justicia

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Pasando los días, David, estando bajo el techo de Nicolás, parado en la terraza de la casa, miraba el cielo nocturno nublado. Con la mente de David preguntándose "¿Qué debo hacer?", las gotas comenzaron a caer, y la lluvia acariciaba el lugar. Saliendo a su encuentro, llegó Antonio, quien, colocando su mano en el hombro de David, lo miró y le dijo:

-Sé lo que piensas.

-No sabes cómo me siento.- respondio David con una enorme tristeza en su voz

-David, te recuerdo que también estuve tres años junto a ti.

-Tuviste suerte, entraste y saliste idéntico. Yo no tuve esa opción.

-Tampoco tuve opción.

-Entonces, no sabes qué pienso.

-Tal vez tienes razón. -En ese momento, Antonio se alteró-. Pero sabes, si yo tuviera tus opciones, no estaría llorando por eso. Usaría mi cambio para hacer una diferencia.

-¿Cambio? ¡Por Dios, Antonio! Tengo el cabello azul, me muevo más rápido de lo habitual, estoy perdido.

-Pues encuéntrate, porque a veces desearía ser tú.

-Y yo desearía ser tú. No tienes ninguna secuela.

-Yo quisiera tener la oportunidad de cambiar el mundo como tú la tienes.

-¿Entonces qué hago?

Antonio, acercándose a él, acarició su cabeza como si fuera su hermano pequeño, miró directamente a la calle y le dijo:

-Conviértete en la justicia que este mundo necesita desesperadamente.

Antonio caminó hacia la entrada del hogar. David, mirando el cielo nublado, se dijo a sí mismo: <<Ya basta de tantos lamentos>>. Caminó hacia su cuarto, buscó a Nicolás y, delante de él, mirándolo a los ojos, le dijo:

-Ayúdame a controlar esto.

-Sabía que vendrías -dijo Nicolás, confiado.

Nicolás caminó hacia un escritorio, buscó entre algunas cosas un papel y, regresando a David, se lo entregó.

-Es del departamento de policía -dijo David, sorprendido.

-En dos semanas vuelves. Tu gen Éxodo evoluciona con la adrenalina. Necesitas volver a portar un arma para sentirla y evolucionar. Te recomiendo que camines todos los días desde mañana, sin excepción ni día de descanso. Todos los días entrena tu cuerpo.

-¿Así me ayudarás? Eso es una rutina de entrenamiento.

-Es así como todo comienza. Gota por gota se llena un vaso. Así que si quieres correr, aprende a caminar.

David volvió a su habitación. Al despertar al siguiente día, hizo exactamente lo que Nicolás le dijo, sintiendo un enorme alivio y energía en su cuerpo. Repitiendo esto siempre, estaba evolucionando con cada día de entrenamiento. Un día antes del reingreso de David a la policía, Nicolás y Antonio lo llevaron a un campo lejano y deshabitado. David, con un traje deportivo y colocándose en posición de velocista, escuchó a Nicolás acercarse y decirle:

-Corre lo máximo que puedas. Has trotado todos los días durante dos semanas, así que debes soportar mucho más de tu energía. Explótala totalmente.

-Confío en ti, doctor -respondió David.

David comenzó trotando lentamente. En cuestión de segundos, su velocidad aumentó gradualmente, llegando a un punto donde la velocidad era tan poderosa que generaba un golpe destructivo. David ya corría a la velocidad del sonido.

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