Capítulo 17

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Se había quedado dormida. Por fin estaba descansando. Quisiera decir lo mismo de mí, pero no era ni sería el caso. Aunque con ella me bastaba.

Saber que Zarina estaba bien era suficiente para hacerme sentir bien.

Entro al baño del lugar para no despertarla.

—Shammad.

—Haz un trabajo para mí. —el lugar es diminuto, pero eso me tiene sin cuidado, lo que me preocupa es la cantidad de moho que veo por todo el lugar. No puedo dejarla aquí.

—¡Al fin! Necesito un reto, porque comienzo a aburrirme con tu padre.

—¡Para ti nada es un reto, hombre! Pero te entretendrás un rato.

—Dime. —juraría que vi una cucaracha pasar por la regadera.

—Quiero nombres. Voy a salir de caza.

Le explico la situación de Zarina. Me advierte de Alexander, pero poco me importa. Hará lo que yo pida o se puede olvidar de su maldito sucesor.

—Debo irme. —mi teléfono vibra y el rostro de mi hermana irrumpe en la pantalla. —Entrégamelos lo antes posible.

—Solo necesito un par de horas. —cuelga y yo requiero de un segundo antes de lidiar con mi hermana.

—¿Sí?

—¡Hasta que te dignas a contestarme!

—Yo también te quiero, hermanita linda.

—Ya sabes que te quiero, zopenco.

—¿Necesitas algo, enana? —definitivamente hay una plaga de cucarachas en este lugar.

—Salir de aquí. ¡Me estoy volviendo loca! —lo mismo de siempre, yo ya no sé ni para qué pregunto.

—Sabes que no podemos correr ese riesgo, Sus. —y era verdad.

—¡No hay ningún riesgo! Fue un maldito atentado del idiota que mató a Jennifer. Ya pasó. —¿Que acaso no escucha sus propias palabras? ¡Ese hijo de puta mató a Jennifer!

—Susana, no seas terca. Te mandó al hospital. —aunque no habíamos sabido nada d él desde entonces, no podíamos arriesgarnos hasta asegurarnos que la familia y la organización estaban a salvo —Entiende que estuvimos a punto de perderte como a mamá, nuestra mamá. Eres la única familia verdadera que tengo, enana. ¿Puedes, por favor, aguantar hasta que sea seguro?

—Odio que uses esa carta. —me tranquilizo, sé que va a ceder en esto.

—No es una carta, es la verdad. Zeke es y siempre será nuestro hermano, pero solo tú y yo compartimos sangre. —pasan un par de segundos antes de escuchar su frustración al otro lado de la línea.

—Bien. Esperaré, pero no tardes mucho. Comienzo a desquiciarme en este lugar. —tal vez mi hermanita no había nacido en el lujo, pero se adaptó muy rápido a ello —Solo hay esas asquerosidades a las que llaman comida y está esta estúpida bata que deja que todo el mundo me vea el culo. —aguanto las ganas de burlarme de sus quejas.

—Alexander irá en un par de días a verte. Solo espera hasta entonces.

—Sí, sí. Está bien. Adiós, grandulón.

—Adiós, enana.

Regreso donde Zarina. Se ve tan tranquila. Me destrozó el verla llorar de aquella manera. Haré que esos hijos de puta paguen cada maldito segundo que la hicieron sufrir. Se van a arrepentir cada minuto del resto de sus miserables vidas.

Secuestro [libro 1/6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora