Capítulo 22

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Mi corazón está destrozado. Es la segunda vez en el día que me siento traicionada. No sé si hice bien en quedarme. Lo quiero, me quiere, eso lo sé; pero no sé si podría llamarlo amor, porque sigo sin tener la más remota idea de lo que es el amor. Solo sé que me siento bien a su lado, pero no ahora, no en este momento.

¿Me mintió? No, no me mintió, pero ocultó algo extremadamente relevante. Aunque por otra parte entiendo que hace poco se lo dije y él no podría saber como reaccionaría, pero... no, no lo excuses, Zarina.

¡Maldita sea! No estoy lista para volver a escuchar sus voces, para volver a ver sus asquerosos rostros, para que mi mente repita una y otra vez los recuerdos. Aunque... nunca lo ha dejado de hacer. No he podido ni descansar cuando intento dormir. Mi cuerpo sabe que en cualquier momento volverá a suceder, a pesar de que no haya vuelto a pasar desde que llegué aquí; mi cerebro sabe que debe tener una salida preparada, a pesar de no querer alejarme de este lugar; mis instintos saben que debo sobrevivir a las bestias del exterior, aunque poco he conocido del exterior y mis pesadillas siempre han sucedido en casa.

—Jamás mencionaste que los tendría que volver a ver. —no quería que sonase a un reclamo, pero lo es. ¿Realmente puedo confiar en él?

—No quería alterarte antes de tiempo. —sabía que me alteraría. Lo sabía y ¡¿decidió por mí?!

Aunque siendo honestos, yo no habría decidido algo distinto. Pero no. No. No. ¡NO! Él no tenía el derecho a ocultarme aquella información.

Por otra parte... yo estoy haciendo lo mismo, pero es muy distinto ocultarlo por decisión propia a ocultarlo cuando te ha amenazado el líder de la mafia, ¿no?

Sí. Definitivamente.

—Pues no te funcionó muy bien el plan. —estoy molesta. ¡Estoy furiosa! Estoy dolida.

Ni siquiera sé porqué me duele, si siempre he sabido que no debo confiar en nadie. Pero es que... es que él... ¿por qué he decidido confiarle algo? ¿Por qué me siento tan segura a su lado? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!

—Eres más fuerte de lo que crees. —no lo dijo. No lo dijo —Solo quería darte tiempo para que asimilaras este mundo en el que estoy ahogado. —¿asimilar? ¿Qué coño voy a asimilar? ¡Me acabo de enterar que soy...! ¡AHG! Da igual.

—No te atrevas a creer que conoces mi fuerza. —lo señalo con furia —No tienes ni puta idea de lo que he pasado. No sabes nada de mí, Aissa Keegan. NADA. —voy al escritorio donde Shammad dejó la copia de mi archivo —Un jodido expediente no dice absolutamente nada de una persona. —no puedo evitarlo. Lo arrojo al suelo. ¡¿Quien se cree?!

—Lo sé, pequeña. —¿pequeña? Se atreve a llamarme de esa manera en estos momentos. ¡Malditos hombres! Y ¿por qué...? ¿Por qué coño se mantiene tan tranquilo? Me desquicia aún más.

—No. No lo sabes. No sabes lo que es pasar una semana sin tragar nada, viviendo a base de agua. No sabes lo que es cuidar de una madre a la que le importas una mierda. No sabes lo que es que cada puta noche sea una pesadilla de la que no despertarás, donde diferentes hombres te violan en tu propia casa, ¡en tu propia habitación! Y tampoco sabes lo que es terminar a la mañana siguiente consolando a tu madre porque el hijo de perra que te violó resultó no ser el amor de su vida. —malditas lágrimas. ¡Lárguense!

>>No volveré a ver a esos hombres en mi vida. —mi corazón se quiebra. Otro pedazo de alma se ha perdido, no sé si queden suficientes —No lo haré. —mi pecho duele, los latidos me desgarran como lo harían aquellos gritos que por años he callado —No quiero hacerlo. No quiero.

Respira, Zarina. Respira.

Inhala. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Exhala. Lento. Tranquila.

Repite.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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