~Prólogo~

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Era finales de diciembre. Maravillosa época navideña que iluminaba todas las calles con sus luces y daba un ambiente cálido con los mismos adornos y música en las calles y tiendas.

Como cada año, desde que había abierto su pequeño negocio, Phuwin había invitado a sus trabajadores a una cena para dar por finalizado otro año más de buenas ventas. Y, como otros años, Phuwin se vio sobrecogido por la insistencia de sus pasteleros para que le acompañaran a por una última copa.

Se había negado en un principio como siempre, poniéndose de excusa a su adorado cachorro, hasta que Joong, el único Alfa al que le tenía cierto cariño fuera de su familia y mano derecha de su pastelería, le recordó que su cachorro ya tenía dieciséis años y que cada fin de semana le dejaba solo para irse con sus amigos.

Sin embargo, en vez de eso tranquilizarle y hacer ver que podía disfrutar su vida de adulto, Phuwin quiso volver con más ímpetu a casa para estar allí cuando su bebé regresara. Caminando por las destartaladas calles del centro, de regresó a casa, decidido a llamar a su hijo por si quería que se encontraran a mitad de camino y volver juntos a casa; se escribió el primer verso de esta historia.

-¡Hey! -Exclamó cuando un cuerpo más grande, fuerte y corpulento que el suyo chocó contra su hombro haciéndole perder el equilibrio y que su móvil saliera volando hasta caer al suelo. -Mierda. -Masculló al levantar el aparato y ver toda la pantalla resquebrajada
Esa rabia contenida que siempre explotaba en él de la peor manera le invadió. -¡Hey, tú, microbio!- Varias personas se dieron vuelta, pero no el chico con el que había chocado. Caminando de vuelta sobre sus pasos agarró el hombro enfundado en una chaqueta de cuero y tiró de él haciéndole girar. -Mocoso irrespetuoso, me has tirado el móvil al suelo. ¿Qué no te enseñaron modales? Al menos pídeme disculpas, mocoso.

Pond, que venía andando con su amigo manteniendo una conversación que sacaba risas descaradas de ambos, se giró con las cejas fruncidas y cara de querer matar a quien se atrevía a alzarle la voz en público y hablarle de aquel modo. Mas el chico se quedó callado, mudo, al observar tal belleza ante sus ojos.

Aquel Omega era una belleza; alto, con hombros anchos, piel pálida, tersa y brillante, ojos rasgados oscuros, cabello negro sedoso y labios rosados y muy gruesos que le gritaban que debía morderlos. Sin duda esos labios llamaban al pecado.

-Perdona, guapo. ¿Qué decías? -Preguntó agachándose un poco para estar a la altura del rostro del Omega. Phuwin observó parcialmente al chiquillo. Un Alfa pelinegro, con atuendo de chico rudo y un cigarrillo en su oreja sin prender que solo parecía ser un adorno más junto a los pendientes en su cartílago.

-Ya sé que soy guapo. Ese no es el caso de esta conversación, mocoso. -Pond mordió su labio inferior antes de sonreír socarrón, embobado por lo altanero que era el Omega. Phuwin observó con gracia la sonrisa del muchacho. -Me has roto la pantalla, ¿ahora cómo llamo a mi bebé?

-Oh. -Suspiró Pond, poniéndose de nuevo recto y viendo desde su altura al mayor. -¿Ya tienes Alfa? -Preguntó mirando de forma descarada el cuello pálido y largo del hombre. Phuwin lo fulminó con la mirada y le sacó su dedo medio.

-Eso no es de tu incumbencia. -Inició dando un par de pasos atrás. -Y aprende a respetar a tus mayores. -Phuwin volvió a retomar su paso con dirección a su casa, Pond se quedó allí con las manos dentro de los bolsillos de su cazadora de cuero viendo la espalda del Omega mientras marchaba.

-Es la primera vez que veo que alguien sale corriendo de ti. -Bromeó Aou a su lado echando una pequeña risa.

-Tiene carácter. -Bromeó. -Además de un buen trasero.

-Es demasiado mayor para ti. -Añadió el pelinegro más bajo.

-No existe edad para el amor. -Susurró en la cara de su amigo antes de golpear su frente y caminar de nuevo hacia el bar donde pensaban ir esa noche.

-Esa frase se refiere a que no hay edad para enamorarse, no que se acepta salir con un hombre de geriátrico. -Pond lo ignoró meintras prendía su cigarro. -Además, ni que tú supieras qué es el amor. Hasta Fourth lo sabe mejor que tú.

-¿Por qué lo dices? -Preguntó el Alfa más alto, Aou supo que la había cagado.

-No, por nada.

Pond no le creía, después tendría que preguntar a Fourth. A fin de cuentas era extraño, que esa noche de sábado, no les hubiera acompañado.

El suegro de mi hermano ~ PondPhuwin ~ OMEGAVERSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora