blackhole

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Tomando la máscara y el sombrero, volvió a la oficina de Vidal y tocó la puerta que tenía el letrero de "no molestar" encima. (Toc, toc)

—¡No molestar dice el letrero, o acaso no leen! —grita Vidal. 
(Toc, toc) 
—¡Ya basta, lárguense! 
(Toc, toc, toc) 
—¡Ya me cansaron! —se levanta y abre la puerta con una bata de baño. 
—Hola, señor Vidal. 
—¿Niño, pero qué haces aquí? ¡Ya lárgate! 
Él intenta cerrar la puerta, pero Kevin lo levanta en el aire y entra en la habitación, donde están cuatro mujeres desnudas. Kevin les dice: 
—¡Fuera! 
Las mujeres salen espantadas del lugar. 
—Deja los juegos, niño. Sabes que soy muy poderoso aquí y es mejor que me bajes. 
—Señor Vidal, el dinero deja de ser poder cuando se le deja de dar el valor mental. 
—¿De qué hablas? 
—Piense en esto: usted está en una isla desierta sin posibilidad de comunicarse con el exterior y solo tiene su dinero. Dígame, ¿de qué le sirve el dinero? 
—Niño, te daré lo que quieras, solo suéltame. 
—Ya me habías prometido que cuidarías a Mary y la despediste. 
—Está bien, está bien, cumpliré, pero bájame. 
—Si me engañas una vez, es tu culpa, pero si me engañas dos veces, es mía. 
—¿De qué hablas? 
—Que no te creo, ahora harás las cosas a mi modo. 
—Espera, detente. 
—¿Qué pensaría la señora Vidal si lo ve en estas fachas? 
—¿Me estás chantajeando? 
—No, claro que no. El chantaje es si yo tuviera beneficio, pero piense en la isla, señor. 
—¿Tú eres la isla? 
—No, señor, yo soy el volcán que consumirá la isla. 
—¿Qué quieres? 
—Yo quiero ser el último maestro de las herramientas, quiero que este mundo se arrodille a mis pies y aplastar a los que me pisotearon, empezando por ti, pequeño. 
Kevin coloca su mano derecha al frente como si manejara los hilos de un títere, y con la izquierda comienza a moverla como si jalara algo invisible. Vidal siente como si sus huesos se movieran delante de su cuerpo. Kevin se detiene y lanza a Vidal contra el suelo. 
—Ya ves que te puedo acabar si lo deseo, pero saca el dinero que tienes. 
—Sí, sí, sí —Vidal saca de su escritorio un revólver con el cual apunta a Kevin y, sin medir palabras, comienza a disparar, pero las balas quedan suspendidas en el aire. 
—Mala elección. 
Kevin mueve su mano derecha hacia Vidal y, con un movimiento brusco, usa su telequinesis para fracturar sus piernas. 
—Solo quería las cosas a la buena —dijo Kevin—, pero tendré que destruir tu imperio. 
Mientras Vidal grita de dolor, Kevin mueve su mano hacia una pared, rompe una caja fuerte escondida y comienza a sacar todo el dinero. En ese instante, llegan los guardias del casino al escuchar los gritos de su jefe. Kevin, al verlos, los mueve y les rompe las piernas, al igual que a Vidal, dejando a los hombres en el piso. Sale tranquilamente del lugar y camina hacia el escenario. Enciende las luces, pero no hay música; él simplemente camina tranquilo por la pasarela, mirando a los espectadores. El hombre que lo abucheó la última vez estaba sentado cerca del escenario y comenzó a decir: 
—Otro truco barato de este tipo. No creas que con una máscara y un nuevo look vas a impresionarnos. Sabemos quién eres. 
Kevin lo mira fijamente y, levantando su mano, hizo que el hombre levitara en el aire. Al ver que no tenía nada de magnetismo, el hombre comienza a pensar cómo hizo eso. 
—No hay truco, no es magia, es más que eso, es poder. Ya no soy "Star de París", ahora llámenme "Blackhole". 
—Qué nombre tan estúpido —gritó el hombre suspendido. 
—El que se enfrente a mí luchará contra una gravedad tan fuerte que no deja salir la luz. Aquí inicia mi reino y qué triste que no podrás usar tus brazos. 
—Como si pudieras hacer eso. 
Blackhole choca sus manos y los brazos del hombre son fracturados. Kevin lo deja caer, provocando que se le rompan los pies. Los presentes comienzan a correr desesperados, pero él responde: 
—Mátame —súplica el hombre en el suelo, sufriendo por el dolor. 
—No soy un asesino —respondió Kevin, levantándose por el aire—. Les daré diez minutos para que huyan, pero de manera calmada; no quiero cadáveres en mi conciencia. 
Los presentes comienzan a caminar, saliendo del lugar, pero Kevin detiene a cinco personas. 
—Ustedes —les dice Kevin—, llévense al herido y en las oficinas de atrás están otros hombres más gritando, así que sáquenlos. 
Al saber que no quedaba nadie en el edificio, Kevin levanta sus manos como si estuviera haciendo una enorme fuerza, haciendo que el edificio completo se levante. Luego, dejándolo caer, se desplomó todo el edificio, dejando simplemente escombros. Entre el humo, cubierto por un escudo hecho de telequinesis, aparece volando Blackhole. Subió a lo más alto y miró hacia abajo en la ciudad, y se dijo a sí mismo: 
—Tranquila, Mary, todo estará bien. 
Kevin desaparece entre las nubes, dificultando un poco su huida del lugar, pues nunca había usado su poder a tal grado. Cayendo cerca de la zona verde de la ciudad, se cambió de vestimenta y se dirigió hacia la casa de Mary. Tocando la puerta, emocionado, esperaba ver a su amiga y darle la noticia de que ya tiene el dinero necesario para su operación, pero algo se sentía diferente. Al tocar la puerta, esperaba una respuesta, pues ella siempre gritaba desde adentro, pero solo se escuchaban pasos secos. Desde adentro, abre la puerta Mary, quien en su mirada deslumbraba una enorme preocupación. 
—Por favor, dime que es mentira, dime que no tuviste nada que ver con lo ocurrido en el casino, por favor, dime que no fuiste tú. 
—Mary, yo... Mira, te traje el dinero que necesitas para tu tratamiento. 
—¡Lárgate! 
—¿Pero... por qué? 
—¡Lárgate! —Mary gritó muy alterada en ese momento—. No eres más que un monstruo, ¡vete! 
Mary cierra la puerta de golpe en la cara de Kevin, quien queda impactado. Mary era la única persona que lo miraba a los ojos y no lo hacía sentir como un demonio, pero ahora recuerda esa mirada, la mirada de miedo y desprecio lo impactó. Kevin abrió la puerta a la fuerza y Mary, quien estaba cerca, volteó a verlo aterrada, pensando lo peor. Las lágrimas en sus ojos demacraban su rostro. Kevin suelta el maletín con dinero dentro de la casa y le dice a Mary: 
—Yo no quiero este dinero, tú úsalo y no te preocupes, no me volverás a ver nunca más. 
Kevin sale del lugar y comienza a caminar por el barrio, sabiendo que en cualquier momento vendrían a buscarlo por las cosas que hizo. Tenía mucha ira porque él no se sentía como un monstruo; sentía que el mundo era el monstruo, sentía que la ciudad lo estaba destruyendo. Recordando la satisfacción de haberse defendido, se elevó en el aire y, mirando la ciudad, se dijo a sí mismo: 
—Te devolveré todo lo que me hiciste.

Kevin vuela por los aires. Moviendo sus manos, levanta la carretera y destruye todo a su paso. Rápidamente, un cuerpo policial da aviso para detenerlo. Al llegar, las patrullas intentan detenerlo; le disparan en varias oportunidades, pero las balas quedan suspendidas en el aire, como si hubiera una burbuja invisible cubriéndolo. Descendiendo al suelo, mira a los policías fijamente, dejando caer las balas en el suelo. Levanta una patrulla vacía y la aplasta con su mano, haciendo que los policías se retiren apresuradamente. Reporteros y camarógrafos observan el lugar; drones con cámaras graban a Blackhole. Mirando las cámaras, las atrae hacia él y comienza a hablar:

—Estos son los guardianes de la ley y el orden, o debería decir, los corruptos en extremo, oprimiendo al pueblo bajo su suela, destruyendo las vidas de las personas. Trabajamos y nos esforzamos arduamente por nuestra vida, por nuestras pertenencias. ¿Y cómo nos paga la sociedad? Aplastándonos y desechándonos. En este tiempo, existe la aceptación de culturas y razas, la aceptación de la orientación sexual, y la aceptación de una gran cantidad de pensamientos humanos. Pero la verdad, a la hora de la verdad, a nadie le interesa. A nadie le interesa que seas negro, blanco, chino o indio. A la sociedad ya no le interesa con quién te acuestas. ¿Sabes qué es lo que le interesa a este mundo? Pues es fácil: el número de ceros en tu cuenta bancaria. Mientras discutimos sobre quién es mejor, el mundo nos desecha como basura porque simplemente no tenemos nada. Yo nunca tuve nada, ni siquiera una pizca de amor. Actualmente, existen varios individuos en la ciudad que son observados como héroes. No los critico, al contrario, los apoyo. Por eso, yo seré un héroe: el héroe de los humildes y pobres. No me rendiré hasta que la igualdad sea una realidad donde todos podamos vivir sin prejuicios, donde tanto el rico como el pobre tengan opciones médicas para mejorar su salud, y en lo más importante, donde ricos criminales como Vidal sean juzgados como personas pobres, con igualdad, donde los hechos sean la verdad y la justicia prevalezca. Mi nombre es Blackhole y estoy aquí para cambiar este mundo.

Los ciudadanos quedan atónitos con el discurso que ha dado. El detective Diego intenta comunicarse con Mercurio desesperado. Las personas de la ciudad salen en masa para apoyar a Blackhole; la anarquía gobierna la ciudad, con saqueos y destrucción por doquier. De vuelta en el edificio, creando un trono de escombros, se sienta Blackhole.

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