me acerqué al grupo, y el entusiasmo en sus rostros fue contagioso. La calidez de la celebración me llenó de alegría, y mi corazón se sintió ligero al ver cómo todos se unían para hacer de este día algo especial. Las risas y las bromas flotaban en el aire, creando un ambiente de camaradería que hacía que cada momento en la clínica fuera un regalo.

Mientras soplaba las velas del pastel, deseé lo mejor para Bella, agradeciendo por cada día que pasábamos juntas. La ternura que sentía por ella se reflejaba en mis ojos, y su risa suave resonaba en mi mente. En ese instante, rodeada de amigos y de la alegría que compartíamos, entendí que no solo celebrábamos un cumpleaños, sino también la vida, el amor y el vínculo que se formaba en torno a los seres que cuidamos y protegemos.