c a p í t u l o c i n c o

21 8 2
                                    


Finalmente, despues de un rato parada en medio del pasillo, terminé suspirando, resignada y opté por hacer lo que mi marido me había ordenado. Rápidamente me dirigí a mi habitación para buscar algo que ponerme para la supuesta cena.

"Ponte algo bonito" "Ponte algo bonito" –Imitaba con sarcasmo y desdén mientras buscaba la ropa en mi armario y la tiraba a la cama de mala manera.

El tono de Harry resonaba en mi mente, recordándome mi lugar en este mundo en el que me tocaba obedecerlo sin cuestionar.

A pesar de mi disgusto por la situación, y aunque me sintiera frustrada e imponente, no podía hacer nada. Por el momento, no me quedaba más opción que seguir cumpliendo sus órdenes para evitar su enojo y protegerme de las posibles consecuencias.

No pude evitar soltar una risa amarga mientras finalmente escogía un vestido elegante y "bonito para la ocasión"

. —Ahí tienes, Harry, algo bonito— Mascullé mientras me volteaba y lo tiraba a la cama.

Sin embargo, no me había dado cuenta que Harry había entrado en la habitación hasta que me di la vuelta por completo.

Su inesperada aparición me hizo sobresaltar y dar un brinco hacía atrás, chocando con el armario. —¡Harry! –Exclamé, por la sorpresa.

Su expresión era un claro indicio de que había escuchado mis palabras. Sus ojos se estrecharon, y su mandíbula se tensó.

–¿Qué estás haciendo? –preguntó mientras ladeaba la cabeza, mirándome con curiosidad.

Tragué saliva– ¡Nada! –Exclamé, luego me di cuenta que me mostraba nerviosa. –Quiero decir, nada. Solo estaba buscando algo que ponerme para la cena, como me dijiste –respondí con cautela, intentando mantener la compostura.

El asintió. –Por un momento me dio la impresión de que estabas hablando sola.

Me apresuré a negar con la cabeza y forzar una risa nerviosa. –¡No, para nada! Solo estaba pensando en voz alta, ya sabes, tratando de decidir qué vestido ponerme. –Comenté, soltando varias risas nerviosas mientras jugueteaba con mis manos.

Harry me observó por un momento, como si no estuviera seguro. –Ajá. –Dijo finalmente.

Yo asentí, sin embargo, el continuaba mirándome con curiosidad, con una ceja alzada y sus labios curvados, como si disimulara una sonrisa. Incluso podría llegar a decir que parecía. ¿Divertido?

¿Qué estaría pasando por su mente?

Yo me sentí un poco nerviosa y desvié la mirada a mis manos.

En ese momento, habló. –Bien, iré a darme una ducha. –Comunicó.

. –Excelente, yo esperaba hacer unas galletas para llevar algo a la cena o no lo sé, no querría ir con las manos vacías. –Comenté, aun sin mirarlo a los ojos.

–Buena idea. Haz unas galletas, seguro que a mis compañeros les encantará. –Respondió él. Yo fruncí el ceño y alcé la mirada; Harry me miraba con una sonrisa leve, como si hubiera olvidado el incidente anterior.

Yo asentí, también con una pequeña sonrisa, agradecida de que la tensión hubiera disminuido. –Claro, lo haré ahora mismo.

Con eso, Harry se dirigió hacia el baño y yo me dispuse a ir abajo.

En la cocina me puse mi respectivo delantal y me puse manos a la obra a preparar una receta sencilla de galletas que Isabelle me había enseñado, la cual consistía en mezclar harina, azúcar, huevos y mantequilla en un tazón. Amasé la masa hasta que quedó uniforme y luego la metí en la nevera para que cogiera consistencia.

El delfín rosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora