Capítulo 10~Mi vida

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Phuwin sabía que iba a cometer una estupidez, pero no se privó de probar esa boca que siempre degustaba paletas de caramelo. Su cuerpo se inclinó hacia el frente y hacia arriba haciendo chocar sus labios.

Pond quedó paralizado unos segundos pues nunca pensó que el mayor fuera el primero en acortar la cercanía entre ambos. Cuando su propio lobo le gruñó por no corresponder al portador de tal maravilloso aroma a sandía, fue que reaccionó y dejó la cámara de fotos sobre el taburete donde el mayor antes estaba sentado.

Las grandes manos cálidas del Alfa fueron a sus caderas bajo su gran suéter de lana a la par que comenzó a mover sus labios dando caricias a los contrarios. Phuwin suspiró complacido y rodeó su cuello para afianzarse a su cabello a la par que abría su boca pidiendo más.

Pond hizo fuerza sujetando sus caderas marcadas y estrechas para elevar su cuerpo y pegarlo contra la pared más cercana donde descansaba esa tela blanca. Phuwin enredó sus piernas en la cadera contaría y jadeó al sentir la gran hombría, aún estando dormida, de Pond contra la suya. Aquel pequeño gemido incitó al Alfa a pedir y hacer más, subiendo sus manos por la fría espalda de piel suave blanda y restregarse con fuerza contra la entrepierna del mayor.

En el momento que sus lenguas hicieron contacto con descaro, a mitad de la unión de sus bocas, los chasquidos se hicieron presentes junto a mordidas y succiones intensas. Las manos del Omega treparon hacia el cabello azabache y tiraron de él demandando más y más del Alfa.

Mas el cerebro dormido, la razón apagada de Phuwin, volvió cuando el panel de tela blanco cayó sobre ellos cubriéndolos y asustándole levemente.

-No. -Susurró rompiendo el beso y buscando lejanía del rostro contrario. -Déjame. -Pond lo soltó con delicadeza parando de nuevo sus pies en el suelo. Apartó sus manos de su cuerpo, mas no deshizo la cercanía bajo el manto blanco. Aquello, por muy triste que suene, sorprendió a Phuwin porque, un Alfa, hacía caso a sus pedidos de que no quería más; de que quería detenerse ahí.

-¿Qué pasa? -Murmuró Pond buscando la respuesta en su mirada confusa y ligeramente asustada.

-No podemos hacer esto. -Susurró en el mismo tono.

-¿Por qué? -Preguntó llevando una de sus manos a acunar una de sus mejillas. -Ambos somos adultos, Phuwin. No es un pecado. -El Omega inclinó por instinto su rostro hacia esa mano cálida. -No estamos haciendo nada malo.

-Sí. -Aseguró bajo casi inaudible.

-No. -Corrigió. -No te asustes. -Pidió dejando sus labios rozar los contrarios. -Sabes que no solo quiero algo físico contigo.

Y tal vez ese era el problema, ¿no? Que si hubiera conocido a Pond de otra forma o circunstancias, que si el apetitoso y delicioso Alfa con aroma a melón y que le ponía a mil fuera ajeno a su vida, a su Gemini, tal vez no tendría problema en tener algo físico con él y ya está. Incluso puede que no tuviera tanto pánico a tratar de conocer algo más que su físico si fuera un desconocido de su vida. Pero Pond era el hermano de su yerno, el cuñado de su hijo y, ante todo, se estaba convirtiendo en una figura importante y respetada por Gemini. No podía cagarla y hacerle eso a su hijo.

-Lo siento. -Murmuró haciendo presión en el ancho pecho para alejarlo de él, saliendo de debajo de la tela blanca y recogiendo su abrigo del suelo para disponerse a huir del estudio de fotografía.

-Phuwin. -Escuchó a su espalda, sus pasos se detuvieron cuando el pomo de la prueba estaba en su mano. -No quiero haceros daño ni a Gemini, ni a Fourth, ni a ti. -Phuwin odiaba ser tan trasparente para ese estúpido ser.

-Yo tampoco. -Aseguró saliendo al fin del lugar.

Viernes por la noche, Phuwin, estaba en su sofá comiendo helado de melón cuando su hijo entró a casa tras salir a cenar con su novio

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Viernes por la noche, Phuwin, estaba en su sofá comiendo helado de melón cuando su hijo entró a casa tras salir a cenar con su novio. El menor sonrió y se acostó sobre el regazo de su padre que veía una triste película romántica en televisión.

-¿Por qué últimamente ves películas tan tristes, papi? -Preguntó inocente el menor, el Omega llevaba varias noches viendo romances donde uno de los adolescentes protagonistas tenía una enfermedad terminal.

-Estoy pre~celo. -Respondió sin más. Gemini observó a su padre desde su posición inferior, él sabía que le pasaba algo y que no le quería contar. Como otras veces, sabía que lo hacía con la idea de protegerlo y lo que realmente hacía era preocuparle más.

-Mañana vamos a ir a una discoteca con los chicos. -Dijo en cambio, recibiendo cariños de su padre en el cabello. -Los mayores quieren beber y me preguntaba si podrías venir a por nosotros después. -Phuwin asintió sin darle mucha importancia, sabía que no se emborracharían hasta el desfase y prefería ser el padre de confianza que los recogiera de su borrachera antes que el que temían llamar en caso de emergencia. -¿Quieres venir con nosotros?

-¿Yo? -Preguntó confuso fijando su vista en los grandes ojos semi cerrados por el sueño de su pequeño, este asintió. -¿Para qué? -Gemini cerró sus ojos y bostezó ante los cariños en sus raíces.

-Fot dice que eres un papi joven y te mereces pasarlo bien. Tiene razón y creo que es momento de que dejes de cuidarme tanto y vivir tu vida, papi. -Phuwin se mantuvo en silencio observando como su hijo finalmente quedaba dormido y repitiendo esas palabras en su mente una y otra vez. Finalmente sonrió antes de volver a comer helado de su mayor pecado.

-Mi vida eres tú, cachorro.

El suegro de mi hermano ~ PondPhuwin ~ OMEGAVERSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora