La medianoche pasó y no hubo rastro de él.
Mentí. No supe que más hacer.
Le dije a Zarina que tendría que estar una semana más. Y cuando Alexander preguntó, le conté la misma historia. Estoy casi seguro que no me creyó, pero no dijo nada.
No sé por qué lo hice. No sé por qué engañé de esa manera. Yo no decía mentiras. No antes de ella.
<<No trates de engañarte, Aissa. Bien sabes que lo hiciste por mantenerla viva.>>
Las horas y los días pasaron.
Zaid aún no logra agarrar un ritmo constante, pero en definitiva se esfuerza. Aunque no lo culpo, he sido una mierda de guía estos días. Mi mente y mis esfuerzos han estado enfocados en Rachid. No pudo haber desaparecido. Es una rata, solo necesita una trampa que lo haga salir de su madriguera.
Zarina se recuperó más rápido de lo que podía comprender. Incluso intentó ir de nuevo a la piscina, pero esa puerta se encontraba bloqueada. Y así se quedaría.
Llegó el día final. No podía mentirle de nuevo a Alexander, sabría que lo engañaba y se aseguraría de que no lo volviera a hacer. Maldito sádico impulsivo. No le tenía miedo, pero me aterraba la idea de volver a dejar a aquella mujer de ojos marinos a la deriva.
Vuelvo a llamar a los más de veinte números que han pertenecido al imbécil que se esconde. Nadie contesta. Doy una segunda y una tercera ronda al listado de números que me han conseguido. El cabrón sabe que lo buscamos y no se queda más de dos días con el mismo celular.
No suelo fumar, no me agradan esos hábitos; pero este día me encuentro con una cajetilla en mi mano, prácticamente vacía. Solo necesito que esto termine. Necesito regresar a mi rutinaria vida.
—¿Hola? —es una mujer.
—Hola, ¿llamo al número de Rachid Johnson?
—Oh... así que así se llama. —¿qué? Sigo caminando por la ciudad —¿Es usted familiar?
—Sí, es un tío. —escucho un suspiro al otro lado de la línea. Espero que no sea lo que estoy pensando.
—Lamento informarle esto, pero algo orilló a su tío a terminar con su vida. Lo hemos encontrado esta madrugada en un puente a las orillas de la ciudad. Lo siento mucho. —dejo que hable, que me dé información y detalles que no sabe que ha soltado —Necesitamos que alguien reconozca el cuerpo. Si pudiese venir a...
Cuelgo y me deshago del teléfono. La rabia hierve por mis venas.
¡Maldito desgraciado! Otro imbécil que abandona a sus hijos.
¡Pedazo de mierda malparida!
Solo me frustra no haber sido yo quien lo matara con mis propias manos.
Tomo mi celular personal y hago una llamada.
—Keegan.
—¿Fuiste tú? —voy al grano.
—He hecho muchas cosas ¿De qué hablamos, Aissa?
—Rachid. Lo encontraron colgado de un puente. ¿Has sido tú?
—¡¿QUÉ?! —tengo mi respuesta —¡MALDITO MALPARIDO! —escucho algo romperse al otro lado del teléfono —¡COBARDE! ¡PEDAZO DE ESCORIA!
—Te dije que el hoyo era mejor opción para él.
—¡CÁLLATE, CABRÓN! —sonrío ante el insulto. Gruñe. Está pensando cómo proceder —Deshazte de la chica.
El suelo se mueve por un momento.
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Secuestro [libro 1/6]
Ficção GeralZarina logra escapar de una cruel y dolorosa realidad, sin saber que caerá en una mucho más compleja. Esta nueva vida la hará dudar entre sus ideales. Su brújula moral se verá afectada y la sola idea de una vida distinta la hará sentirse atraída. ¿A...