𝕮𝖆𝖕 𝖔𝖓𝖈𝖊:La oportunidad tan esperada.

140 7 0
                                    

Sheila estaba barriendo un poco el patio de su casa para sacar la tierra que volaba, cuando apareció el molesto de siempre, Danilo.

—bichita, ¿todo piolanga? — pregunto acercándose a esta.

—aja— respondió con poco interés mientras seguía barriendo.

—que fría la puta madre, ¿que tengo que hacer pa' que dejes de hacer así?

—dejar de romper los huevos.

—es una oportunidad y amor la que te pido, loca. Dale mamá, yo sueño con vos todas la' noche'. Respiro tu nombre todas las noche'. Tenes un culo re zarpado, unos ojitos re lindos, nena. ¿Entendes que no puedo más? Quiero una historita juntos loca, dale hacela corta.

—vo' me tenes que dejar tranquila a mi, ¿entendes? Tranquila— remarcó con fastidio, cansada de la insistencia del muchacho que tanto jodia con la "oportunidad".

Cuando en ese momento, Sergio salió de su casa dispuesto a ir con cochi y los otros a laburar como de costumbre, encontrándose que la escena de su hija y el uruguayo. Mirandolos con el ceño fruncido, sin entender un pingo de lo que sucedía en ese momento.

—¿que haces, Tata? Mira te la voy a hacer corta loco, le estoy batiendo a tu hija que se venga conmigo. Ya le marque mi nombre, ¿me entende'? Yo se que so' un chabón pulenta loco, de respeto, de mucha historia acá en el barrio, loco. Pero sabelo, ella es mía-

—¿cual flashas, uruguayo? Raja de acá antes de que te rebolee con algo, wacho de mierda. ¿Con que huevos venis a batirme con esto? Nosotro' nos conocemo' hace años, ¿que te pasa? Quédate en el molde que te doy un rescato, pibe— reprendió Tata con enojo y indignación. Danilo al escuchar como lo ponía en el molde, se quedó callado en su lugar antes de darse la vuelta e irse de la casa.
—¿que onda con este pibe? — le preguntó a su hija haciendo montoncito con la mano.

—es él, no yo— respondió encogiendose hombros, para después entrar a la casa sin más, dejando a su padre incomprendido.

≈≈≈

Un día después.

Se encontraban en lo de cochi con todos los otros jugando a las cartas de los más tranquilos.

—chancho... ¡Va! — grito Sheila, rotando las cartas sobre la mesa con los otros.

—la puta madre, no toca más— se quejó cochi impaciente, viendo sus cartas que no coincidían más.

—¿que hacen? — pregunto con cara de confusión Sergio que justo entraba donde estos se encontraban.

—pelando papa, que ¿no ves? — contesto con sarcasmo la menor, provocando risas de todos menos de su padre que le brindó una cara de culo con una sonrisa falsa.

—dejen de pelotudear y vamo' a laburar loco. ¿Se piensan rascar los huevo' todo el día o que? Dale arriba— apuro el mayor, haciendo levantar a tres de ellos menos a cochi, el pintor y las chicas.
—¿te quedas acá? — le preguntó a su hija, esta asintió con la cabeza para después los cuatro parados se vayan del lugar.

En el momento que estos se iban alguien entró, cerrando el portón por último.

—¿todo bien? — pregunto en general el uruguayo acercándose a donde estaban los que habían quedado.

—todo bien uruguayo, ¿vos? ¿Te andas portando bien? — le pregunto cochi mientras seguían jugando a las cartas entre él, Jorge y la menor.

—se, como siempre— respondió sentándose a un costado junto a ellos.
—¿y vos? ¿Todo bien, bicha?

El Apache -𝐷𝑎𝑛𝑖𝑙𝑜 𝑆𝑎́𝑛𝑐ℎ𝑒𝑧-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora