Capítulo 16

78 12 9
                                    


"¿Abusaron de ti?" Su voz cambió por completo al decir esas palabras. No lo dudaba, debía asquearle saber que era una muñeca usada. A mí me asqueaba.

Me resultaba repulsivo tener que mirarme al espejo conociendo el conteo de todos aquellos que habían pasado por mi cuerpo, pero la forma en que se borró su sonrisa... estoy segura que después de esto se rendiría. ¿Quién querría tener un juguete usado?

La puerta se acababa de cerrar detrás de mí. No podían verme así, no debían verme así. Respira, Zarina. Respira. Limpia tu llanto y respira.

Respira y continúa con esta mierda de la que no te puedes escapar, porque algo has de reconocer y es que el único momento en que tu padre tuvo los pantalones bien puestos, fue cuando hizo lo que tú jamás podrás hacer: tú no has sido capaz de dar ese salto al más allá.

—Te dije que era un imbécil. —Itz me recibe con brazos abiertos en cuanto llego a la barra, pero paso de largo.

—Sí quieres que salga a darle una lección solo dilo. —Cachorro, como lo llamaban, era el menor de todos los que trabajábamos en este lugar; siempre me sacaba una sonrisa con su ingenuidad sobre la vida, pero en esta ocasión no lo logró.

Aissa no era el problema, yo sí. Yo era un problema para todos los que me rodeaban; por eso se fue Rachid y por eso mi madre permitió que pasara todo lo que pasó. He sido una carga constante para cada persona en mi vida.

—Los hombres no pueden ser ambas cosas, cariño. Si son guapos, no pueden ser buenos y si son buenos, no pueden ser guapos. —a mí me parece que sí y la prueba está en el callejón junto al bar, o bueno... estaba.

—No fue ningún imbécil, solo no quise seguir fuera. —entro detrás de la barra a tomar mis cosas de donde las escondieron del jefe para que yo pudiera salir.

—Espera, déjame ver si entendí. —harta de escuchar a mi amiga la ignoro y me doy la vuelta, dispuesta a servirme un trago. Jamás he bebido, pero nunca es tarde para comenzar, ¿no es así? —Tienes a un hombre guapo y bueno... y ¿solo no quisiste seguir afuera? —no sabes nada. Nadie sabe nada. Y no quiero que nadie lo sepa. Me avergüenza ser yo. Me avergüenza seguir con vida. Me avergüenza todo lo que han hecho conmigo. —¡¿Estás loca?! —contén las lágrimas. Respira. Que nadie te vea llorar. Que nadie sepa lo herida que estás.

Creo que no es el momento para tomar ese trago.

—No estoy loca, solo estoy ocupada. —fui a dar una vuelta por mis mesas para ver si alguien necesitaba algo, aunque la única que necesitaba algo era yo. Necesitaba alejarme de los que comenzaban a llamarse mis amigos.

Estaba exhausta, la noche había sido bastante larga. Las fiestas se acercaban y en una ciudad turística como esta solo podía significar una cosa: fiesta eterna.

Tenía cuarenta y cinco minutos antes de tener que registrar mi entrada en la cafetería.

—¿Te llevo? —¿por qué sigue aquí? ¿Que acaso no entendió que no merece algo como yo? Creo que Itz tenía razón: era un imbécil. No por cómo me ha tratado, sino por quedarse cuando es evidente que vale mucho más que yo. Al igual que todos.

—¿No tienes otra cosa que hacer o Zaid mintió cuando dijo que andabas a marchas forzadas? —ni una chaqueta traía. ¿Había pasado toda la madrugada esperando en un callejón sin absolutamente nada para cubrirse del clima? ¡Estamos a un par de días del solsticio de invierno!

—No mintió, pero prefiero meterme en problemas si eso significa que podemos hablar un poco más. Además, tengo hasta medio día para regresar al trabajo.

Secuestro [libro 1/6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora